"Además de ésta, ¿qué vírgenes están también en besamanos?". La pregunta la hacía el domingo por la mañana un hombre a otro en la capilla de la Hermandad de la Bofetá, en San Lorenzo. Y es que, como indicábamos hace algunas semanas, septiembre es el mes en el que, tras el descanso veraniego, Sevilla recupera el pulso cofradiero que, en realidad, no termina nunca de perder.
Efectivamente, fueron varias imágenes marianas titulares de nuestras cofradías las que se expusieron a sus devotos en besamanos este fin de semana. En concreto, fueron cuatro dolorosas (exceptuando la Virgen de las Mercedes de Santa Genoveva, que lo hizo sólo el sábado) y una de gloria.
Así, en San Lorenzo pudimos ver a la Virgen del Dulce Nombre ataviada con su manto y corona de salida.
Sin dejar el centro histórico, en el antiguo Compás de la Laguna se podía admirar a la Virgen de los Dolores y Misericordia, de la Hermandad de Jesús Despojado, cuyos priostes saben muy bien sacar partido a las pequeñas dimensiones de la Capilla del Mayor Dolor para la celebración de estos cultos.
En Nervión, toda vestida de blanco, nos esperaba en el presbiterio de la Parroquia de la Concepción la imagen de Santa María de Consolación Madre de la Iglesia, que no dejó de recibir visitas durante los dos días que duró el besamanos.
Y no demasiado lejos, en el Cerro del Águila, el barrio entero mostraba su amor por Nuestra Señora de los Dolores, que durante tres días (entre el sábado y el lunes) estuvo expuesta en besamanos.
Finalmente, en la Parroquia de Santa Ana, la Catedral trianera, se celebraba el besamanos a la Patrona de capataces y costaleros, Madre de Dios del Rosario, vestida con un manto rojo y colocada ante su retablo, presidido por el simpecado de la hermandad.
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