De hecho, en 2010 el Nazareno de la Castilla procesionó con el dorado de la canastilla retirado para la aplicación del nuevo, mientras que este año el paso se pudo ver con dos tipos de dorado: el antiguo aún en los respiraderos y el nuevo ya completamente finalizado en la canastilla, lo que permitió contemplar (desgraciadamente sólo en el templo al no salir la cofradía por la lluvia) la diferencia de brillo entre ambas partes del paso.
Pero el próximo año, si el tiempo lo permite (las cabañuelas parece que despejan toda preocupación), podremos disfrutar bajo el sol de la tarde del Viernes Santo del paso del Nazareno, obra de José Martínez en 1977, reflejándose en las aguas del Guadalquivir cuando cruce el Puente de Triana.
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