sábado, 15 de enero de 2011

JOSÉ PAZ VÉLEZ


Recién iniciado el año en que habría cumplido las ocho décadas, José Paz Vélez ha fallecido en Sevilla, donde nació el 22 de diciembre de 1931. Como imaginero, fue el responsable de la devoción de todo un barrio, el Tiro de Línea, para el que realizó las imágenes del Cautivo, la Virgen de las Mercedes y San Juan Evangelista.
La vida, la incomunicación, la falta de tacto o, quizá, todo eso a la vez hizo que las relaciones entre la Hermandad de Santa Genoveva y el que puso sus manos para dar forma a Dios y a su Madre se deterioraran de forma incomprensible cuando la cofradía decidió encomendar la restauración de Nuestra Señora de las Mercedes a Enrique Gutiérrez Carrasquilla, en lugar de al propio Paz Vélez, saltándose así las más elementales formas de proceder en el mundo del arte.
"Me arrepiento de haber hecho a la Virgen de las Mercedes", llegó a decir en medio de aquella polémica, que terminó con la intervención de la talla, consistente fundamentalmente en una limpieza, por Carrasquilla, sintiéndose el autor de la imagen ninguneado por la hermandad. Cuando la Virgen volvió al templo desde un taller ajeno, José Paz Vélez denunció cambios sustanciales en su fisonomía y afirmaba no reconecer en ella a la madre del Cautivo que medio siglo antes había realizado.
Puede que exagerara, puede que hablara sólo su herido orgullo de artista; o puede que efectivamente viera algo diferente en su versión de la Madre de Dios para Sevilla, una ciudad que, empachada de grandes escultores, no pareció reconocer la aportación de este sencillo imaginero a la devoción popular, como sí hicieron en Utrera, en Alcalá de Guadaira o en Las Palmas de Gran Canaria.
No creo que se arrepintiera nunca de haber robado a la madera el alma del Tiro de Línea. No creo que dejara de emocionarse al contemplar cada año la cantidad de vecinos que desde ese humilde barrio siguen a sus imágenes titulares hasta el centro de la ciudad.
En su última Semana Santa en la tierra, la lluvia impidió que la hermandad recorriera el itinerario acostumbrado. Ahora da igual. Ningún aguacero puede ya impedir a José Paz Vélez, sin necesidad de que un sol radiante ilumine el Lunes Santo, seguir los pasos firmes de Jesús Cautivo y agarrarse al rojo manto de la Virgen de las Mercedes, cuyo rostro, sin retoques de otras manos, puede contemplar ahora más cerca que nunca.

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