Foto: abcdesevilla.es
Si hace unos días, con motivo del besamanos de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Humildad, de la Hermandad del Cerro, recordábamos la labor de Juan Manuel Miñarro como estudioso de la Sábana Santa y el reflejo de dicho trabajo en sus más recientes imágenes de Cristo, hoy volvemos a hacerlo debido a la bendición de su última obra, el Señor del Amor en su Prendimiento, realizado para la Agrupación Parroquial del Olivo, de Écija, aprobada por el Arzobispado de Sevilla el pasado mes de diciembre con sede en la Iglesia de Santiago el Mayor.
Se trata de una bellísima obra en la que Miñarro ha reproducido de la manera más fiel el rostro de la Síndone. Al tratarse de la imagen que presidirá el misterio del Prendimiento, el Señor aún no ha sido golpeado, por lo que no presenta aún la nariz rota, algo que debió ocurrir probablemente durante su presencia ante Anás, cuando fue golpeado con un palo, que parece una versión más probable que la 'bofetá' que cada Martes Santo vemos por las calles desde San Lorenzo.
Lo que sí se observa es el fenómeno de la hematidrosis, del que no siempre se han acordado los imagineros a lo largo de la historia (el Cristo de los Panaderos, por ejemplo, no lo tiene). Por explicarlo de la manera más sencilla, la hematidrosis consiste en sudar sangre, algo que está demostrado que puede ocurrir, por la dilatación y contracción hasta su ruptura de los vasos sanguíneos de la epidermis próximos a las glándulas sudoríparas, en momentos de máxima ansiedad o estrés emocional, como sin duda debió sentir Jesucristo en el Huerto de los Olivos al ser plenamente consciente de todo lo que se le venía encima.
En este caso, Miñarro ha sido especialmente generoso a la hora de representar este fenómeno en el rostro del Señor del Amor, ya que la sangre le cae profusamente por el rostro perdiéndose desde el cuello hacia el interior de la túnica.
Sin duda, estamos ante una imagen de una gran valía artística que se emparenta absolutamente con el Señor de la Humildad del Cerro, así como, por ejemplo, con el crucificado de los Estudiantes de Córdoba. Un parentesco estilístico que va más allá del habitual parecido entre imágenes realizadas por un autor común. Y es que Miñarro está plenamente decidido a plasmar en la madera el rostro de aquel hombre cuyo maltrecho cuerpo fue envuelto en la Síndone.
Foto: pasionensevilla.tv
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