lunes, 11 de junio de 2012

CORPUS 2012: LARGUÍSIMA PROCESIÓN BAJO EL SOL


Con decir que entre la salida de cada uno de los cinco primeros pasos de la procesión del Corpus transcurrió una media hora ya cualquiera se puede hacer una idea de lo excesivamente largo que fue el cortejo. Y claro, así se explica que la Custodia de Arfe saliera de la Catedral con más de veinte minutos de retraso, obligándose a acelerar al final para recuperar parte de ese tiempo. Sea por verdadera devoción al Santísimo Sacramento, que es de lo que se trata, sea por las ganas de salir de muchos cofrades tras una (dos en realidad) Semana Santa pasada por agua, sea por la cofradiera vanidad de ver y dejarse ver cirio o, sobre todo, vara en mano, lo cierto es que sin duda algún límite habría que poner a las representaciones. "¿Numerus clausus dice usted?". Llamémosle equis. El caso es que setenta y tres integrantes en la representación de una sola hermandad, en este caso la Esperanza de Triana, es un número imposible de asumir en una procesión donde figuran absolutamente todas las hermandades de la ciudad (gloria, penitencia y sacramentales), además de las representaciones eclesiásticas, civiles, militares, seises y un larguísimo etcétera. No es cuestión de señalar a la calle Pureza. El número de su representación fue el más alto, pero no se quedaron muy atrás otras corporaciones, como las Penas o el Buen Fin, por poner sólo dos ejemplos más. Y es que fueron principalmente las hermandades de penitencia las responsables de hacer de la primera parte de la procesión algo verdaderamente tedioso. Y todo bajo un sol que, aunque no apretaba con tanta fuerza como el año pasado, cuando lo tardío de la Semana Santa retrasó el Corpus hasta finales de mes, no dejaba de ser el sol del junio sevillano. A las ocho y media en punto salían por la Puerta de San Miguel los niños carráncanos con la esquila abriendo paso al cortejo.


Casi media hora más tarde aparecía el primer paso, el de Santa Ángela de la Cruz, que presentaba como importante novedad una peana dorada sobre la que se colocaron algunas jarritas del paso de palio de la Amargura, al ser la cofradía del Domingo de Ramos la encargada de exornar y llevar estas andas guiadas por el capataz Alejandro Ollero.








Para ver el segundo paso, el de las Santas Justa y Rufina, hubo que esperar prácticamente a que se cumpliera una hora desde la salida de los niños carráncanos. La Hermandad de la Esperanza de Triana era este año la encargada del paso de las santas patronas, que iba exornado de forma muy original, contribuyendo así a que la vista no se fuera en demasía al mal estado de conservación de las andas, que presentan importantes pérdidas del dorado y algunas grietas.






El tercer paso, el de San Isidoro, apareció adornado con claveles blancos, impregnado del clasicismo de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas y Nuestra Señora de Loreto. El que fuera arzobispo de Sevilla en el siglo VII estaba flanqueado por dos jarras doradas del paso de palio de la cofradía que lleva su nombre.









La Hermandad de la Macarena se encargó del exorno del paso de San Leandro, guiado por el capataz Antonio Santiago. El también arzobispo de Sevilla y hermano de San Isidoro llevaba claveles rojos con algunas espigas de trigo sobresaliendo entre ellos.








Con el paso de San Fernando concluyeron las representaciones de hermandades y llegó la música a la procesión gracias a la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, que interpretó en primer lugar "La procesión del Corpus", composición estrenada la noche antes en el concierto de la Plaza de San Francisco. La Hermandad del Beso de Judas, que tiene al conquistador de la ciudad como titular, se encargó de la preparación del paso.













A partir de aquí la procesión se hizo mucho más dinámica y sólo siete minutos separaron la salida de San Fernando de la del paso de la Inmaculada Concepción, de Alonso Martínez, que como cada año estuvo a cargo de la Hermandad del Silencio.








Cinco minutos más tarde salía a la Avenida el paso del Niño Jesús del Sagrario, imagen de Martínez Montañés que será restaurada próximamente. Su propia hermandad, la Sacramental de la Parroquia de San Clemente, a la que todos conocen como Parroquia del Sagrario, fue la autora del colorista exorno floral de este pequeño paso.









El penúltimo paso, el de la Santa Espina o Custodia Chica, figuraba inmediatamente detrás y estuvo a cargo de la Hermandad del Valle, que también da culto a una reliquia de la corona de espinas que colocaron al Señor sobre sus sienes. De nuevo, clasicismo en las flores, que eran claveles rojos con espigas de trigo y algunos racimos de uvas.








Por último, a las once menos cinco de la mañana asomó por la Puerta de San Miguel la Custodia de Arfe con el Santísimo, adornada con claveles blancos, espigas y racimos, y seguida del arzobispo, Juan José Asenjo, el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, y las representaciones civiles encabezadas por el alcalde, Juan Ignacio Zoido, que recibió en su segundo Corpus algunos aplausos espontáneos de los ciudadanos, aunque no tantos como el año pasado, cuando acababa de tomar posesión. Cerró la procesión la Compañía de Honores del Ejército, con bandera, escuadra y música.
















Nada más pasar la Custodia por la calle Alemanes, la Policía Local cortó el cortejo para que pudiese acceder una ambulancia que debía atender a una señora mayor que al parecer había sufrido un desmayo. Una vez retirado el vehículo sanitario pudo concluir con normalidad la procesión, que entró de nuevo en la Catedral por la Puerta de los Palos.

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