No hace ni un año el hermano mayor de Pino Montano, Ramón Borreguero, comentaba que no se planteaba entrar en la nómina de la Semana Santa hasta que la hermandad no se consolidara en el barrio, con un cuerpo de nazarenos mayor y fuera una cofradía, por así decirlo, con más cuerpo. Parece ser que da todo eso ya por conseguido, o bien el anuncio de la más que inmediata aprobación de dos nuevas hermandades de penitencia en las vísperas, San José Obrero y la Milagrosa, ha puesto nerviosos a los de San Isidro Labrador.
El caso es que la Hermandad de Pino Montano ha solicitado al Consejo su incorporación a la nómina de la Semana Santa. Ya son, por tanto, oficialmente dos las que esperan (La Misión tiene, de hecho, marcada en sus reglas la estación de penitencia en la Catedral); sin olvidar el intento oficioso de La Corona, que tanteó la posibilidad del Viernes Santo.
Esto ya no hay quien lo pare. Y eso que, si nos atuviéramos al sentido común, esto habría que pararlo. El problema es que desde que el Consejo, auspiciado por el Cardenal Amigo, se saltó la famosa norma de las 57, en el tema de las incorporaciones hemos ido moviéndonos por impulsos, a trompicones, sin una planificación seria que nos permita saber qué pasos se tienen que dar y cómo en el futuro más inmediato.
Se aprobó la entrada del Carmen y el Polígono sin decidir primero en qué jornadas colocarlas, lo que dio lugar, como ya es sabido, a encuentros y desencuentros que nada tuvieron que ver con la aceptación unánime del Martes Santo al Cerro en el 89. Tras un 2009 sin novedad, llegó el Sol al Sábado Santo en 2010. Posteriormente, Adolfo Arenas confirmó que durante su mandato (al menos durante el primero) no habría más incorporaciones, dejando a La Misión con reglas y promesas, pero sin Catedral (como si retrasar las decisiones fuera una solución). Y así llegamos a la situación actual, con dos hermandades esperando su turno en la fila (La Misión y Pino Montano), y otras tres (La Corona, San José Obrero y La Milagrosa) que por distancia no tardarán en preguntar quién da la vez.
¿Caben todas esas cofradías en la Semana Santa? Desde mi punto de vista, y sintiéndolo mucho, es evidente que no. Pero ahora a ver quién le pone el cascabel al gato. Una vez que dejamos sin valor la norma de las 57, ¿en base a qué podemos negarle a una hermandad lo que le hemos permitido a otras antes? En esto el Consejo ha perdido autoridad. ¿Tendrá que ser de nuevo el Arzobispado el que venga a ponerle puertas al campo? ¿Necesitamos la norma de las 60? ¿O de las 61? ¿O de las 62...?
tonteria, anti cristiana es la definición perfecta para este articulo.
ResponderEliminarEl Carmen doloroso y el Polígono nunca deberían haber entrado en la nómina de las que van a la Santa Iglesia Catedral, deberían haberse quedado la primera el Viernes de Dolores, y la segunda por su barrio el día que más le plazca. Con la única que creo que sí se ha acertado es con El Sol.
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