sábado, 30 de abril de 2011

CERREMOS LOS OJOS


Decir que esta Semana Santa ha sido mala sería injusto. Injusto para las hermandades que han podido realizar sus estaciones de penitencia con normalidad; injusto para los enfermos, personas mayores o trabajadores que ni siquiera han podido recorrer las calles para ver lo que ha salido o para contemplar los pasos en sus templos; injusto para quienes, por los motivos que sean, quisieran haber estado en Sevilla durante estos días y, no sólo no han podido, sino que la lluvia encima ha dejado casi sin contenido las retransmisiones de internet; injusto, en definitiva, para las ciudades y pueblos a los que ya les gustaría tener una Semana Santa con más de 30 hermandades tan maravillosas como las que han podido salir este año (contando también las de vísperas).
En cualquier caso, lo más importante es que la lluvia no ha conseguido mojar nuestra alma de cofrades; ésa que mantenemos todo el año despierta, ya sea asfixiados de calor en agosto o comiendo mantecados en Navidad.
No habrán salido a la calle este año. Pero, haced la prueba: si cerramos los ojos, ¿acaso no vemos al misterio de San Benito subiendo poderoso la Cuesta del Rosario? ¿No escuchamos "Soledad franciscana" en el regreso a casa de la Virgen de San Buenaventura por Carlos Cañal? ¿No oímos cómo cantan las hermanas de la Cruz a la Virgen de Gracia y Amparo? ¿O a la del Rosario? ¿O a las Angustias? ¿O a la Macarena? ¿No nos sumergimos en la magia de Montserrat a los sones de "Margot" por Molviedro? ¿No nos maravillamos al ver el misterio de la Exaltación abriéndose paso entre los muros de la calle Gerona? ¿No racheamos con los costaleros siguiendo a la Soledad por Cardenal Spínola camino de San Lorenzo? ¿No nos impresionamos con el Señor de la Sentencia avanzando con firmeza delante de Roma? ¿No nos deja boquiabiertos la salida, en una casi interminable lucha contra la piedra, del palio de los Desamparados? ¿No nos aferramos a la zancada del Gran Poder en un amanecer por San Vicente...?
Podrá ponerse el cielo, con minúscula, como quiera; podrá teñir de gris el paisaje, podrán las nubes llorar aguaceros de impotencia y las tormentas rugir de rabia. Pero tendrán que asumir que, les guste o no, nunca llueve, nunca, en el corazón de un cofrade.
Quedan 337 días para el Domingo de Ramos. Feliz espera...

1 comentario:

  1. No hace falta más que leer este post para asegurar que tienes alma cofrade. La lluvia no puede calar los sentimientos. Saludos

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