sábado, 28 de agosto de 2010
EL EFECTO CONTRARIO
Cada año, en verano, ya sea en el número de julio o el de agosto, el Boletín de las Cofradías de Sevilla ofrece la memoria de actividades del Consejo de Hermandades y Cofradías del último curso. Se trata de un completo informe de obligada lectura, desde mi punto de vista, no sólo para los cofrades, sino, sobre todo, para los que no lo son y para aquéllos que creen que las hermandades son únicamente esos clubes sociales que una vez al año ponen en la calle lujosos pasos con bordados y orfebrería de altísimo coste económico. Pero no. Hasta cuatro páginas dedica la memoria del curso 2009-2010 a reflejar con todo detalle la labor social que el Consejo lleva a cabo por los más desfavorecidos, a la que habría que añadir la específica que desarrolla cada hermandad por su cuenta, hasta sumar todo un conjunto de actividades de solidaridad y entrega a los demás que supera cada año el millón de euros. Me pregunto qué otra institución dedica semejante cantidad al prójimo en una sola ciudad.
Pero, al margen de eso, y como siempre me da por fijarme en los detallitos, llama la atención que, por primera vez, al hablar del propio Boletín de las Cofradías no se indica el número de suscriptores con el que cuenta. Y claro, a uno le da por preguntarse cuál puede ser la causa, teniendo en cuenta que éste ha sido siempre el primer dato que se daba sobre la publicación.
Repasando las memorias de los últimos años, se observa cómo desde 2007 el número de suscripciones no ha hecho sino bajar. Así, si en 2006 se indicaba que se habían alcanzado los 1.817 suscriptores, apuntando que esta cantidad suponía un 2,7% más con respecto a 2005 (cuando había 1.769), en 2007 lo único que se dice es que hay 1.755 suscriptores, sin especificar la variación porcentual (que fue a la baja); en 2008, eran 1.666; y en 2009, 1.571. Y así llegamos a 2010, en que directamente se obvia el dato.
Lo curioso del asunto es que, si este año se hubiera ofrecido el número de suscriptores, como se ha hecho hasta ahora, seguramente no me habría dado por consultar las memorias de los años anteriores y ni me habría enterado de la progresiva reducción que se ha venido produciendo. Es lo que tiene ocultar información: que a veces genera los efectos contrarios a los deseados.
jueves, 19 de agosto de 2010
LA MACARENA EN ÁVILA
Y así, con esta actitud, es como uno, a veces, se topa con pequeñas sorpresas, como la que ahora os muestro: la Macarena en Ávila. Hace algunos días, nada más acceder a la parroquia de San Juan Bautista de dicha capital castellana, observé el perfil de una dolorosa que me resultó familiar. Se trataba de la imagen titular de la Hermandad de la Esperanza de Ávila (http://www.esperanzadeavila.com/), realizada en 1954 por el imaginero cordobés Manuel Romero Ortega, inspirándose en el rostro de la sevillana Esperanza Macarena, como puede apreciarse en algunos rasgos de la cara.
La capilla en la que recibe culto, llamada de San Lorenzo, aunque todo el mundo la conoce como capilla de la Esperanza, se encuentra a los pies de la nave del Evangelio, junto a la pila donde fue bautizada Santa Teresa de Jesús. Allí es donde tiene su sede la cofradía que fundaron los miembros del Colegio de Agentes Comerciales de Ávila, que tienen a esta Virgen como patrona.
La hermandad, que también cuenta con una imagen de Cristo en el misterio de su Prendimiento en el Huerto de los Olivos, realiza su salida procesional en la tarde del Lunes Santo. Además, la Esperanza abulense, como la de Sevilla, también cuenta con un arco que recibe su nombre. Se trata de uno de los arcos de la plaza del Mercado Chico, situada junto a la parroquia de San Juan Bautista, bajo el que pasa cada año el paso de palio.
Por último, y aunque esta cofradía castellana tomó como modelo para la imagen de la dolorosa a la Macarena, hay que apuntar que su escudo se asemeja más al de la Esperanza de Triana. Así, todos contentos a un lado y a otro del Guadalquivir.