La Hermandad de la Antigua cumple 75 años y, entre las actividades previstas para conmemorar la efeméride, se organizó la exposición "En clausura. Una mirada al patrimonio histórico-artístico de los conventos sevillanos", que pudo visitarse en la sede del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, en la calle Sierpes, entre los pasados días 8 y 17 de octubre.
La corporación que da culto a la pintura de la Virgen de la Antigua de la Iglesia del Salvador se dedica fundamentalmente a dar apoyo y asistencia a los conventos de la Archidiócesis. De ahí que ésa fuera la temática de esta muestra, en la que los distintos cenobios sevillanos ofrecieron a los visitantes parte de su rico patrimonio, que en algunos casos no se encuentra a la vista en su respectivos templos, sino que se sitúa en las dependencias privadas.
La exposición, cuyo comisario fue Jesús Romanov, comenzaba en el patio del Mercantil, donde encontrábamos un panel con un texto que contextualizaba la rica historia de la Hermandad de la Antigua:
"Nuestra Señora de la Antigua es una pintura mural datada en el siglo XIV que se venera en su capilla propia de la Catedral de Sevilla. Desde el final de la Edad Media protagonizó un enorme movimiento devocional en la ciudad, así como en los territorios de su antiguo Reino, universalizándose su culto tras el Descubrimiento de América y los intentos evangelizadores de Asia.
Su imagen se difundió de ese modo por el mundo hispánico, convirtiéndose así en la primera devoción sevillana que traspasó el ámbito local e incluso peninsular, de tal modo que José Sebastián y Bandarán la aclamó como Madre de la Hispanidad. Prueba de ello es el riquísimo acervo de copias que podemos encontrar por España, América, Filipinas y hasta Japón, así como su versión dolorosa, que tuvo cofradía penitencial y capilla propia en el Convento de San Pablo. Extinta la corporación y expulsados los monjes con la desamortización, se venera actualmente en la iglesia de dicho convento, hoy Parroquia de Santa María Magdalena.
Una de las interpretaciones del icono catedralicio es la que se encuentra en la Real e Insigne Iglesia Colegial del Salvador. Alrededor de ella, el 9 de octubre de 1946 Salvador Benítez y de la Paz fundó una hermandad para el socorro de los monasterios femeninos de clausura. Desde entonces ésta ha sido la labor principal de esta corporación, que cumple setenta y cinco años al servicio del monacato femenino".
Junto al texto veíamos ya la primera de las obras expuestas, que era una de esas muchas copias de la Virgen de la Antigua de la Catedral, ésta de autor anónimo del siglo XVII y presente en la Parroquia de Nuestra Señora de Gracia, de la localidad de Camas.
Y a su lado, una pintura de la mencionada Virgen de la Antigua dolorosa, llamada concretamente Nuestra Señora de la Antigua, Siete Dolores y Compasión. La pintura es también del siglo XVII y pertenece al Monasterio de Santa Isabel de Sevilla.
Accedíamos ya a la primera sala, donde encontrábamos una vitrina con diversos documentos relativos a la Hermandad de la Antigua y a su fundador, así como una medalla y diversos ejemplares de la publicación "Vida contemplativa".
Veíamos a continuación unas curiosas obras del Convento del Santo Ángel realizadas a principios del siglo XVIII y que representan a San Elías y a la Magdalena Penitente. Su autor es desconocido.
A su lado, la piedra fundacional cisterciense, del Monasterio de San Clemente.
Del Monasterio de Santa Inés es una obra escultórica en miniatura con la escena "San Francisco exhortando a Santa Clara antes de ponerle el hábito", obra anónima aproximadamente de 1700.
No menos curioso es un retablito con escenas mercedarias del Monasterio de la Merced de Marchena. Consta de pequeñas imágenes de diversa procedencia adaptadas por Mario Castellanos.
Veíamos después un retrato de Santa Beatriz de Silva, pintado por J. M. Filpo y Silva en 1867 y perteneciente al Monasterio de las Concepcionistas de Mairena del Aljarafe.
Y de las Concepcionistas de Lebrija son las votaderas que se exponían a continuación, de autoría anónima y del siglo XVIII.
Pasamos al Convento de Santa María de Jesús de Sevilla, al que pertenecen dos coronas del siglo XIX, la de los votos perpetuos y la de los votos temporales.
A su lado había una talla del Niño Jesús del siglo XVII perteneciente a la colección de Salvador Guijo.
Volvemos al Monasterio de la Merced de Marchena, al que pertenece un hábito de religiosa del siglo XIX.
De la colección de Bastilipo son dos cartas de profesión de otras tantas religiosas, la de Sor Mariana de la Santísima Trinidad (1777) y la de Sor María del Coral de San Ignacio (1796).
Pasamos al Convento de las Teresas de Sevilla, propietarias de la obra escultórica "La flagelación de Cristo", anónima de mediados del siglo XVIII.
Del Monasterio de Santa María la Real, de Bormujos, es la obra "Cristo recogiendo sus vestiduras", atribuida a Andrés de Carvajal y realizada alrededor de 1770.
En el mismo monasterio se encuentra un grabado del Descendimiento de autor anónimo del siglo XVIII.
Y seguimos con el mismo monasterio, que también participó en la muestra con una pintura de Jesús Nazareno del siglo XVIII y con la cruz penitente de Sor María Concepción, de 1773.
Volvemos al Convento de Santa María de Jesús de Sevilla, propietario de la pintura del siglo XVIII llamada "Alegoría de las virtudes de una religiosa".
Las Concepcionistas de Mairena del Aljarafe poseen un retrato de Sor María de Agreda, pintado, al igual que el que veíamos antes de Santa Beatriz de Silva, por J. M. Filpo y Silva en 1867.
El Convento de las Teresas cedió también para la exposición seis pinturas de autor anónimo de la segunda mitad del siglo XVII. Son "Visión de Cristo atado a la columna", "Los desposorios místicos de Santa Teresa", "Cristo da de comer a Santa Teresa", "La visión del collar", "Santa Teresa escribiendo" y "Diálogo con San Juan de la Cruz".
Pasamos al Convento de Madre de Dios de Sevilla, al que pertenece el retrato de Sor Bárbara de Santo Domingo, del siglo XIX. De la propia religiosa eran un rosario, unas disciplinas y silicios, una soga y unas obras de bordado y papel picado.
De nuevo hay que referirse al Monasterio de Santa María la Real, de Bormujos, del que provenía el retablito de la Pasión mística de Santo Domingo de Guzmán, posible obra de Cristóbal Ramos de mediados del siglo XVIII.
A continuación, encontrábamos en una vitrina diversos enseres, no todos con la información necesaria para situarlos. Los que sí la tenían eran un grabado de Nuestra Señora del Reposo de Mariano Salvador Maella (dibujo) y Simón Brieva (grabado), realizado en 1778; unos escapularios bordados en sedas del Monasterio de Santa Ana, de mediados del siglo XX; y un grabado de Nuestra Señora de la Antigua de Francisco Gordillo (1778).
Al Monasterio de la Merced de Marchena pertenece un simpecado del siglo XVIII de autoría desconocida.
También de Marchena, pero del Convento de Santa María, es una imagen de la Virgen Niña en su cuna, realizada en el siglo XIX.
A su lado había una cortina de sagrario, realizada en el siglo XIX para el Monasterio de las Concepcionistas de Lebrija.
También se mostraba una dalmática del Convento de Santa Paula, obra anónima del siglo XVIII.
Y con una casulla con decoración pictórica termina la relación de todo lo expuesto en la primera sala de la muestra. Era una casulla del Monasterio de Santa Ana, confeccionada en torno a 1920.
Salíamos de nuevo al patio y podíamos ver una serie de enseres de cocina del Convento de San Leandro, realizados a mediados del siglo XVIII para la elaboración de las famosas yemas.
Accedíamos a continuación a la segunda sala, donde veíamos en primer lugar una tabla de oficios del siglo XIX del Monasterio de las Concepcionistas de Lebrija.
A su lado, dos horarios enmarcados con las actividades del Convento de Santa María de Jesús.
Muy curioso era contemplar los siguientes utensilios, datados a mediados del siglo XIX, y que formaban parte de la enfermería del Convento de San Leandro.
Sor Isabel Espinosa fue la autora, en 1951, de la pintura en la que se representa la llegada de la Virgen de Fátima al Convento de San Leandro.
También se podía ver un armonio de finales del siglo XIX propiedad del Monasterio de San Clemente.
A continuación, se mostraba un dibujo de las monjas concepcionistas de Mairena del Aljarafe en el coro, pintado por un autor desconocido en el siglo XIX.
En 1960 Juan Rodríguez Jaldón pintó para el Convento de Santa Ana el cuadro llamado "Locutorio".
En el Convento de San Leandro se sitúa un retrato de la abadesa Sor Ana María Summerhayes, pintado en 1786.
Una vez más, volvemos al Monasterio de Santa María la Real, de Bormujos, donde se conserva un víctor a Sor María de las Mercedes Balcárcel, pintado por un autor desconocido en 1831.
"Santa Clara bendice el pan en el refectorio ante Inocencio III" es el título de la obra que se exponía a continuación, propiedad del Monasterio de Santa Inés y realizada sobre 1700 por un autor anónimo.
Pasamos a una obra del Convento de Santa Clara de Morón de la Frontera, "Niño Jesús y portal de Belén", anónima del siglo XVIII.
Y de otro Convento de Santa Clara, pero éste de Carmona, es la obra "Niño Jesús dormido sobre calavera", de mediados del siglo XVIII.
En una vitrina se mostraba un Ecce Homo anónimo del siglo XVII, perteneciente al Monasterio de Santa Inés.
Y junto a él, una dolorosa atribuida a Cristóbal Ramos de finales del siglo XVIII, del Convento de Santa María de Jesús.
Del mismo convento es una pequeña talla de la Virgen del Rosario de finales del siglo XVIII y autoría desconocida, que vestía una saya bordada por las propias religiosas en el siglo XIX.
Veíamos después la pintura "Adoración de la Eucaristía", del Monasterio de Nuestra Señora de Consolación (Mínimas) de Sevilla.
De nuevo hablamos de las Concepcionistas de Mairena del Aljarafe, propietarias de un manifestador de la segunda mitad del siglo XVIII.
Del Convento de las Teresas es una pequeña imagen procesional de la Virgen del Carmen, talla anónima del siglo XVIII, con una peana de principios del siglo XX y un conjunto de arco de flores y jarras de la misma época.
Veíamos también dos pinturas del Monasterio de Santa María la Real, de Bormujos. El primero era el retrato yacente de Sor Francisca Dorotea, del siglo XVII; y el segundo, el titulado "Postrimerías de una monja dominica", del siglo XVIII.
Finalmente, llegábamos al final de esta interesante exposición en una vitrina situada en el centro de la sala, en la que se exponían varios libros de oraciones y cánticos, disciplinas y una serie de medallas de la Orden de la Inmaculada Concepción, pertenecientes a las Concepcionistas de Lebrija.