La Hermandad de la Virgen del Rosario del Barrio León realizó el pasado sábado su salida procesional, que la llevó a recorrer durante más de cinco horas las calles de su feligresía en una emotiva jornada. Abría el cortejo la Banda de Cornetas y Tambores Amor de Cristo, de San Juan de Aznalfarache, y acompañaban a la cofradía trianera las hermandades del Carmen de San Leandro, el Carmen de Calatrava, la Candelaria Madre de Dios, la Paz de Arcos de la Frontera y las asociaciones de las Maravillas de Sevilla y la Misión de Jerez de la Frontera.
La imagen vestía manto azul y saya blanca bordados en oro, mientras que el exorno floral constaba principalmente de nardos y rosas blancas. La Banda de Música de la Cruz Roja acompañó a la Virgen, realizada en 1982 por Luis Álvarez Duarte. Inmediatamente después de la salida desde la Parroquia de San Gonzalo sonó por primera vez en la calle "Rosario de Azahar", la marcha de Moisés Viretti estrenada en un concierto celebrado el 25 de septiembre en el Asilo de Nuestra Señora de la Consolación.
A partir de ahí, la banda interpretó un variadísimo repertorio musical que incluyó las marchas "Rosario del Barrio León" y "Encarnación Coronada" a su llegada al asilo de la Avenida de Coria. Allí la esperaba un grupo de ancianos que cantaron la Salve a la Virgen. Entre ellos se encontraba el 'Mudo de Santa Ana', que hizo sonar el llamador para que el paso retomara su itinerario. La marcha escogida para salir de nuevo a la avenida fue "Glorias de Sevilla", de Manuel Marvizón, que cada vez se oye más en las procesiones de las corporaciones de gloria.
Posteriormente, el paso se dirigió hacia las calles La Coruña y San Vicente de Paúl hasta la Ronda de Triana, donde realizó una parada ante la Parroquia de las Santas Justa y Rufina, donde la Virgen fue recibida por el delegado diocesano de Hermandades, Manuel Soria Campos, nombrado en junio párroco de este templo, y por el presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías, Adolfo Arenas Castillo. Tras el rezo ante la imagen, Soria dedicó unas palabras a los costaleros antes de que el paso se marchara a los sones de "María Santísima de la O".
Momentos antes de las doce y media de la noche llegó a su capilla de la calle Padre Maruri. Allí se vivieron los momentos de mayor emoción gracias a una mujer que, acompañada por una guitarra, cantó desde un balcón una sevillana de tres estrofas, cada una de las cuales finalizaba con "¡Viva la Virgen del Rosario! ¡Viva el Niño de la Virgen!", provocando siempre el aplauso de los presentes. Finalmente, mientras sonaba el solo de flauta y tambor de "Rocío", el paso se levantó a pulso y acto seguido se hizo coincidir la parte final de la marcha con una intensa petalada y el lanzamiento de diversos fuegos artificiales; después el paso entró definitivamente en la capilla entre el repique de sus campanas.
La anécdota de la salida procesional de la Virgen del Rosario del Barrio León la protagonizó una mujer de rasgos orientales que estuvo siguiendo al paso desde el Hospital Infanta Luisa hasta la Avenida de Alvar Núñez. No miraba ni a la Virgen, ni el paso, ni las flores, ni los cirios; lo único que le llamaba la atención eran los pies de los costaleros. Llegó a caminar pegada al paso durante cada 'chicotá' sin dejar de mirarlos y cada vez que el paso paraba y los costaleros levantaban los faldones para tomar aire se asomaba tratando de ver cómo era el esqueleto del paso.
Finalmente, cuando se produjo un relevo de costaleros no tuvo reparos en situarse detrás de uno de los que acababan de salir para tocar su costal, ver de qué estaba hecho y preguntar con gestos si debajo del paso los hombres iban encorvados. El costalero trató de explicarle que van de pie, con la espalda recta y dejando que el peso del paso descanse sobre el costal. Satisfecha su curiosidad, la mujer contempló cómo el paso volvía a levantarse y se marchó tras haber visto resuelto el enigma de los pies escondidos detrás de los faldones...
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