La Virgen del Carmen de Calatrava protagonizó el pasado viernes su segunda procesión fluvial por el Guadalquivir en una jornada que, pese al intenso calor reinante, congregó a un buen número de cofrades y fieles alrededor de la pequeña imagen mariana, que se presentaba en unas andas iluminadas por cuatro guardabrisas en las esquinas y exornadas por diversas especies florales, dos ángeles y una red de pesca.
El traslado hasta el río comenzó pasadas las siete y media de la tarde con el acompañamiento de la Asociación Cultural Amigos de la Música de Estepa. La Virgen del Carmen recorrió la calle Calatrava, adornada con flores de papel blancas y marrones, hasta salir por la Puerta de la Barqueta, desde donde comenzó su descenso a la orilla del Guadalquivir.
Ya en los bajos del Puente de la Barqueta, la Virgen fue colocada en la embarcación que la llevaría hasta la Pasarela de la Cartuja mientras se cantaba la Salve Marinera y la banda interpretaba el Himno Nacional.
Diferentes barcas y piraguas acompañaron a la Virgen del Carmen durante su trayecto, que realizó una pequeña parada ante el Club de Remo de Sevilla, que entregó una ofrenda floral recogida por el hermano mayor de la corporación, José Antonio Grande de León.
Desde allí la Virgen continuó su camino hasta la Pasarela, engalanada con banderolas con los colores propios del Carmelo y donde tuvo lugar el homenaje a los marineros difuntos y una gran petalada.
Y una vez de vuelta al Puente de la Barqueta se inició el Rosario de Vísperas por las calles del barrio. El acompañamiento musical estuvo a cargo, en esta parte de la intensa jornada, del Coro de Campanilleros Paz y Misericordia, de Rochelambert. Hay que destacar la presencia de un grupo de marineros del buque Pizarro, de la Armada, que fueron los encargados de portar sobre sus hombros a la Virgen del Carmen en los últimos metros del rosario, hasta su entrada de nuevo en la capilla.
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