jueves, 17 de diciembre de 2009
ESPERANZA
miércoles, 16 de diciembre de 2009
EL PALQUILLO, A LA MAGDALENA
Los motivos que se esgrimen son varios, aunque el principal, como era de esperar, es el dinero. En este novedoso itinerario común se podrían colocar 3.000 sillas más de las que hay ahora, lo que incrementaría de manera sustancial la recaudación que el Consejo de Cofradías recibe de los abonados y que después reparte entre las hermandades. Luego también, pero esto es secundario, se habla de la seguridad, esa misma seguridad que ha obligado a retirar 500 sillas de la carrera oficial actual, por mandato del Ayuntamiento, al que le sobraban, decían, muchísimas más.
Así pues, son varios los elementos que han coincidido en torno a este asunto, y que han dado como resultado este curioso proyecto de la Magdalena. Por un lado, el Ayuntamiento quería ampliar la carrera oficial por la calle Fray Ceferino, creando ahí una especie de “tribuna de los pobres” malagueña, con sillas gratuitas para todos. Pero las cofradías no querían porque las que pasan por ese sector tras salir de la Catedral tendrían que alargar su itinerario por la calle Santo Tomás; y el Arzobispado también se negaba porque no estaba dispuesto a desplazar el monumento a Colón para dejar la Puerta del Príncipe despejada para los pasos. Entonces, el alcalde se enfada y decide, después de diez años en el cargo, que la carrera oficial no es segura en caso de emergencia y que hay que eliminar un porrón de sillas, aunque finalmente se contenta con el sacrificio de sólo 500 sedentes espectadores. Pero para el Consejo, perder esas 500 sillas es perder lo que cobra por silla, que no suena a mucho, multiplicado por 500, que ya suena a demasiado. Y en éstas estamos cuando de repente conocemos el flamante proyecto de las 3.000 sillas nuevas por nuevas calles, que son más anchas, aunque no tanto como lo sería la Avenida de la Palmera (pero mejor no dar ideas...).
Y, por supuesto, ya han empezado a surgir opiniones a favor y en contra de la sorprendente solución. De momento, hemos conocido la postura del hermano mayor de San Gonzalo, al que le parece bien porque la nueva carrera oficial recortaría su largo itinerario (ahora va a tener la culpa la Campana de que su hermandad entre a las cuatro de la mañana) y el del Cachorro, quien no está de acuerdo con cargarse de un plumazo una tradición que, tal y como la conocemos hoy, data del año 1918. Llama la atención esta diferencia de criterio entre dos hermandades de Triana, cuando son éstas precisamente, junto con Jesús Despojado, La Quinta Angustia, El Calvario y Montserrat las que se van a dar de bruces con el nuevo palquillo en mitad de sus itinerarios habituales de ida, mientras que muchísimas otras cofradías evitarán el clásico rodeo de Orfila, Javier Lasso de la Vega y Plaza del Duque, ya que podrán pasar directamente desde Cuna o Laraña a una desoficializada Campana atravesando Martín Villa.
Y ahí está el quid de mi opinión contraria a esta modificación. El problema no es tanto perder la Campana (con sus hamburguesas y todo) y Sierpes, que es muchísimo perder, la verdad, sino el hecho de que esta nueva carrera oficial beneficiará a los que tienen silla (y dinero para pagársela) y perjudicará a los que preferimos callejear para buscar las cofradías. Dicho de otro modo: el hermano mayor de San Gonzalo estará muy contento con la posible reducción de su itinerario, pero los cofrades de a pie perderemos la posibilidad de ver a esta cofradía por la Plaza de la Magdalena, Rioja, Velázquez y O`Donnell. Y lo mismo pasará con La Estrella y La O, además de las mencionadas más arriba, y con todas las que rodean, como dije antes, por Orfila para salir al Duque, que reducirán también sus itinerarios.
Así pues, el resumen que podemos hacer de este proyecto es el siguiente: la seguridad sólo nos preocupa cuando perdemos dinero; no nos importa cargarnos itinerarios tradicionales y personalísimos de la Semana Santa de Sevilla si de lo que se trata es de ganar más dinero; y no nos importa recortarle a los que no tienen silla las posibilidades de ver en la calle a las cofradías con tal de ganar dinero. Dinero, dinero y dinero... Es realmente triste.
Tendremos que empezar a cambiar nuestro vocabulario cofrade más rancio. De salir adelante este proyecto, se acabó lo de las entradas en Campana. Ahora habrá que aplaudir las entradas en la Magdalena. Y quién sabe si en el futuro habrá que hablar de entradas en la Palmera. Desde luego, a la Hermandad de Heliópolis le vendría muy bien...
jueves, 10 de diciembre de 2009
ESTO ES SEVILLA
Sevilla se resume en esta foto, tomada el día en que ocho mil músicos de un centenar de bandas procedentes de toda España desfilaban junto a la Catedral, mientras por las recónditas calles del barrio de San Román rodaba Tom Cruise su última película. Y la Inmaculada, que sabe más de milagro sin ciencia que de cienciología, interrumpía el rodaje de la producción hollywoodiense en su camino hacia la Basílica de María Auxiliadora, dejando tras de sí las caras admiradas de unos 'guiris' que se encontraron con la madre de Dios en pleno decorado urbano. "Reina de Triana" o "Encarnación Coronada" fueron durante un instante una inmejorable banda sonora para persecuciones en moto por callejuelas.
Sevilla es un móvil orientado a un paso de Virgen. Y unas zapatillas que, cansadas de caminar, se alzan hasta lo más alto para verla pasar. La vista aérea de Sevilla bien vale subir "a los cables", como decían los costaleros antiguos.
Sevilla es cine y devoción, fidelidad a su imagen y a sus tradiciones. Es el racheo de un paso y el motor de las cámaras... y acción. Es un clavel blanco en una esquina de un paso, y una esquina cortada al girar una calle porque el niño de "Top gun" se ha venido a la Bética a salvar el mundo. Sevilla es un río de agua y otro de jartibles capillitas alrededor de un altar que se desplaza. Sevilla es una ciudad en besamanos. Y es una algarabía a la caza de un autógrafo. Es una estrella de cine y una Estrella que falta por San Jacinto. Es una ciudad rendida a la gran pantalla y un pueblo que se rinde ante la Caridad baratillera en forma de medalla prendida del pecho. Y todo en un día.
"¿Pa`qué más arte?", decía Garduño. Si más arte no cabe...
martes, 8 de diciembre de 2009
FRAY CARLOS AMIGO VALLEJO: "LA IGLESIA ES LA 'EMPRESA' QUE MÁS PUESTOS DE TRABAJO GENERA"
—No será la del próximo día 12 la primera vez que visite Alcázar de San Juan. Ya lo hizo hace algunos años con motivo del traslado del monumento a la Inmaculada Concepción. ¿Cómo recuerda aquella visita?
—La recuerdo como un clamor popular en torno a la Inmaculada Concepción, como una muestra de afecto muy grande a los franciscanos y dentro de un ambiente muy propio de una ciudad donde las tradiciones tienen una actualidad admirable. La tradición no es ni mucho menos para Alcázar algo que ha pasado, sino algo que pervive, que se celebra y se vive. Por otra parte, el misterio de la Inmaculada Concepción y los franciscanos son inseparables.
—Ahora llega a Alcázar para pregonar la Navidad. ¿Qué mensaje va a transmitir?
—La Navidad se ensalza por sí misma. El mensaje de la Navidad es inmutable y es vivido siempre con una enorme fidelidad. A veces le ponemos muchos ropajes a la Navidad; que si la secularización, que si son tradiciones que se reducen a una fiesta con más o menos colores, que si está muy unida a sentimientos... Y todo esto parece como que quisiera reducir el contenido religioso; pero no es así, ni muchísimo menos. No hay que dejarse llevar por las apariencias. Muchas veces el exterior, el vestido, hace que olvidemos a la persona que hay por dentro. Haremos también alguna referencia al afán secularista de quienes insinúan que se puede molestar a personas que no son de nuestra misma fe, lo cual es una injuria de personas intolerantes e incapaces de aplaudir la alegría de los demás y sentirse felices por los cristianos que celebran su fiesta, igual que nosotros podemos sentirnos muy felices de que amigos nuestros musulmanes celebren la fiesta del cordero, que hace poco la han celebrado.
—El portavoz de IU en Sevilla calificó la Navidad como “fiesta del solsticio de invierno” y algo parecido se ha intentado recientemente en Cataluña. ¿Qué le parece?
—Creo que fue simplemente una fórmula en la que expresaba que la Navidad hay muchas personas que la celebran, sí, pero desde otro punto de vista. No hay que darle mayor importancia ni tampoco pensar que estas cosas al creyente le van a asustar. A veces la crítica debe ser un motivo para la reflexión y para la fidelidad a aquello que como cristianos estamos celebrando. Es muy conocida la famosa distinción que hacía un filósofo respecto a la opinión pública manipulada y la opinión pública crítica. Tenemos que aceptar esta última porque nos ayuda, y no la opinión pública manipulada, que quiere conseguir otro tipo de finalidad.
—¿Qué le pasa por la cabeza cuando el Tribunal de Estrasburgo condena al Gobierno italiano a indemnizar a una estudiante de un instituto público con 5.000 euros, por los daños morales que supone que le ha causado la presencia de un crucifijo en su aula?
—Son cosas anecdóticas. Algo que le puede ocurrir a una persona en una circunstancia particular tampoco hay que extrapolarlo y universalizarlo de tal manera, pensando en que todas las personas del mundo estamos llenas de traumas, de resentimientos... No. Afortunadamente y gracias a Dios, sabemos defendernos muy bien los hombres y las mujeres del mundo de todas estas cosas con un poco de sentido común, de autocrítica y de formación, que es muy importante.
—En su momento, causó cierto revuelo que recibiera en el Palacio Arzobispal de Sevilla a los representantes de una asociación de gays y lesbianas. ¿Qué les dijo?
—Había habido un encuentro en una mesa redonda en la que habían participado representantes de distintos grupos. Me invitaron y estuve hablando sobre diversos temas. Después, un grupo de personas me pidió que les recibiera y lo hice. Me expusieron sus ideas y su situación. Pero una cosa es que uno reciba a las personas, hable con ellas y las escuche, y otra cosa es que uno esté de acuerdo con todo lo que estas personas pueden pensar o hacer.
—¿Le sorprendió ese ruido social y mediático?
—No. Las personas que tenemos una presencia pública tenemos que aceptar también la crítica. A lo largo de mi vida he tenido que conversar con muchas personas de distintas religiones, he visitado muchas veces las cárceles, donde he tenido que hablar con personas con las que no estoy de acuerdo en absoluto, pero que son personas a las que uno debe escuchar para que uno también transmita un poco lo que piensa.
—Muchos acusan a la Iglesia de dar la espalda a la realidad social que la rodea. ¿Encuentros como aquél sirven para acallar esas voces?
—No. Aquel encuentro fue simplemente algo muy particular de un grupo de personas de Sevilla que querían hablar con su arzobispo. Estaban perfectamente en su derecho de hacerlo. Yo les escuché con atención y ellos también estuvieron conmigo correctísimos en todo momento y me escucharon. Pero repito que una cosa es la conducta que una persona pueda seguir y otra cosa es aceptar que esa persona pueda hablar contigo.
—En cualquier caso, usted, como decía antes, ha procurado estar siempre cerca de aquéllos a los que más cuesta acercarse. Por ejemplo, los presos o los barrios marginales.
—Como todos, cuando llegamos a un cargo solemos decir: “Yo quiero ser el obispo de todos; yo quiero ser el alcalde de todos; el presidente del Gobierno de todos...”. Todos decimos eso enseguida que llegamos. Pues sí. Me propuse ser el obispo servidor de todos, muchas veces ofreciendo simplemente los oídos para que me dijeran aquello que querían decirme, porque hay personas que a lo mejor lo que necesitan es sólo alguien que les escuche y desahogarse un poco. Y no sé si puedo decir como el famoso Don Juan Tenorio: “A los castillos subí y a las cabañas bajé”. Cuando hay una persona, no hay cabaña ni hay castillo; sólo una persona que merece la pena estar a su lado.
—El año pasado pronunció en Ciudad Real una conferencia en la que hizo hincapié en la labor social que realiza la Iglesia y que muchas veces es tan desconocida. ¿Quizá ha llegado el momento de que la mano izquierda se entere de lo que hace la derecha?
—Tenemos las dos manos. Lo importante es que se entere la cabeza de cuáles son sus obligaciones. Unas veces hay que hacerlas con la mano derecha y otras efectivamente hay que hacer las cosas de forma que no se entere la otra mano, con discreción, sobre todo cuando se puede humillar a los demás. Eso es muy importante. Hay quien dice eso de “caiga quien caiga”; pero no, tenemos que procurar que no caiga nadie. Muchas veces la intolerancia tremenda o la ley rígida llevan a cometer unos errores de protocolo deshumanizado. Por eso, creo que un sentido de apertura nos viene muy bien a todos.
—En esa conferencia hizo alusión a un dato sobre el empleo que genera la Iglesia y que, sólo en Andalucía, supera con creces al volumen de trabajo de las empresas más potentes.
—Estaba hablando de la labor social de las hermandades y cofradías, y de la Iglesia en general. Recuerdo perfectamente aquella conferencia y el enorme interés por alguno de estos asuntos. Naturalmente, como es lógico, Ciudad Real tiene su propio estilo y manera de celebrar la Semana Santa y la salida de sus hermandades. Pero hay unos elementos comunes detrás de estas asociaciones de fieles, particularmente de estas hermandades y cofradías. Algunos dicen: “Bueno, y ¿qué hace la Iglesia por la sociedad?”. Pues di unos datos aunque a veces da un poco de reparo el decirlo porque parece que es presunción de si la Iglesia hace esto o lo otro. Pero bueno, hacemos lo que tenemos que hacer. Que la Iglesia dé de comer a los pobres o que subsidiariamente tenga que ayudar a los marginados es lo mínimo que debe hacer. Entonces di esos datos de aspectos sobre el número de ancianos o de niños en manos de la Iglesia, o sobre cooperación internacional. Y también hablaba de las instituciones y actividades de la Iglesia que generan muchos, muchos puestos de trabajo. Y en Andalucía, después de las administraciones públicas, la Iglesia es la “empresa”, entre comillas, que más puestos de trabajo genera.
—Recientemente se ha definido a sí mismo como “un franciscano vestido de cardenal”. Por más cargos que haya desempeñado en su vida, su vocación inicial como franciscano siempre ha pesado más.
—Son estas frases que se dicen. “¿Cómo quiere usted que le recuerden en Sevilla? Bueno, pues como un franciscano que llegó aquí vestido de cardenal”. No sólo me refería al ropaje de la púrpura, sino a todo lo que significaba la responsabilidad de actuar como un pastor en una iglesia. Y ahora, que tengo otro tipo de actividades, estoy más vinculado a mi vocación franciscana y paso muchas horas en un convento franciscano donde tengo allí mi habitación y mi lugar de trabajo, pues efectivamente veo que es una vocación que persiste. Pero esto es lógico y le ocurre a todas las personas que mantienen su primera vocación. Yo recuerdo a mi padre, que fue médico de pueblo, después se especializó y se trasladó a otro sitio. Y él decía que si volviera a nacer sería otra vez médico de pueblo, pero que se quedaría en el pueblo, que fue su primera vocación, aunque luego tuvo que estar en situaciones distintas.
—Precisamente usted empezó a estudiar Medicina.
—Era una especie de mal de familia. En mi familia, cuando un hijo nacía no se le preguntaba nunca qué iba a estudiar cuando fuera mayor. Tanto por parte de mi padre como de mi madre, los tíos, los abuelos... todos estaban dentro de esa gran comunidad que es la Medicina. Pero, como en todas las familias, siempre hay algún garbanzo negro que se desvía hacia otro lado. Mejor dicho: siempre hay alguien al que Dios tira de la mano y le pone en otro sitio.
—Ahora dedicará su tiempo, entre otras cosas, a ultimar un libro sobre San Francisco de Asís. ¿Qué visión va a ofrecer del fundador de la orden?
—Bueno, ésa era mi ilusión. Pero, como siempre, el grado de libertad que uno tiene está condicionado y hay un requerimiento para que escriba un libro sobre unos temas de actualidad, una reflexión entre filosófica y cultural de algunos de los problemas modernos con un enfoque dirigido al gran público, pero siempre para ayudar a situar algunos conceptos. Estoy trabajando en ello, pero mi ilusión es escribir un libro sobre San Francisco en el que daré rienda suelta a todo lo que puede suponer mi vocación franciscana.
—A usted le tocó vivir un momento muy duro como fue el asesinato del concejal del PP Alberto Jiménez Becerril y su esposa a manos de ETA, precisamente en las inmediaciones del Palacio Arzobispal. ¿Qué recuerdo guarda de entonces?
—Aquello no es un recuerdo. Es algo permanente y vivo. Yo tengo metido en los ojos y en el alma las escenas, las caras, todo. Les asesinaron justamente debajo del dormitorio del Palacio Arzobispal. En un primer momento no podía dar crédito a la noticia; hacía poco tiempo que había estado con ellos, con Alberto y Ascen, y me acordé de sus niños. Todo se agolpaba. También había muchas tensiones en otra región con este tema de la participación de la Iglesia en los funerales y todas estas cosas. A la alcaldesa de entonces, Soledad Becerril, le dije que estaba a su disposición para acompañarles en todo lo que hiciera falta. Después, cuando llegaron los cuerpos al Ayuntamiento, yo tenía que estar allí, recibirlos y estar con sus familias; y desde el Palacio Arzobispal hasta el Ayuntamiento, que hay muy poco trayecto, recuerdo qué caras tenía la gente y también tuve que oír algunas cosas sobre la Iglesia. No se referían a la Iglesia de Sevilla pero, al fin y al cabo, yo era el arzobispo. Y recuerdo todos los momentos y las palabras que tuve que decir, y que podría repetir de memoria, en la homilía porque fueron palabras muy meditadas, ya que tenía que decir claramente lo que pensaba en ese momento.
—Algo parecido ha tenido que afrontar recientemente junto a los padres de Marta del Castillo. Supongo que no es fácil en momentos así ofrecer palabras de consuelo.
—Es muy difícil, muy difícil. Las palabras deben ayudar a acercarnos a las personas, pero poco más. Hay que estar junto a estas personas. Por ejemplo, cuando llegué a la misa que tuvimos al principio, me vi con el padre de Marta, me abracé a él y el hombre me decía: “Mi hija, mi hija, mi hija”. Y de ahí no salió más conversación. Y ¿qué le iba a decir yo? Pues dejarlo que estuviera abrazado a mí. En esos momentos te haces partícipe de su dolor y te identificas con estas personas. Otra vez, con los padres y algún otro familiar, he recibido unas lecciones de sensatez en el dolor, de dignidad, de estar en su sitio con su hija. Son escenas y momentos que no solamente no olvidas, sino que se viven con ellos.
—Mucha gente ha lamentado la inusual rapidez con que el Papa ha aceptado su renuncia como arzobispo de Sevilla y ha criticado que no vaya a tener ningún puesto de relevancia dentro de la Iglesia. ¿Qué tiene que decir a esas personas?
—Yo había hablado con el Santo Padre hacía ya bastante tiempo. He estado 36 años como arzobispo, que son muchos años. Como decía un compañero mío de una forma un poco castiza: “36 años con la mitra puesta son muchos; y la mitra pesa”. También se puede decir que la mitra pesa pero abriga. Por otra parte, son 27 años en Sevilla. Que yo sepa, desde San Isidoro creo que he sido el arzobispo que más tiempo ha estado. Entonces, hablé con el Santo Padre, entre otras cosas, por la realidad de los 75 años de edad. Y cuando uno se jubila, lo hace no para tener puestos importantes, sino porque la edad del DNI es inexorable. Y además, en una diócesis tan grande como Sevilla, tan compleja, con gran historia, era conveniente que la transición se hiciera de la forma más llana, más normal y más adecuada. Así lo hablé con el Santo Padre, que lo entendió perfectamente. Ésta ha sido la trayectoria y nada más.
—Ahora vive usted en Madrid. No sé si sabe que por la visita de Benedicto XVI prevista para 2011 han pedido a la Hermandad del Cachorro que trasladen allí al Cristo de la Expiración. ¿Se imagina encontrarse al Cachorro por las calles de Madrid?
—Me imagino encontrármelo en las calles de Madrid. Alguno ya ha dicho una cosa yo creo que exagerada. Pero bueno, el Cachorro está en Sevilla y con mucho gusto iré a verle todas las veces que pueda. De todas formas, la elección de la imagen en esa circunstancia creo que, en primer lugar, es un honor para la hermandad. Hablé con el hermano mayor y está con el arzobispo estudiando la respuesta que tienen que dar. Me manifestó el cardenal Rouco de forma personal, y después también por escrito, que él tiene mucho interés en este tema.
—De momento, la hermandad está dividida entre quienes consideran un riesgo innecesario ese traslado de la imagen y quienes no ven problema alguno. ¿Usted qué haría?
—Esto está dentro de la forma de hacer de las hermandades. Los técnicos son los que tienen que decir el grado de riesgo que esto puede suponer. Y cuando hay un riesgo, hay que ver la fórmula de evitarlo pero también hay que ver lo que tiene de positivo la presencia del Cachorro en Madrid.
—En Alcázar de San Juan, desde hace varios años existe un convento de las Hermanas de la Cruz, que tan cerca han estado de usted en los últimos 27 años. ¿Aprovechará para visitarlo?
—Por supuesto, si tengo ocasión con muchísimo gusto iré porque les tengo un enorme afecto a las Hermanas de la Cruz.
—¿Es posible que le escuchemos pronto en la radio como tertuliano?
—¡Ustedes están al tanto de todo! Me propusieron que teníamos que hablar sobre este tema, pero lo estoy madurando porque en este tiempo yo tengo quizá otras perspectivas y otros compromisos. Pero no se descarta que haga también algún escarceo por la radio.
sábado, 5 de diciembre de 2009
LA POLÉMICA VUELVE A SAN ESTEBAN
En primer lugar, y contra algunos de los comentarios que han podido leerse en determinados foros durante estos días, hay que alegrarse de que una gran formación musical, como es la de La Redención, vaya a tocar tras otro paso de misterio en la Semana Santa; y ya van tres, sin contar las vísperas. En los últimos años parece que esta agrupación está de moda, y eso es una buena noticia.
Ahora bien, al margen de gustos sobre ‘folclorismos’ y ‘flamenqueos’, nadie podrá negar que la Agrupación Musical Virgen de los Reyes es una de las bandas de mayor calidad interpretativa, y que su presencia tras el Cristo de la Ventana, cofradía de la que sus músicos son hermanos honorarios, era una de las señas de identidad de la Semana Santa.
Y tras la noticia, como era de esperar, llega la polémica. Muchos hermanos empiezan a mostrar su disconformidad con una decisión que, a todas luces, se antoja innecesaria y caprichosa. Es cierto que cambios de banda en las cofradías se dan todos los años y no pasa nada. En la misma Hermandad de San Esteban, este año se cambió en el palio a la Filarmónica de Pilas por la Banda de Música de Las Cigarreras y apenas se oyó queja alguna. Pero la Agrupación Virgen de los Reyes y San Esteban conformaban una institución en sí misma, una unión perfecta que ahora, por causas que de momento no se han dado a conocer, se ha roto.
Hay quien habla de malas relaciones entre las partes; otros culpan a los Ariza, los capataces de la cofradía desde 2007; algunos dicen que el contrato con la Redención, que de momento es por un solo año, es el primer paso para que en 2011 San Esteban lleve cornetas y tambores, y apuntan incluso a la Centuria Macarena, que, años ha, ya acompañó al misterio. Y los más señalan directamente a Jesús Creagh, máximo responsable actual de la hermandad, escogido por el Arzobispado para recuperar la paz perdida durante el mandato de Carlos García Guisado, quien fuera, por cierto, el responsable del cambio de capataces.
Y es precisamente por ello, por ser Creagh una persona colocada a dedo, por lo que me pregunto cómo va a volver la normalidad a San Esteban si toma decisiones tan polémicas quien no ha sido escogido por los hermanos. Dicho de otra manera: si García Guisado, hermano mayor votado democráticamente por la cofradía, generó broncas monumentales con la sustitución de los capataces; ¿qué peleas internas no va a ocasionar el despido de una banda muy querida en la Puerta Carmona, decidido por alguien que no se ha presentado a unas elecciones? ¿Así volverá la tranquilidad? Por este camino, lo veo realmente difícil.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
JOSÉ CAPA MUÑOZ
A la edad de 85 años, Pepe, como todos le llamaban, ha fallecido en Sevilla. Pepe era el hermano número uno, por antigüedad, de la Hermandad de la Sagrada Cena. Pero además, Pepe, junto a su mujer, Encarna, era el dueño del piso donde viví durante más de dos años. Vamos, mi casero.
De repente me he visto trasladado a la calle San Joaquín. Yo vivía en el segundo piso; Pepe y Encarna en el primero. Era frecuente que, para cualquier cosa, o sencillamente para saludar cuando intuían que andábamos por ahí, nos llamaran desde el patio interior. De esa forma, hablábamos de las cosas del piso, del ruido de los vecinos o de cómo llevábamos los estudios.
El alquiler, 60.000 pesetas por un piso de tres habitaciones a dos patadas del centro histórico (una ganga, hoy en día), lo pagábamos en mano bajando hasta su casa. Normalmente, la visita no consistía únicamente en el intercambio del dinero y el recibo, sino que nos invitaban a pasar mientras Pepe, lenta y cuidadosamente, anotaba la cantidad entregada y el mes correspondiente. Incluso, en una de esas visitas, insistieron en regalarme una camiseta del restaurante Casa Pablo, de Puerto de la Cruz (Tenerife), donde habían estado hacía poco tiempo.
Lo primero que llamaba la atención nada más acceder a la vivienda era el enorme cuadro con la imagen de la Virgen del Subterráneo, la dolorosa titular de la hermandad a la que Pepe pertenecía desde los cinco años. Tanto él como Encarna eran cofrades hasta la médula. Y no eran pocas las fotografías y libros sobre Semana Santa que así lo demostraban, algunos de los cuales me prestó en varias ocasiones. Incluso el mueble de la televisión albergaba una de las últimas colecciones de videos sobre cofradías editados en VHS: "Bajo el cielo de Sevilla", ofrecida a sus lectores por el ABC, diario que tenía su sitio en la pequeña mesa camilla colocada junto a la cristalera del salón.
Por supuesto, era habitual encontrar al matrimonio, impecablemente vestido, en la Iglesia de los Terceros cada mañana de Domingo de Ramos, horas antes de la salida de la cofradía, o en los diversos actos celebrados durante el año, principalmente en los besamanos de la Virgen del Subterráneo o en los besapiés del Señor de la Cena y el Cristo de la Humildad y Paciencia. Pepe se movía por el templo, controlando que todo estuviera en su sitio y el culto se desarrollara con la solemnidad requerida; y Encarna permanecía sentada en un banco con la mirada fija en los titulares, hablando con otras hermanas o vendiendo estampitas y lotería de Navidad a los devotos.
El Martes Santo de 2002 bajaba yo las escaleras del edificio de la calle San Joaquín para acudir a ver la salida de la Hermandad de San Esteban. Al llegar al primero me encontré en el rellano con Encarna. Me preguntó que dónde iba con esas prisas y le expliqué que si me retrasaba más iba a ser difícil hacerme con un sitio para ver la dificultosa maniobra con que los costaleros ponen cada año en la calle al Cristo de la Salud y Buen Viaje, y a la Virgen de los Desamparados. Seguí bajando pero me detuve cuando recordé que dos días antes había asistido por primera vez a la salida de La Cena en la calle Sol. Se lo conté y me preguntó con interés: "¿Te gustó?". Le respondí: "Mucho". Su cara fue de auténtico orgullo cofrade y supe que le gustaría compartir ese sentimiento con su marido, por lo que añadí: "Dígaselo a Pepe". "Yo se lo diré", contestó.
Encarna, que compartía nombre con la Virgen que su hermandad pasea por las calles cada mes de octubre, se fue antes; y ahora la acompaña Pepe. Han dejado la tierra bajo la que, según la tradición, apareció la antigua dolorosa de su cofradía, para subir quizá a lo más alto, más arriba incluso de la azotea de aquel sencillo edificio de la calle San Joaquín.
jueves, 12 de noviembre de 2009
EL MUSEO DE LA MACARENA
Distribuido en tres plantas, el nuevo museo comienza por contarle al visitante, a través de diversos paneles, algunos de los hitos más destacados de la hermandad, como su fundación en San Basilio en 1595, su traslado a San Gil a mediados del XVII, la creación de la Centuria Macarena o la construcción de la actual Basílica Menor. También puede verse todo el conjunto de insignias que durante la Madrugá pasan prácticamente desapercibidas entre tanto nazareno. Una de las túnicas del Señor de la Sentencia, la conocida como de los "ochos", y un traje de "armao" anteceden al espacio que el museo dedica a la Virgen del Rosario, titular letífica de la antigua Hermandad del Rosario de San Gil, fusionada con la de la Esperanza cuando ambas coincidieron en dicho templo. Así, se puede ver completamente montado el paso que sale a las calles cada mes de octubre, el manto de salida, la ráfaga, la corona, la saya y la vestimenta del Niño Jesús.
Posteriormente, en la Sala II aparecen distintos elementos, como las antiguas bambalinas del paso de palio de la Macarena, uno de los mantos de camarín, el estandarte de la hermandad, una relación de hermanos mayores y otra de los miembros de la Casa Real que han formado parte de la cofradía. También se puede ver el famoso cuadro de José García Ramos titulado "Nazareno, dame un caramelo", una muestra del costumbrismo como motivo artístico.
El recorrido diseñado por los responsables del museo nos traslada ahora hasta la segunda planta. Nada más salir del ascensor nos topamos con un enorme plano de la ciudad de Sevilla donde está marcado el itinerario que recorre cada año la cofradía. En él se integran varios monitores donde se proyectan imágenes de los dos pasos por algunos de esos lugares que el visitante puede buscar en el plano, junto al que se ha situado la cruz de guía de plata inmediatamente delante de una antigua fotografía en la que un grupo de macarenos sonríen a la cámara portando esa misma insignia en una mañana de Viernes Santo.
Otros monitores en esta sala dan a conocer los aspectos de la Hermandad de la Macarena más desconocidos para los neófitos, como su larga lista de cultos internos que celebra durante el año o su labor asistencial y social. Además, con el título de "Macarena en el mundo", se puede ver cómo no se exagera un ápice cuando se habla de la devoción universal a la Virgen de la Esperanza. Y es que una pantalla va continuamente mostrando cómo la Macarena está presente en prácticamente todo el mundo a través de retablos callejeros en ciudades como Roma o Viena, pero sobre todo con imágenes de la Virgen que han tomado también como advocación la del popular barrio sevillano de las antiguas huertas a extramuros. Así, es curioso observar la presencia de la Macarena en Pennsylvania, Miami, Paraguay o Filipinas, sin olvidar ciudades españolas como Madrid, Barcelona o Villarrobledo.
En esta sala hay también diferentes cuadros de los carteles pictóricos que la hermandad edita cada año con motivo de la Semana Santa, junto al cartel de la Coronación Canónica que tuvo lugar en 1964. Frente a éste se exponen el manto celeste y la diadema utilizados en los cultos que tuvieron lugar en la Catedral y diversos regalos que, con este motivo, hicieron otras cofradías sevillanas.
Una de las piezas más llamativas expuestas es el cajón de madera en el que se ocultó a la Macarena en 1936 para sacarla de San Gil y ocultarla en el domicilio particular de un miembro de la hermandad en la calle Orfila, ante el temor de que el templo pudiera ser víctima de uno de los diversos incendios con que los republicanos defendían "la paz, la democracia y la libertad". No se equivocaron los hermanos. El 18 de julio San Gil era pasto de las llamas sin que la Virgen de la Esperanza, el Señor de la Sentencia y la Virgen del Rosario sufrieran daño alguno. Adosada a la urna de metacrilato que alberga el cajón y una reproducción del coche en el que se trasladó a la dolorosa se ha colocado una fotografía de la misma en el interior de su humilde altar provisional.
Por último, esta sala del museo muestra a los visitantes las túnicas de los nazarenos de ambos pasos, diversos carteles de cultos, el boceto de la escultura de Pilatos que figura en el paso de misterio y otra de las túnicas de salida de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia.
El recorrido finaliza en la planta primera, donde lo más destacado es la presencia de los dos pasos completamente montados (a excepción de las imágenes titulares que, obviamente, se encuentran en la Basílica), lo que permite detenerse en la contemplación de los infinitos detalles de talla, orfebrería y bordado en los que casi no da tiempo a reparar en las típicas bullas de la Madrugá.
Rodean a los pasos todos los elementos que les acompañan en la calle, como las bocinas, los ciriales, las navetas y los incensarios. Además, es posible observar con detalle los tres mantos de salida de la Macarena, varias sayas, el simpecado, los mantos de camarín y la corona, que se expone de forma que pueda ser vista desde todos los ángulos posibles.
La guasa sevillana ya ha bautizado al nuevo Museo de la Macarena como MOMA (Museum of Macarena Art). Así pues, lo único que me queda es recomendar a todo aquél que sepa apreciar el arte multidisciplinar que no deje de visitar en cuanto tenga ocasión el MOMA sevillano. Merece la pena.
martes, 10 de noviembre de 2009
LA ENFERMEDAD Y EL REMEDIO
Pues bien, a esa enfermedad del puente, causada por otra incurable (la estupidez humana), ha respondido el Ayuntamiento de Sevilla con un remedio que, ahora sí, está dañando lo que es un Monumento Histórico Nacional. Como podéis ver en las fotos que incluyo en esta entrada, muchos de los candados han sido retirados. El problema es que el instrumento utilizado para tal fin, probablemente una radial o algo parecido, está perjudicando a la reja, que, como el resto del puente, data de mediados del siglo XIX.
Se pueden apreciar numerosos cortes en los artísticos hierros que conforman la barandilla; unos daños absolutamente irreparables que una ciudad que, como dijera el periodista Francisco Robles, "va de monumental por la vida", no se debería permitir.
Hay que exigir a quien corresponda un remedio urgente, sin que éste sea, como está siendo, peor que la enfermedad. Y mientras, los idiotas siguen a lo suyo. Ayer mismo, una sonriente pareja se hacía una foto junto a su candado recién enganchado al monumento. Algo me detuvo y evitó que les recomendara otro lugar más recóndito donde podían habérselo colocado...
lunes, 9 de noviembre de 2009
LAS ÚLTIMAS GLORIAS
jueves, 24 de septiembre de 2009
LA VIRGEN DE LA MERCED EN SEVILLA
Desde que en 1218 la Virgen se le apareciera a San Pedro Nolasco para pedirle que creara una orden que continuara con la importantísima labor de redimir cautivos, objeto principal de la orden mercedaria, que siglos atrás recibió el nombre de Santa Eulalia, la advocación de la Merced, que en la Edad Media tenía el significado de misericordia, caridad, gracia y limosna, se extendió no sólo por toda España, sino también por Europa y América. En España, la Virgen de la Merced se convierte en Patrona de Barcelona, lugar donde tuvo lugar la aparición mariana, aunque la expansión de la orden hará que el patronazgo se extienda por todo el país, lo que explica que haya sido tomada como patrona en otros lugares alejados de la capital catalana como Jerez de la Frontera (Cádiz) o la localidad ciudadrealeña de Herencia.
Pero si hay una ciudad mariana por excelencia en nuestro país, ésa es, sin duda, Sevilla, que cuenta entre sus innumerables imágenes de la Virgen con varias que reciben la advocación de la Merced, o de las Mercedes, plural que, precisamente por influencia andaluza, es el que los herencianos han adoptado mayoritariamente para referirse a su patrona.
Por utilizar un orden cronológico, en primer lugar hay que hablar, en la ciudad del Guadalquivir, de Nuestra Madre y Señora de la Merced, de la Hermandad de Pasión, hermandad que se funda en Sevilla poco tiempo después que otra del mismo nombre en Valladolid, en 1531. La hermandad sevillana se funda en el antiguo Convento Casa Grande de la Merced, por lo que esta advocación es la que eligen para su dolorosa. La actual imagen es obra de Sebastián Santos Rojas, de 1966. Hay que señalar que el mencionado convento fue expropiado a los mercedarios por la Ley de Mendizábal de 1836, momento en que la Hermandad se ve obligada a abandonar su sede, comenzando un largo periplo que finalizará en la Parroquia del Salvador. El convento se convirtió en el actual Museo de Bellas Artes, la segunda pinacoteca más importante de España tras el madrileño Museo del Prado.
Otra hermandad sevillana, ésta de las denominadas de Gloria, que da culto a la advocación mariana que estamos analizando es la Hermandad de Nuestra Señora de las Mercedes Coronada, de la zona de la Puerta Real, que sale a la calle coincidiendo con su festividad del mes de septiembre. Posiblemente fue fundada por los Padres Mercedarios del Colegio de San Laureano en el siglo XVII, aunque no es hasta 1725 cuando se aprueban sus Reglas. El 24 de septiembre de 1972 se le impuso una corona de oro, acto al que en 1998 el cardenal Fray Carlos Amigo Vallejo le concedió carácter canónico, y dos años más tarde, el alcalde de Sevilla le dio la medalla de la Ciudad, como sucede en la capital andaluza con todas las imágenes marianas coronadas. El aspecto actual de esta imagen se debe al escultor sevillano Luis Álvarez Duarte, que la remodeló en 1969.
Por último, la tercera imagen sevillana con esta advocación es Nuestra Señora de las Mercedes Coronada, de la Hermandad de Santa Genoveva, otra hermandad penitencial como la de Pasión. Esta hermandad, seña de identidad del barrio del Tiro de Línea, que la acompaña en masa hasta el centro de la ciudad cada Lunes Santo, es de más reciente fundación, concretamente del año 1956. Se trata de uno de los barrios surgidos tras la guerra civil y cuya parroquia, llamada en su origen Santa Genoveva, recibió con los años el añadido de Nuestra Señora de las Mercedes, lo que da idea de la importante unión entre la parroquia, la hermandad y el barrio. La idea de crear la Hermandad fue de los propios vecinos, que eligieron para el Cristo la advocación de Jesús Cautivo, y para la Virgen, Mercedes, como redentora de cautivos, en clara alusión al origen de la orden mercedaria. El barrio, mediante donaciones, logró costear una corona de oro que le impuso el Cardenal Bueno Monreal, y también este acto obtuvo el rango de coronación canónica por el cardenal Carlos Amigo en 1997, al cumplirse el XXV Aniversario. La imagen es obra del imaginero José Paz Vélez, en 1956.
Además de estas tres, otras hermandades sevillanas tienen también vinculación con la orden mercedaria, como es el caso del Santo Entierro, Jesús Despojado, y la del Museo, que recibe este nombre popular por tener su capilla junto al Museo de Bellas Artes que, como comentábamos, fue Convento de la Merced.
martes, 15 de septiembre de 2009
LAS LLAVES DE SANTA ANA
En aquel artículo os conté cómo a este hombre, mudo de nacimiento, sólo le sale algo de voz cuando tiene delante al Cristo de las Tres Caídas y a la Virgen de la Esperanza de vuelta a su Capilla de los Marineros en los últimos momentos de la estación de penitencia. Es un hombre muy querido en el barrio, donde lleva toda su vida vinculado a la parroquia, casi desde que contempló, en plena guerra civil, el asesinato de sus padres (memoria histórica).
Hace algunos años, el imaginero Enrique Lobo Lozano, que trabajaba en la restauración de varias zonas del templo, recibió el encargo de realizar una imagen de Santa Cecilia para completar la iconografía existente en la "catedral" trianera, que alberga devociones como la propia Santa Ana con la Virgen en el altar mayor (actualmente en restauración), la Divina Pastora o Madre de Dios del Rosario, patrona de capataces y costaleros.
Lobo Lozano, sin embargo, decidió dedicar su trabajo a homenajear al hombre que durante tantos años ha estado y sigue estando al cuidado del templo. Por ello, propuso la realización de una talla de San Pedro, con las llaves en la mano, pero con el rostro del Mudo de Santa Ana. El párroco dio su visto bueno y el imaginero, tras tomar innumerables fotos del improvisado modelo, "subió a los altares" a quien también lleva en sus manos unas llaves, las de la parroquia de Santa Ana.
No hace ninguna falta que junto a la foto de la imagen de San Pedro ponga la del Mudo. Ninguna falta. Porque el parecido es absolutamente asombroso. Y de esta forma, son ahora dos los sacristanes de Santa Ana: el del templo y el del cielo.
lunes, 14 de septiembre de 2009
EL PUENTE DE MOCCIA
La razón por la que os hablo de Moccia y lo relaciono con estas imágenes del Puente de Triana está en esa cantidad de candados que hace meses empezaron a "adornar" la barandilla, una interesante muestra de la típica rejería sevillana. Y todo porque al millonario escritor italiano le dio por inventar la estupidez del "candado del amor", que aparece en "Tengo ganas de ti" como prueba del amor eterno que sitúa en el Puente Milvio de Roma (el pobre sí que tiene un aspecto lamentable).
Y como la idiocia del ser humano es más fuerte que el respeto por el arte, la cultura y el patrimonio (y la buena literatura...), en países de todo el mundo ha calado el absurdo "candado del amor". España, por supuesto, también se ha apuntado a la historia, como anima el propio Moccia a través de su web (federicomoccia.es), en la que aparece incluso un conteo de candados colocados en todas las ciudades. Hoy afirma que en Sevilla hay 157, pero ya os digo yo que son muchos más.
Así las cosas, la imagen que ofrece el maravilloso Puente de Triana es realmente descorazonadora. Incluso hay guiris que se paran con sus cámaras para captar, no tanto el paisaje que se vislumbra desde allí (Giralda, Torre del Oro, Maestranza, la Magdalena, las torres de la Plaza de España, Santa Ana...) como los cientos de candados que, de orilla a orilla, casi recuerdan al legendario puente de barcas que los musulmanes instalaron en el siglo XII para comunicar Sevilla y Triana, y que no era sino una fila inestable de barquitas con una pasarela encima que permaneció sobre el Guadalquivir hasta 1852.
Sí, amigos, ahora va la parte divulgativa que con tanta atención sé que devoráis en este blog. El Puente de Isabel II, que es como se llama realmente, se construyó entre los años 1845 y 1852 para sustituir al puente de barcas, que ya no cumplía con las necesidades de transporte de la época. Los arquitectos Steinacher y Bernadet fueron los encargados de elaborar el diseño, basado en el hoy desaparecido Puente de Carrousel que se levantó sobre el Sena en París unos años antes (en Estrasburgo puede verse un pequeño puente con un diseño muy similar). Salvo los soportes de piedra que se hunden bajo el agua, el material predominante es el hierro, utilizado con la habitual profusión del siglo XIX en esta obra de ingeniería de la que son especialmente reconocibles los numerosos aros de diferentes tamaños que adornan las arcadas del puente.
Sin embargo, toda esa estructura (pilares y aros) no cumple actualmente la función para la que fue creada, que era la de sujetar la pasarela. En los años 70, el creciente tráfico de autobuses y camiones empezó a dejar notar su nocivo efecto sobre un puente que no estaba preparado para ello. La primera solución que se le ocurrió a los gobernantes de entonces fue derribar el puente y construir uno nuevo más firme y capaz de aguantar un mayor peso. Curiosamente, la población sevillana se rebeló contra esa idea inicial de deshacerse de una construcción tan carismática para la ciudad (¡Qué pena que no se haya hecho lo mismo con otras cuestiones patrimoniales como las "setas" de la Encarnación, la remodelación del Palacio de San Telmo, la reforma de la Plaza Nueva o el abandono de la iglesia de Santa Catalina...).
Las protestas sirvieron para algo y se planteó una solución a medio camino entre la construcción de un nuevo puente y la conservación del antiguo. Se instaló una enorme pasarela que apenas roza la estructura original, sino que se apoya exclusivamente en cada una de las dos orillas. Así, los pilares y aros son hoy tan sólo un elemento decorativo.
Éste es el secreto del Puente de Isabel II o de Triana. Dos posibles denominaciones a las que espero que no se una en el futuro la de Puente de Moccia, algo que no me extrañaría nada, dado el interés con que cientos de tontainas han decidido sumarse a la historia del candado. Sólo espero que las parejas que se sienten representadas con esos candados los retiren cuando la relación termine y, si no es mucho pedir, no los arrojen al río... Aunque seguramente las llaves de todos ellos estén ahora mismo bajo las aguas.
jueves, 3 de septiembre de 2009
NO, NO Y MIL VECES NO
El señor Juan Muñoz Jigato, hermano mayor de La Resurrección, ha recibido de nuevo como respuesta un NO, tan grande como el Giraldillo, a su absurda pretensión de hacer que Jesucristo retire la piedra del Sepulcro antes de tiempo, diluyendo así el misterio más importante de la cristiandad, aquél que da sentido a ésta, entre cofradías que dan culto a misterios pasionistas y consiguiendo al tiempo entradas en Campana televisadas.
Dicho de otro modo: Muñoz Jigato ha obtenido de nuevo un NO. Las cuatro hermandades que, hoy por hoy, al menos hasta el año que viene, conforman el Sábado Santo sevillano se han puesto de acuerdo en rechazar que la Hermandad de la Resurrección salga a las calles en ese día, abandonando así la que, sin ningún género de dudas, es la jornada que le corresponde: el Domingo de Resurrección.
No han convencido sus lamentos sobre la inseguridad de las calles a las 4,30 horas de la madrugada del domingo porque nadie le obliga a salir a esa hora; no ha obtenido el seguimiento esperado en sus argumentos al defender que el Resucitado puede salir el Sábado Santo igual que el Cristo del Amor sale el Domingo de Ramos, porque el misterio más grande de la humanidad, la gloriosa resurrección de Jesús, ni es ni puede compararse con los misterios pasionistas que se conmemoran durante siete días; no ha visto generarse el eco que buscaba tras las palabras del cardenal Amigo defendiendo la posibilidad de cambiar de día de salida.
Nada. Muñoz Jigato ha tenido que digerir el enésimo tropiezo de su despropósito.
Pero, ¿va a servir esta nueva piedra en el camino para que abandone sus intenciones? Lamentablemente, me temo que a este culebrón aún le queda una buena tanda de capítulos. Y es que el hermano mayor de la cofradía de Santa Marina ya ha advertido que quizá se equivocó al proponer pasar por carrera oficial la primera del día, antes que Los Servitas, y que lo suyo hubiera sido solicitar el último lugar, tras la Soledad de San Lorenzo. Y añade que ese puesto le va más a la cofradía.
Así las cosas, no descarto que en unas pocas semanas o meses, quizá para la próxima Cuaresma, como le gusta a él, Muñoz Jigato presente en el Consejo su solicitud para salir el Sábado Santo como quinta (o sexta si entra El Sol) cofradía del Sábado Santo. Y si no, al tiempo...
Y el Domingo de Resurrección, ¿qué hacemos? Pues ir a los toros, que para eso está...
lunes, 20 de julio de 2009
90 AÑOS DE "AMARGURAS"
Su nombre ha quedado escrito además con letras de oro en la historia de la música procesional, gracias principalmente a dos marchas de Semana Santa que son dos grandes clásicos cuya interpretación es imprescindible para cualquier banda de música que se precie. Estoy hablando de "Amarguras", marcha que cumple ahora 90 años, y "Soleá dame la mano", aunque hay teorías que señalan a su hermano, José Font de Anta, como el verdadero autor. En cualquier caso, y siguiendo la creencia más extendida, la composición de ambas marchas obedeció a historias muy curiosas.
En el caso de "Amarguras", considerada hoy en día el himno de la Semana Santa de Sevilla, la marcha por excelencia, fue compuesta en Madrid, donde Font de Anta vivía dedicado a su labor musical. Su padre, Manuel Font Fernández de la Herranz, también músico y autor de marchas de Semana Santa (como "A la memoria de mi padre", dedicada a José Font y Marimón), reconocía en Font de Anta una enorme cualidad compositiva, por lo que su gran devoción por la Virgen de la Amargura, que recorre las calles sevillanas cada Domingo de Ramos, le llevó a encargarle que creara una marcha dedicada a esta imagen.
El hijo, sin embargo, ocupado como estaba en su intensa actividad profesional, no encontraba tiempo para responder positivamente al encargo. Así, en 1919 Manuel Font Fernández de la Herranz decidió enviarle a Madrid una foto de la Amargura con una nota en la que le recordaba su infructuosa y reiterada petición de componer una marcha para aquella Virgen, y le preguntaba si, viéndola en la foto, sería capaz de negársela también a ella.
Dicho y hecho. Manuel Font de Anta se puso al piano y en poco tiempo empezaron a surgir las notas de una composición con la que puso música al diálogo que en el paso de palio mantienen la Virgen de la Amargura y San Juan Evangelista.
No menos curiosa es la historia que explica la creación de la marcha "Soleá dame la mano". En este caso no hubo encargo alguno. Fue el propio Font de Anta el que recogió a pie de calle durante una mañana de Viernes Santo la inspiración necesaria para componer. En la calle Pastor y Landero, en pleno barrio del Arenal, se encontraba la conocida como cárcel del Pópulo, denominada así porque se abrió, tras la desamortización, en lo que fue en tiempos Convento de Nuestra Señora del Pópulo, y hoy es el Mercado del Arenal. Por allí pasaba, y sigue pasando, la Hermandad de la Esperanza de Triana en su itinerario de regreso a su barrio, al otro lado del Guadalquivir. Desde las ventanas de la prisión eran muchos los presos que se asomaban para ver pasar al Cristo de las Tres Caídas y a la Virgen de la Esperanza, e incluso algunos se atrevían a dirigir saetas a ambas imágenes.
Una de estas saetas decía así: "Soleá dame la mano, a la reja de la cárcel, que tengo muchos hermanos, huérfanos de padre y madre...". Al escuchar esto, Font de Anta se inspiró para crear una marcha que recoge la melancolía propia de la escena que se reeditaba año tras año en el mismo lugar, y para la que tomó prestado como título el primer verso de aquella saeta.
La historia de esta marcha se completa con lo que el músico ruso Igor Stravinski, de visita en Sevilla, diría años más tarde al escuchar la marcha "Soleá dame la mano" interpretada tras el paso de palio de la Virgen del Refugio de la Hermandad de San Bernardo: "Estoy escuchando lo que veo y viendo lo que escucho".
Pero la tragedia se llevó por delante, recién iniciada la guerra civil, a un joven compositor que, en caso de haber vivido muchos más años, hubiera sido capaz de regalar a los amantes de la música en general grandes creaciones que, como estas dos marchas procesionales, hubieran permanecido para siempre en la memoria colectiva de todos.
Y todo por una fatal coincidencia. Un grupo de republicanos se presentaron en el inmueble donde Manuel Font de Anta vivía. No le buscaban a él, sino a un compañero de piso al que querían liquidar por diferencias ideológicas. Al no encontrar en casa a quien pretendían asesinar, y ya que habían hecho el viaje, decidieron matar al que les abrió la puerta. Así de sencillo. Esto, queridos lectores, es también memoria histórica.
martes, 16 de junio de 2009
"ELLA NUNCA TIENE PRISA"
Ahora, sin embargo, los tribunales han tenido que enseñarle a ZP lo que tenía que haber aprendido durante sus muchos años como silencioso diputado en el Congreso. Que los presidentes del Gobierno lo son de todos los españoles y que lo que es de justicia lo es, independientemente de las creencias o posiciones particulares del gobernante de turno. Los tribunales le han indicado que si un Gobierno aprueba una cosa dentro de la legalidad, no puede venir el siguiente y borrar de un plumazo todo lo que no le conviene. Esto, llevado al extremo, es lo que ha pasado con el Plan Hidrológico Nacional. En qué momento se le ocurriría a ZP cargarse también eso...
En fin, lo importante es que, como dijo el hermano mayor de la Hermandad de la Macarena, Juan Ruiz Cárdenas, finalmente se ha hecho justicia. "Teníamos fe en la Virgen. Ella nunca tiene prisa y sabíamos que, antes o después, nos devolverían el dinero". Un dinero que disfrutarán los visitantes que a menudo pasan por la Basílica de la Macarena, los turistas que se interesan por el museo, los hermanos y no hermanos de la cofradía, los devotos... Es decir, decenas de miles de ciudadanos españoles (y muchísimos extranjeros) para quienes ZP también ejerce de presidente del Gobierno, aunque éste tenga aún el reloj parado en épocas felizmente superadas.
sábado, 30 de mayo de 2009
EN EL DÍA DE SAN FERNANDO
Quince vástagos nada menos, concebidos quizá entre batalla y batalla. Y es que aunque hoy a algunos sectores les pueda parecer políticamente incorrecto, lo cierto es que del papel de Fernando III como monarca lo más destacable es el gran impulso que le dio a la Reconquista, un largo trayecto histórico iniciado prácticamente desde el mismo momento de la llegada de los musulmanes a la Península, y que culminarían allá por 1492 los Reyes Católicos en Granada.
La fase de la Reconquista protagonizada por el rey santo se centró fundamentalmente en Andalucía. Así, entre 1225 y 1227 se haría con las localidades jiennenses de Andújar, Martos y Baeza, para más tarde, en 1231, conquistar la complicada localidad de Cazorla. El siguiente paso fue devolver al mundo cristiano la ciudad de Córdoba en 1236. Unos años más tarde, el ejército real comandado por el infante Alfonso se desviaría para reconquistar Murcia, mientras que Fernando III seguía ocupado en Andalucía, donde en 1246 se haría con Jaén, y dos años más tarde llegaría a Sevilla, donde la batalla no consistió en un derramamiento de sangre. Tras un tiempo acampado en el actual barrio de San Bernardo, que hoy cuenta con un buen número de calles que recuerdan aquel capítulo de la historia, el rey dio la oportunidad a los musulmanes de abandonar la ciudad de forma pacífica. Como éstos se resistían, la segunda opción fue bloquear el paso de todo tipo de alimentos procedentes de Aljarafe, de forma que, ante la falta de comida, los musulmanes entregaron a San Fernando las llaves de la ciudad el 23 de noviembre de 1248. Se cuenta que antes de salir de Sevilla, los expulsados quisieron derruir la torre de la gran mezquita, la Giralda, aunque el rey, que desplegó en una de sus caras el pendón de Castilla, amenazó con matar a tantos moros como ladrillos de la torre fueran arrancados. Parece que el monarca, que había mandado levantar las catedrales de León y Burgos, sabía reconocer la buena arquitectura.
Aunque las ciudades gaditanas de Medina Sidonia y Arcos de la Frontera fueron también reconquistadas posteriormente por San Fernando, éste quedó para siempre prendado de Sevilla, instaló su residencia en los Reales Alcázares y allí murió aquejado de hidropesía en 1252.
La leyenda atribuye al rey santo la llegada a Sevilla de la imagen de la Virgen de los Reyes, patrona de la ciudad, a cuyos pies se encuentran sus restos en una urna de plata realizada en 1729 regalada por Felipe V. Esta urna es abierta sólo tres días al año: hoy, día de su festividad; el 22 de agosto, día de la octava de la Virgen de los Reyes; y el 23 de noviembre, aniversario de la Reconquista de la capital hispalense.
El papa Clemente X canonizó a San Fernando en 1671 y todos los sevillanos lo tienen por patrón. Bueno, todos no. El alcalde quiere cargarse la fiesta local el año que viene para tener un día festivo más en feria y poder darle al rebujito. Así entiende Monteseirín la memoria histórica con quien concedió a Sevilla el título de Muy Noble. Eran otros tiempos...
jueves, 23 de abril de 2009
DAÑOS COLATERALES
Y no salvo a nadie de ese ridículo. Ni a los saeteros aficionados, alguno de los cuales demostró tener más valor que vergüenza, ni a los profesionales, que se dejaron llevar por la batalla, cayendo también en el absurdo.
Vayamos por partes. Yo venía siguiendo a la Soledad desde la calle Cuna, y la verdad es que durante todo ese trayecto no hubo prácticamente saetas hasta llegar a la plaza de la Gavidia, donde Jesús Heredia, uno de los más reconocidos, le cantó aquello del “divino broche de oro que cierra la Semana Santa”. No debió de quedar muy satisfecho con la interpretación, porque rápidamente se desplazó hasta la plaza de San Lorenzo, como ahora veremos.
Ninguna saeta por Cardenal Spínola y llegamos a la plaza. Nunca había visto la entrada de la Soledad. Sabía de la sucesión de saetas que se produce cada año, pero ignoraba que en esto, como en tantos otros aspectos de la Semana Santa, se hubiera perdido el sentido de la medida. Pensaba que en cuanto la Virgen asomase a San Lorenzo comenzarían los saeteros con lo suyo. Pero no fue así hasta que el paso no estuvo en mitad de la plaza. Un tiempo precioso, por tanto, perdido por los saeteros (aficionados y profesionales) que les llevó a iniciar la guerra sin cuartel.
Fue ciertamente patético ver cómo los saeteros se pisaban entre sí para que no se les adelantara otro. Dio hasta cierta vergüenza ajena una saetera, la única mujer en la batalla, que, como una Juana de Arco cofrade, logró finalmente cantar su saeta a pesar de ser pisoteada hasta en dos ocasiones por las voces masculinas, más potentes, que cantaban por encima de ella.
Heredia, que ya había hecho acto de presencia, volvió con lo del “divino broche de oro” (habrá que actualizar las letras un poquito). Y cuál no sería mi sorpresa cuando El Sacri, otro de los grandes, cantó instantes después la misma saeta, palabra por palabra. Aún no había entrado, y la Virgen llevaba ya tres broches de oro. ¿Había necesidad de repetir la misma saeta? ¿Aportaba algo a la entrada de la Soledad? Por cierto, El Sacri fue el saetero al que le tocó claudicar ante nuestra Juana de Arco particular. Tras comenzar una saeta que se iniciaba así: “Soledad de San Lorenzo...”, se dio cuenta que la saetera también estaba cantando y se calló.
En toda guerra hay que arriesgar. Y hubo un saetero que arriesgó, y de qué manera, cantándole a la Soledad en latín (!!!!), aunque seguro que mi profesor del instituto habría concluido que ésa no era nuestra lengua muerta. O bien que lo muerto, muerto está, y para qué resucitarlo.
Pero la guerra de las saetas la ganó El Sacri, quien, no contento con haber participado una vez en la absurda batalla, decidió intentarlo una segunda. Claro, que no sé si cuenta como victoria, dado que esta nueva saeta se la acabó cantando a la puerta cerrada de San Lorenzo. Ignoro si, con tal de lucirse, al saetero le dio igual cantarle a la Virgen que a la puerta, al monumento a Juan de Mesa o a las palomas de los árboles, que no podían dormir con la lucha encarnizada que se libraba en la plaza.
El público, que se dio cuenta del ridículo tan espantoso que acababa de presenciar, optó por callar definitivamente al impenitente saetero con un aplauso, tras el que El Sacri dio la faena por terminada y se bajó del banco en el que estaba subido.
Y dentro de San Lorenzo se quedó la Soledad, a la que los saeteros, empeñados con afán en la causa, le estropearon la entrada en su templo, que debería haber sido en absoluto silencio, respeto y recogimiento. Es lo que se llaman daños colaterales de la guerra. Otro año será.