Foto: Momentos Cofrades (Producciones RVG)
"Sevilla me lo ha dado todo". Esta frase resume el cariño mutuo que Pepe Peregil sentía por la ciudad de la que hoy mismo se ha despedido. El saetero ha fallecido a causa de una enfermedad dejando a la Semana Santa en general, y a la Hermandad del Museo en particular, un poco más vacía. Con menos voz.Los maestros de la productora RVG no eran conscientes del regalo que iban a hacerle a los cofrades cuando decidieron incluir como contenido extra de sus últimos DVD una entrevista a Peregil. El escenario no podía ser otro que su taberna "Quitapesares", desde la que veía pasar la vida muy cerquita de su Virgen de las Aguas, que presidía el local desde un enorme cuadro colgado tras la barra.
Allí contó a quienes no teníamos conocimiento de su trayectoria que había nacido en Manzanilla (Huelva), que le gustaba cantar por Manolo Escobar y Raphael, y que viró hacia el flamenco a raíz de entablar amistad con unos compañeros del servicio militar. En 1967 llegó a Sevilla y montó su bar, teniendo tiempo incluso para grabar algunos discos de flamenco. Pepe Peregil podía presumir incluso de haber cantado ante la Familia Real al completo.
Peregil, el saetero de la voz particular, entrecortada, faltará este año en la entrada del Museo, o en la del Amor, o en Santa Ángela ante el palio de la Amargura. Precisamente fue delante del misterio de la hermandad de San Juan de la Palma donde se estrenó, no sin muchos nervios, como saetero. Fue un ensayo de cara al Lunes Santo. Y lo superó con creces. Pese a todo, nunca perdió el "miedo terrible" que le provocaba cantar una saeta, "el cante más difícil, pero a la vez el más bonito".
El nieto de Pérez Gil (de ahí su apodo) puede por fin detenerse para siempre en esa amanecida de Viernes Santo en que rezó al Gran Poder su particular versión del Padre Nuestro a las puertas de San Vicente. Podrá ver, ahora sí, su sueño cumplido y esa amanecida no acabará jamás.
Mi querido amigo Pepe, nos has dejado, tu eras de las pocas personas en el mundo que debieran ser eternas, siento un profundo dolor por tu perdida, pero estoy segura que con filosofía de la vida me contarías algún chiste o alguna de tus ocurrencias y me harías sonreír, cuando naciste se rompió el molde eras una persona única e irrepetible, ya nuestro grupo del Rocio "los gilinois" no será lo mismo sin ti, ahora solo me queda darle mi mas ferviente cariño a la gran mujer que te acompañó en la vida mi gran amiga Mari y a tus hijos que son maravillosos. Un beso muy grande
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