Para poner fin al ciclo de cultos a las diferentes vírgenes del Carmen volvemos a la pequeña capilla de la calle Calatrava. El pasado día 22 de julio, una semana después de su procesión fluvial y rosario público, la pequeña talla de Cristóbal Ramos realizó, ya sobre su paso, la procesión por la feligresía. Se estrenaban el dorado de los candelabros y las tulipas.
A las ocho de la tarde cruzaba el dintel de la capilla la cruz de guía para dar paso al cortejo, del que formaban parte diversas representaciones de hermandades como Pino Montano, Anunciación, Rosario de San Julián, Carmen de San Leandro, Carmen de San Gil, Rosario del Barrio León o los Desamparados del Parque Alcosa. Además, estuvo también presente el guión del Grupo Joven de la Hermandad de Jesús Despojado.
Antonio Santiago dirigía a la cuadrilla de costaleros, que sortearon la puerta del pequeño templo para salir en primer lugar en dirección a la Alameda de Hércules. La Banda de Música de Nuestra Señora de la Victoria, de Las Cigarreras, acompañó musicalmente a la Virgen del Carmen con marchas como "Virgen de las Aguas", "Virgen de los Ángeles", "Hiniesta Coronada", "Virgen de la Paz", "Amor y Socorro", "Alma de la Trinidad", "Virgen de la Palma", "Procesión de Semana Santa en Sevilla", "María Santísima del Dulce Nombre", "Hosanna in excelsis" o "Pasan los campanilleros".
Tras dejar atrás la Alameda, la Virgen del Carmen tomó la calle Lumbreras, que la recorrió casi en su totalidad y en la que el hermano mayor, José Antonio Grande de León, tuvo que subirse al paso para volver a colocarle a la imagen un pendiente que se le cayó en una levantá. Posteriormente, el cortejo entró en la estrechez de Arte de la Seda, donde fueron arrojadas dos intensísimas petaladas.
Desde allí, la Virgen alcanzó la calle Santa Clara, cruzó Lumbreras y continuó hacia la residencia de las Madres Reparadoras, donde el paso se volvió frente a la puerta, en la que junto a las monjas había un grupo de ancianos que cantaron a la imagen.
Ya anochecía cuando la Virgen del Carmen de Calatrava continuó su camino hacia dos de las principales paradas del recorrido. En primer lugar, el Convento de Santa Ana en la calle del mismo nombre. El paso entró por completo en el templo no sin dificultad por la altura de los escalones de la fachada. En el interior, con el paso vuelto hacia la celosía, las religiosas rezaron y cantaron a la imagen.
Un poco más adelante se detuvo el paso junto a una casa de la misma calle Santa Ana, donde el saetero Ángel Díaz cantó unas emocionadas sevillanas a la Virgen del Carmen acompañado a la guitarra por Carlos Domínguez. Acto seguido se lanzaron fuegos artificiales mientras caía de nuevo una importante petalada. Fue, sin duda, el momento cumbre de la triunfal procesión del Carmen de Calatrava.
En la recta final del itinerario, el cortejo tomó desde Santa Ana la calle Jesús del Gran Poder, que desemboca en la misma Capilla de la Santa Cruz del Rodeo y Nuestra Señora del Carmen.
A las doce menos cuarto de la noche llegó el paso a la pequeña plaza situada frente a la capilla. Antonio Santiago mandó poco a poco situar al paso delante de la puerta, donde quedó detenido. La siguiente levantá la dedicó el capataz a José Antonio Grande de León, que se despide este año como hermano mayor, con estas palabras: "Esta levantá va por un hombre que se cruzó a la Virgen en su camino y le robó el corazón".
Inmediatamente, mientras se lanzaban más fuegos artificiales, el paso entró de nuevo en su capilla poniendo el punto y final al intenso mes de julio carmelita en la Hermandad del Carmen de Calatrava y en el conjunto de la Sevilla cofradiera.
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