Mucho hemos hablado este año del vigésimo quinto aniversario del Cerro como hermandad de penitencia. Pero casi nadie ha recordado que se celebraba el trigésimo quinto de la primera estación de penitencia de la Hermandad de la Sed, la del barrio de Nervión, la que con la advocación de su Cristo daba continuidad a la imagen perdida en el 36, cuando lejos, muy lejos, quedaba la posibilidad de ver nazarenos y pasos por tan alejado barrio.
El Cristo de la Sed recorría las calles de una zona de la ciudad que en esos momentos engullía agua y refrescos bajo el sol que encendía el rojo de los claveles que este año han adornado el monte, reformado en años anteriores para darle altura, del crucificado de Luis Álvarez Duarte, que por tercer año consecutivo se presentaba con corona de espinas y potencias. La Banda de Cornetas y Tambores San Juan Evangelista iba tras el paso en el que Jesús dice "tengo sed", la quinta palabra en la cruz, en el día de las Siete Palabras.
Desde Beatriz de Suabia, calle a la que da nombre la esposa de San Fernando cuyos restos reposan también en la Capilla Real de la Catedral, el Cristo de la Sed salió a Eduardo Dato para visitar a los enfermos del Hospital de San Juan de Dios, que lo esperaban, como hicieron días atrás con la Agrupación Parroquial de la Milagrosa, y como harán el próximo mes de junio con el Sagrado Corazón de Jesús. Después, siguió su camino con la Giralda contemplándolo desde la distancia.
"Virgen de los Ángeles", o como más bien se le conoce, "Virgen de los Negritos", sonó en Eduardo Dato como anticipo de Jueves Santo. Posteriormente, la omnipresente este año "Nuestro Padre Jesús".
El de misterio, en el que San Pedro niega por tres veces conocer a Jesús, presentaba como novedad los respiraderos, que ya no son los de tela que hemos visto cada año hasta ahora, sino unos de madera que Sergio Acal irá tallando en los próximos años. De momento, en éste han salido tallados el delantero y el trasero, mientras que los laterales estaban sólo esbozados.
También han sido un estreno los ropajes de algunas de las figuras secundarias de este paso, así como la finalización de las escenas que rodean al canasto, obra de José María Leal.
Tras el paso repitió por segundo año la Agrupación Musical Nuestra Señora de los Reyes, que recibió al misterio en la calle con la marcha "Señor de la Paz", dedicada a la imagen tallada por Francisco Reyes Villadiego, autor igualmente del resto del misterio. Y también se ha repetido el itinerario estrenado el año pasado, pasando por el lado derecho de la Alameda de Hércules hacia Trajano. Este paso ha sido otro de los que han optado por la variación floral de color morado.
Llevaba de nuevo los sencillos varales de su primera salida en 2009, en lugar de los antiguos de Monte-Sión que han sido adaptados para el palio de traslados de la Virgen del Rosario. La Hermandad del Carmen Doloroso espera estrenar unos nuevos el año que viene.
La Banda de Música de Aznalcóllar, que acompaña a la dolorosa de Francisco Berlanga, repartió por Peris Mencheta la devoción musical a las Esperanzas de la Madrugá, tocando en primer lugar "Triana de Esperanza" y posteriormente, "Esperanza Macarena".
Los que sí amamos y disfrutamos la Semana Santa, y tenemos aún edad de recorrer las calles sin necesidad de recurrir a la ayuda del comercio oriental, encontramos al Santísimo Cristo de la Salud en la calle Santa María la Blanca. En su paso de líneas clásicas de los que quedan pocos, adornado como siempre por claveles rojos salpicados de lirios morados en el monte y en las jarras que, por parejas, ocupan las esquinas y los costeros, el crucificado atribuido a Andrés Cansino que hace ya más de tres cuartos de siglo llegó a San Bernardo desde la Escuela de Cristo, venía con el acompañamiento de la Banda de Cornetas y Tambores de la Presentación al Pueblo, de Dos Hermanas.
Curiosamente, unos días antes un turista ojeaba un programa de mano y recordaba con su acompañante las experiencias vividas muchos años atrás en la Semana Santa de Sevilla. Una de las cosas que no quería perderse en su reencuentro con las cofradías sevillanas era precisamente el paso de Cristo de San Bernardo, con la Agrupación Musical Santa María Magdalena de Arahal. Rápidamente alguien le sacó del error. Podría decirse que se le dibujó la decepción en el rostro, aunque al menos siempre le quedará la Hiniesta... Es cuestión de gustos, aunque lo cierto es que la Presentación al Pueblo es una gran banda para un gran paso de Cristo, como es el de San Bernardo.
Antes de internarse en la calle San José, el Cristo de la Salud recibió una saeta por parte de Álex Ortiz desde un balcón. Posteriormente, en la otra punta de la calle donde contemplaba a la cofradía el hermano mayor de la Vera+Cruz y pregonero, Francisco Berjano, esperaba la Hermandad de la Candelaria con su palio asomado en la puerta de San Nicolás.
El paso del Cristo de la Salud recorría Muñoz y Pabón cuando el paso de palio dejaba atrás el puente de San Bernardo, ese monumento que los sevillanos lograron salvar de la piqueta del desarrollo en los años previos a la Expo.
Con una gran cantidad de velas rizadas y con el tradicional e invariable exorno de claveles blancos, el paso de palio de la Virgen del Refugio, la primera talla mariana de Sebastián Santos, ganaba metros por la ciudad intramuros con el acompañamiento musical de la Banda de la Cruz Roja.
De nuevo Álex Ortiz cantó una saeta mientras el sol hacía brillar especialmente los respiraderos dorados, las jarras y los varales con macollas también doradas que caracterizan a este paso de palio.
La Hermandad de la Lanzada, una de las protagonistas del incidente que marcó el Miércoles Santo de 2013, se desquitaba este año con una tranquila estación de penitencia en la que recuperó su itinerario de costumbre por la Alameda, tras el recorte del año pasado motivado por el retraso de la salida por la lluvia.
Tras salir de las sombras de la calle Alberto Lista, los capirotes rojos de los nazarenos se encendían con el sol que bañaba de luz Conde de Torrejón. No tardó en llegar a esta zona el impresionante paso de misterio en el que Jesús, ya muerto, recibe la lanzada de Longinos antes de que éste se arrepintiera, allá por el Cerro, de su breve papel en la historia más grande jamás contada. El costado del Cristo de Antonio Illanes se abre en presencia de la Virgen de Guía, una de las mejores tallas de San Juan, y las tres marías, con las que Longinos entabla un diálogo de desafío y reproches.
El año pasado este misterio lució por primera vez un monte de lirios morados que este año no se ha repetido, aunque tampoco se ha vuelto a los habituales claveles rojos, sino que se ha optado por una combinación de diferentes flores, eso sí, de color rojo. Por la separación entre cada flor, parecíamos estar en otras décadas pasadas, antes de que triunfaran los tupidos montes de flores entre las que no pasa ni el aire.
La Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de las Tres Caídas cumplía un cuarto de siglo detrás de este misterio de la Iglesia de San Martín.
Detrás, bajo su palio rojo de estilo neogótico, como tantos elementos de esta cofradía, venía la Virgen del Buen Fin, obra de Astorga de 1810, aunque hay quien pone en duda esta atribución. El paso de palio tenía un exorno floral compuesto a base principalmente de rosas colocadas en las jarras de una forma podríamos decir mixta entre cónica y redondeada, ya que no acababan en una punta muy pronunciada. Hay que comentar la sorpresa de unos turistas que, contemplando de cerca las flores de este paso, comentaron sorprendidos: "¡Son de verdad!". Quizá imaginaban que las cofradías exornan sus pasos con flores de plástico compradas en los mismos comercios de chinos de los que salen las sillas...
La Banda de Música María Santísima de la Victoria, de las Cigarreras, interpretó en Conde de Torrejón la marcha "Amor y Socorro", dedicada a los titulares de la cofradía decana del que ya parecía un lejano Domingo de Ramos.
La recta de Reyes Católicos y San Pablo era, a eso de las siete y media de la tarde, una fila enorme de nazarenos de color azul mecánico, que es la denominación exacta de la tonalidad de las túnicas de la Hermandad del Baratillo, que tanta personalidad tienen dentro de la Semana Santa. Si la botonadura y el cordón es de color rojo, quiere decir que aún está por llegar un conjunto escultórico dulcísimo, como es el que forman el Santísimo Cristo de la Misericordia, primera obra para Sevilla de Ortega Bru, y la Virgen de la Piedad, de Fernández Andes.
La conjunción cromática de este paso, acompañado por la Banda del Sol, es muy llamativa. Desde el dorado del paso, subimos al rojo del monte de claveles, el blanco de la sábana donde el cuerpo del Señor ha de ser envuelto y que parece continuar en las que cuelgan de la cruz, la policromía recuperada tras la restauración del Cristo y el azul de los codales de los candelabros de guardabrisas.
Y en medio de todo ello, la Madre que sostiene el cuerpo muerto de su Hijo, la que parece no atreverse a posar su mano izquierda sobre él, no vaya a hacerle más daño del que ya ha sufrido. Es una madre acunando a su hijo. Es la Madre de Dios, aceptando, como en su encuentro con el Arcángel San Gabriel, el destino que se había marcado para ella.
Y muerto el Hijo, queda la Madre sola en su paso de palio. La Virgen de la Caridad en su Soledad apenas podía avanzar por la calle San Pablo. Los nazarenos se movían despacio, quizá porque la cruz de guía no podía seguir andando en el inicio de la carrera oficial.
Venía la Caridad entre rosas de pitiminí y, como la Virgen del Refugio, gran profusión de velas rizadas. No en vano es el paso de palio de una hermandad de barrio, y del Arenal nada menos; el barrio que vio descargar infinidad de riquezas cuando Sevilla era la puerta al Nuevo Mundo. Y todo un mundo cabe en los ojos de la Caridad baratillera, que al pasar junto a la Capilla de Montserrat se movió a los sones de "Virgen de Montserrat" y, un poco más delante, a los de "Quinta Angustia". Guiño del Baratillo y de la Banda del Carmen de Salteras a las hermandades que saldrían en los días siguientes.
El gran acierto del Miércoles Santo y quizá de toda la Semana Santa ha sido, sin duda, la modificación del itinerario de la Hermandad de las Siete Palabras, que ha salido una hora y veinte minutos antes que en años anteriores, al ampliar su recorrido por la calle San Vicente, Baños, Goles, Puerta Real y la calle Alfonso XII desde ese punto hasta la Campana.
Hay quien ha criticado que la excusa para este cambio, pasar por delante del que fuera antiguo Convento del Carmen, del que la hermandad volvió a salir tras su reorganización hace 150 años, no se tradujo en nada. Esperaban una parada en ese lugar, que los pasos se volvieran, algo especial. Pero pensemos que el convento ya no existe, sino que es hoy el Conservatorio de Música Manuel Castillo. No habría tenido mucho sentido hacer nada ante un edificio que poco tiene que ver hoy con su función de entonces.
Lo importante es que este nuevo itinerario ha permitido más tiempo de sol para los pasos de la cofradía, que en los años en que la Semana Santa cae antes del cambio de hora no ven ni el atardecer. Además, las Siete Palabras se ha convertido en la única hermandad de la feligresía de San Vicente que no toma el camino más corto para llegar a la carrera oficial (a excepción del sencillo rodeo del Museo por su plaza), sino que ha recorrido varias calles de una feligresía que pocos pasos ve por sus calles.
No hay, por tanto, ninguna razón para no hacer de este cambio puntual algo definitivo. ¿Que los nazarenos están más tiempo en la calle? Pues sí, pero tampoco es que las Siete Palabras tenga un itinerario kilométrico...
Por todo lo anterior, este año hemos disfrutado durante más tiempo de la Hermandad de las Siete Palabras. En la calle Goles, donde hubo un relevo de costaleros, el paso de Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia caminaba lentamente cargando con su cruz en un monte formado por rosas rojas, lirios morados, calas blancas, siemprevivas, cardos y hiedra. La música de capilla acompañaba al Nazareno de Felipe de Ribas delante de su paso de plata. Desgraciadamente, seguimos sin noticias de las dos águilas bicéfalas robadas hace ya dos años.
Y un nuevo paso de misterio que añadir a la lista de las combinaciones de flores de color morado. El clásico calvario del Cristo de las Siete Palabras contaba con rosas, jacintos, cardos y lirios. La Banda de Cornetas y Tambores Esencia se afianza año tras año detrás de este paso con sus sones, sin influencias modernas que han convertido a las bandas exclusivamente de cornetas y tambores en raras avis en la práctica, aunque en el nombre sean aplastante mayoría.
Jesús, desde la cruz, pronuncia las palabras clave: "Madre, ahí tienes a tu Hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre", haciendo posible y explicando al mismo tiempo que la Madre de Dios pueda serlo a la vez de toda la humanidad.
Detrás, otro estreno de 2014, como es el nuevo palio de Nuestra Señora de la Cabeza. Este año sólo hemos visto bordada la caída delantera, trabajo realizado por José Ramón Paleteiro según el diseño de José Asián. Es de terciopelo burdeos bordado en oro y, a falta de la realización del techo, ha salido este año la gloria del antiguo techo de plata, donde vemos a la Virgen de la Cabeza de Andújar y su santuario trinitario, con la leyenda "Gloria a los héroes del santuario", en alusión a los guardias civiles que protegieron el templo durante la guerra civil, dando inicio así a una estrecha relación entre este cuerpo y la Virgen de la Cabeza, que, en cualquier caso, no es la Patrona de la Guardia Civil, como muchos creen por error, ya que su Patrona es la Virgen del Pilar.
Siguiendo con las novedades del palio, hay que señalar que los varales y respiraderos han sido adaptados por Ramón León a las nuevas medidas que tendrá este paso cuando esté concluido.
La Banda de Música de Alcalá de Guadaíra acompañó a la dolorosa de la Cabeza, cuyo palio fue exornado fundamentalmente con claveles blancos. Otro más en esta Semana Santa de la innovación para los misterios y el clasicismo en los palios.
Las cuatro esquinas que conforman el cruce de las calles Trajano y San Miguel se convirtió en una bulla organizada de ésas que se dan frecuentemente en Semana Santa. Algunas no lo son tanto, pero ésta, en el Miércoles Santo de la calma tras la tempestad de 2013, lo fue. La misma calma con la que avanzaba la cruz de guía de la Hermandad de los Panaderos buscando la carrera oficial. No ha habido retrasos este año en esta jornada, por lo que los cofrades de la Capilla de San Andrés no tuvieron que soportar ningún parón, como tampoco los que esperaban en este punto para ver pasar el magnífico misterio de Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder en su Prendimiento.
De este paso podemos decir lo mismo que del de las Siete Palabras porque, sí, también coincidió en la combinación floral. La Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras tocaba detrás del misterio en el que Jesús, en el centro y con túnica blanca, marca la diferencia entre quienes vienen a prenderle y quienes, detrás, han sido sus seguidores, sus discípulos, incluyendo a Judas, que, con la bolsa de las treinta monedas, se lleva las manos a la cabeza, consciente de lo que acaba de hacer. La teatralidad propia de Castillo Lastrucci se ve en ese San Juan que aparta una rama del olivo para poder contemplar mejor la escena.
Las capas moradas de los nazarenos del misterio son sustituidas por las rojas del paso de palio de la Virgen de Regla, la que recorrió las calles de Madrid en el recordado vía crucis de la JMJ. En su itinerario de ida, cuando hace poco que ha salido, se aprecia mejor la doble cruz de San Andrés de las primeras tandas de la candelería.
La dolorosa de Gumersindo Jiménez Astorga volvió a lucir el manto nuevo, bordado por Mariano Martín Santonja con motivo de la coronación canónica en 2010. Detrás, la Banda de Música Santa Ana de Dos Hermanas acompañaba a este paso de palio que se gustó en la revirá a Trajano, mientras sonaba "Candelaria", de Manuel Marvizón.
Cuando los Panaderos dejó expedito el cruce de Javier Lasso de la Vega con Trajano, la Hermandad del Buen Fin pudo pasar hacia Aponte en su camino de regreso a San Antonio de Padua. A veces, en la sencillez está la emoción, la sensibilidad, la Semana Santa más auténtica. Una mujer acercaba el teléfono móvil al capataz del paso del Santísimo Cristo del Buen Fin. La levantá se dedicaba a una hermana que escuchaba desde la República Dominicana cómo se levantaba su Cristo en la esquina de Aponte con Jesús del Gran Poder. Su madre, con el móvil en la mano, lloraba. ¡Qué duro es pasar lejos de Sevilla una Semana Santa!
El Cristo del Buen Fin, la cofradía entera, encandiló a los presentes en la tranquilidad de su vuelta a casa. Claveles rojos en el monte y rosas rojas en las esquinas y costeros. Con los sones de la Centuria Macarena, el crucificado de Sebastián Rodríguez avanzaba y giraba antes de un relevo de costaleros. Los que entraban alababan el trabajo de los que salían; los que salían animaban a los que entraban. Manifestación de fe bajo las trabajaderas, en los nazarenos que portan cirios e insignias, en los penitentes con cruces, en los cofrades que ven pasar la cofradía. Fe en ese Cristo franciscano para el que todo se ha consumado y descansa ya, tras los tormentos recibidos.
Rosas blancas de enorme tamaño exornaban el paso de palio de Nuestra Señora de la Palma, que este año ha recuperado, después de muchísimo tiempo, las velas rizadas.
La Virgen de la Palma regaló a los presentes dos revirás de auténtica antología y con dos marchas de estilos completamente diferentes. De Aponte a Jesús del Gran Poder, la Banda de Música de las Nieves de Olivares tocó "La Estrella Sublime", con cuyo final el paso rompió de frente provocando el aplauso de todos. Poco después, entre Jesús del Gran Poder y Las Cortes, el paso se tomó su tiempo para ir girando muy poquito a poco, como queriendo prolongar el Miércoles Santo eternamente, a los sones de "Margot".
Termina de pasar la Hermandad del Buen Fin y nos deja queriendo más. Si Dios quiere, apuntada queda la entrada para el año que viene.
Hermanos del Buen Fin fundaron a finales del siglo XIX la Hermandad del Cristo de Burgos. Son las cosas de la Semana Santa. Antes de las doce y media de la noche el sencillo paso del crucificado de Juan Bautista Vázquez 'El Viejo', después transformado por Manuel Gutiérrez Reyes, pasaba por la Plaza de la Alfalfa en su vuelta a la Parroquia de San Pedro.
Cuatro altos hachones de color tiniebla y cuatro faroles de plata sobre los respiraderos iluminaban el paso del Cristo de Burgos, que llevaba un monte de claveles rojos. Por la estrechez de San Juan, Boteros y Sales y Ferré, buscaba el crucificado la plaza que lleva su nombre, completamente a oscuras.
En la misma Alfalfa, un joven nazareno tuvo que ser atendido por su diputado de tramo y por personas que veían el discurrir de la cofradía a causa de un desvanecimiento que no fue a mayores. Finalmente, se levantó y, apartado de la bulla, se sentó en una silla que un bar prestó y que una de las personas que le habían atendido le acercó.
Minutos más tarde pasaba por allí el paso de palio de Madre de Dios de la Palma, dolorosa con la misma advocación que la del Buen Fin por lo que ya hemos explicado. José Asián, vestidor de la Virgen de la Palma, le ha colocado este año el tocado de forma que se podía ver perfectamente gran parte del pelo de la imagen. Estrenaba este palio la restauración de los faroles entrevarales y los candelabros de cola en el taller de Manuel de los Ríos.
La Banda del Maestro Tejera, que había tocado "Margot" por la calle Alcaicería, interpretó otra de las marchas de moda, "Valle de Sevilla", en la Alfalfa, mientras el palio se introducía en la calle San Juan.
Tras la novedad del itinerario de ida a la carrera oficial, la Hermandad de las Siete Palabras realizó el mismo recorrido de vuelta de todos los años. De esta forma, era la una y media de la madrugada cuando el Nazareno de la Divina Misericordia enfilaba la recta de Virgen de los Buenos Libros y Cardenal Cisneros en dirección a San Vicente.
La Banda de Cornetas y Tambores Esencia se suele "colar" en la entrada silenciosa del Nazareno. Pocos nazarenos separan ambos pasos, por lo que pronto alcanza la parroquia el paso del Santísimo Cristo de las Siete Palabras.
Por último, cerrando el cortejo de nazarenos blancos con escapulario carmesí, el renovado paso de palio de la Virgen de la Cabeza, que recorrió los últimos metros de su itinerario con las marchas "Sevilla cofradiera" y una doble interpretación de la marcha dedicada al misterio, "Pasan los campanilleros".
Terminaba otro día intenso, el día de la vuelta a la calma que fue el Miércoles Santo de 2014. Por delante quedaban los que muchos llaman días grandes, denominación que no entendemos quienes consideramos que esto es toda una semana grande. Ya era Jueves Santo, jueves grande...