La imagen que mejor resume lo acontecido en la inexistente Madrugá de 2011 la ofreció poco antes de las tres Giralda TV: la puerta cerrada de la Magdalena, la calle a oscuras y vacía. Absolutamente nadie a una hora en que, en circunstancias normales, San Pablo estaría de bote en bote para ver salir El Calvario y contemplar después a una comprimida Hermandad de la Esperanza de Triana tratando de dejar espacio al Gran Poder en el cruce de Zaragoza a Gravina.
Nada de eso, sin embargo, iba a ocurrir esa noche. La no decisión (porque realmente poco hubo que decidir) del Calvario rubricaba una aciaga jornada en la que todas las hermandades, las seis (incluso la hermandad trianera, por más que se empeñara en mantener el inútil suspense durante media hora), lo tuvieron clarísimo.
Doce minutos; solamente doce minutos bastaron para que El Silencio, La Macarena y El Gran Poder, por este mismo orden, pasaran la pelota a la segunda mitad de la Madrugá. Prácticamente una hora antes de sus respectivas salidas, las dos primeras cofradías de negro ya se pronunciaron, mientras que en San Gil no vieron ni siquiera necesario solicitar tiempo para decidir.
Y llegó el turno de la segunda parte. El intenso aguacero que soportaron quienes esperaban en las calles Pureza y Verónica facilitó a las juntas de gobierno la decisión. Después vendría toda una señora tormenta para confirmar, por si quedaba alguna duda, que no había otra opción.
La Madrugá concluyó sin haber empezado, convirtiéndose así en la tercera jornada en blanco de la Semana Santa de 2011.
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