miércoles, 27 de enero de 2010
LA ESTRELLA VUELVE A TRIANA
Foto: pasionensevilla.tv
Decían que podía ser de Martínez Montañés. O quizá de Juan de Mesa. Pero el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico ha determinado que, por sus rasgos, la Virgen de la Estrella pudo haber salido de las manos de Luisa Roldán (La Roldana); de su marido, Luis Antonio de los Arcos; o de ambos. Pero el enigma continúa.
Sea de quien sea, la Estrella vuelve mañana a Triana tras una restauración que nos ha devuelto el esplendor de esa dolorosa con piel de porcelana que cada Domingo de Ramos cruza el puente con la firmeza con que lo hiciera en 1932, cuando se ganó el apelativo de 'la Valiente'. Fue la única que se atrevió a salir a la calle en esos tiempos convulsos, dispuesta a cumplir con su anual compromiso hacia sus devotos. Y recibió por ello, junto a la Catedral, los fallidos disparos de un loco que, gracias a Dios, tenía tanta puntería como materia gris.
La Estrella, la alfarera de Triana, vuelve a casa y lo hace con ganas. Sabe que le esperan unos cultos en Santa Ana, una estación de penitencia bajo su antiguo palio macareno y una salida extraordinaria en junio para celebrar los 450 años de vida de su hermandad.
"Quién dijo que están remotas
de Sevilla las estrellas,
si aquí hay una que alborota
con su cara de doncella".
Carlos Herrera
(Pregón de la Semana Santa de Sevilla, 2001).
jueves, 21 de enero de 2010
PETER PAN REGRESA A LAS AULAS
Pero en mis tiempos, queridos nietos, los potenciales profesionales de la información, comunicación y corazoneo; los aspirantes a peones de empresarios que juegan a comprar teles, radios y periódicos en permanente riesgo de jaque mate, teníamos nuestro nido en la calle Gonzalo Bilbao, en la que fuera la casa de este pintor impresionista sevillano, junto a La Parrapa, el bar de nuestros desayunos, meriendas y aperitivos regentado por una señora con cara y maneras de pocos amigos; junto a La Espumita; junto al desaparecido Guirigay (siempre se van los mejores).
A veces, cuando salíamos de los bares entrábamos en las aulas. Y entonces nos encontrábamos con un laberíntico edificio de innumerables pasillos, recovecos imposibles, escaleras empinadísimas y un patio de palmeras donde podía verse una réplica en piedra del monumento a Martínez Montañés situado en la plaza del Salvador.
Ésa, chavales, era mi facultad. Aquélla en la que escuchamos a un profesor, mi profe de Redacción, comentar con otro: "Si conocieran los alumnos los informes arquitectónicos que hay sobre este edificio no estarían tantos a la vez sentados en el mismo pasillo para la revisión de examen"; aquélla que apareció en las portadas de todos los periódicos con la imagen de un nutrido grupo de alumnos intentando impedir el acceso de Ismael y Koldo, concursantes del primer Gran Hermano invitados a dar una conferencia sobre el programa que revolucionó la televisión, al grito de "que nos traigan a Tamara" (luego Ámbar, luego Yurena y luego la nada); aquélla en la que Rafael González Galiana, hijo de María Galiana (la abuelita de "Cuéntame") y con un impresionante parecido con Roberto Benigni, impartía sus surrealistas clases en plena efervescencia de "La vida es bella"; aquélla en la que mis compañeros y yo expusimos un trabajo sobre la Escuela de Frankfurt ataviados con camisetas que reproducían conocidas obras de arte y fotografías de variados grupos musicales para ilustrar de la manera más gráfica posible el concepto de lo 'kitsch'.
Peter Pan volvió ayer a las aulas. Estaba tan ilusionado por reencontrarme con todo, que incluso quise pasar al servicio sin ganas. Pero es que, ¡vaya unos retretes! ¡Qué moderno todo! ¡Qué alicatado a base de minúsculos azulejos de color rojo! Y es que pocas cosas se mantienen exactamente como yo las recordaba. Para empezar, las aulas en las que recibí las clases ya no albergan pupitres y pizarras, sino cuadros, esculturas y demás trabajos de los estudiantes de Bellas Artes. El salón de actos ha sido partido en dos. La puerta por la que accedíamos a la copistería ha sido tapiada y diversos despachos de profesores han sido derribados para crear una gran sala que acoge más y más cabezas de venus y adonis hechos en arcilla. El aula de informática es ahora de dibujo y mi clase de 3º se ha convertido en una sala de exposiciones.
Lo único que se mantiene tal y como la recordaba es la biblioteca. Pero ahí no pasé. Todavía me acuerdo de mi discusión con la encargada, que insistía en que no había devuelto un libro, yo decía que sí, el libro no apareció y me prohibieron seguir utilizando el servicio de préstamo. Quizá el fantasma de Gonzalo Bilbao estaba de broma ese día. Por cierto, tampoco ayer me topé con él; y eso a pesar de que cualquier recoveco de esa facultad es realmente proclive a ese tipo de apariciones.
Me diréis lo que queráis. Que la nueva facultad de la Expo es más grande, más moderna y que tiene unos azulejos en los baños que dañan menos a la vista. Lo que queráis. Pero ni tiene Parrapa, ni un patio con palmeras, ni un estudio arquitectónico que anima al uso del casco. Eso, niños, es solera. Y eso no se encuentra cruzando la Barqueta.
domingo, 10 de enero de 2010
HABEMUS CARTEL
Acaba de nacer hace apenas dos semanas y ya lo estamos matando. Esta mañana se ha presentado el cartel que el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla ha editado para anunciar la Semana Santa de 2010. Su autor es el pintor Luis Rizo Haro, quien, como hermano del Baratillo que es, ha situado como protagonista destacada del cartel a la Virgen de la Caridad en su paso de palio, delante del Arco del Postigo, lo que nos traslada a la noche del Miércoles Santo, cuando la cofradía va ya de regreso a su capilla.
Sin llegar al 'horror vacui' escénico diseñado por Huguet Pretel en su genial cartel de 2009, Rizo también ha incluido un buen número de motivos diferentes e interesantes detalles; algunos más visibles que otros. Así, flanquean el palio un nazareno baratillero del paso de la Piedad portando una bocina, y un armao macareno con el Senatus de la Centuria.
En la parte superior del cuadro se encuentra el Lignum Crucis de la Hermandad de la Vera Cruz, a la que el pintor también pertenece, junto a dos ángeles situados ante una cortina burdeos de la que pende una medalla de la Hermandad de la Esperanza de Triana. También se puede apreciar el escudo de la Hermandad del Silencio; una cruz de Santiago que evoca a la que los niños nazarenos de la Borriquita llevan en su pecho, al igual que los hermanos de La Carretería; la Giralda y las azucenas, símbolo de la Archidiócesis; el emblema de la Virgen María; una cruz de San Juan que recuerda a la que aparece en el escudo de la Hermandad del Gran Poder; la corona de espinas atravesada por la caña; y el ancla, símbolo de la esperanza.
Además, mandando el paso de palio del Baratillo queda representada la reconocible silueta de Rafael Díaz Palacios, capataz de la Caridad hasta el pasado año, cuando anunció su retirada después de muchas Semanas Santas en el martillo.
Todos estos elementos son los que Luis Rizo, que ya mostró su buen hacer con los carteles del 500 aniversario de La Trinidad o el centenario del Baratillo, ha escogido para anunciarnos, a 78 días del Domingo de Ramos, lo que está por venir. Ya huele a Semana Santa, dicen. A pesar de la nieve...