Foto: imagineralourdeshernandez.com
- ¿Cómo empezaste en esto de la imaginería y cuál ha sido tu trayectoria hasta hoy?
- Siempre se empieza con cositas pequeñas para particulares, y así se va conociendo tu obra hasta que ya te van haciendo encargos más importantes. A nivel profesional, el primer trabajo que hice para hermandades fue la Virgen de la Trinidad de Algeciras, cuando tenía 22 años. Después pasé unos tres años que solamente hacía vírgenes, hasta que llegó la época de los evangelistas y otros tres o cuatro años haciendo evangelistas. Ahora, sin embargo, llevo unos años en que lo que más hago son cristos e imágenes masculinas.
- Y aparte de hermandades, ¿qué otros clientes tienes?
- Trabajo mucho también para las iglesias, imágenes de culto en altares, retablos y también para particulares, aunque yo ahora me he especializado en la imaginería religiosa y no tengo tiempo para dedicarme a la escultura profana o costumbrista, pero me gustaría.
- ¿Tienes algún modelo de inspiración, algún escultor o estilo artístico en que te bases para hacer tu trabajo?
- A mí, más que autores, lo que me inspira son obras. No tengo ningún autor preferido, pero sí muchas obras preferidas de distintos autores. Hay cosas de Ortega Bru que me gustan y cosas que no; de Buiza, de Sebastián Santos..., entonces prefiero inspirarme en esas obras más que seguir la carrera o intentar obsesionarme con parecerme a uno o a otro. Y luego, por supuesto, me gusta la época dorada de la escultura con Martínez Montañés, Juan de Mesa, Pedro Roldán o Alonso Cano, que es donde tenemos puestos los ojos todos los que nos dedicamos a esto.
- ¿Has tenido algún maestro con el que empezases como aprendiz en su taller?
- Sí, yo estuve con José Antonio Navarro Arteaga unos tres años, y compaginaba el taller con la carrera en la Universidad.
- Háblame un poco de las fases en el proceso de creación de una obra.
- Lo primero que se hace, si es algo de envergadura como un paso de misterio, es un boceto en barro que se presenta a la hermandad para que dé su visto bueno. A veces te dan libertad para hacerlo como tú quieras y otras te piden que imites tal o cual obra, sobre todo los particulares que a lo mejor quieren tener la imagen de su hermandad en miniatura. La hermandad de la Presentación al Pueblo de Algeciras, por ejemplo, para concebir el misterio me pidieron que me fijase en el de la Hermandad de San Benito de aquí. Sin embargo, para hacer el Cristo me han dado total libertad para hacerlo como yo quiera, y no se parece en nada al que hizo Castillo Lastrucci para esa hermandad. Después del boceto hago la cabeza del Cristo en barro y la vuelvo a presentar a la hermandad. Si la aprueba la paso a la madera y se termina por completo. Si es una imagen de vestir, se hace la cabeza por un lado, los brazos y los pies por otro y se ensambla. Con la imagen ya montada se prepara la policromía dándole el estuco para que se adhiera la pintura, se lija y ya se van dando las manos de imprimación y de policromía, y por último la pátina.
Foto: eccehomoalgeciras.blogspot.com
- ¿Resulta frustrante, cuando haces una imagen, esmerarte mucho en tallar partes de la misma que luego no son visibles con las ropas puestas?
- Más que el hecho de que no se vea con las ropas, lo frustrante es que no sepan sacarle partido a la imagen con la ropa que deben. En el caso de un Cristo no influye mucho porque la talla siempre va a lucir. Pero en el caso de una dolorosa, que es sólo una cabeza y unas manos, si no sabes enmarcarle bien la cara, hacerle bien la blonda, darle ese toque de gracia, ponerle bien la ropa o los brazos, que son articulados, ya puede tener la mejor ropa del mundo, los mejores bordados, que el resultado no va a ser bueno.
- ¿Colaboras tú en vestir a las imágenes?
- Algunas veces sí y otras no. Yo reconozco que no sé vestir a las imágenes y prefiero que lo haga otra persona, pero muchas veces, en algunos pueblos no tienen ni idea de hacerlo y entonces me ocupo yo. De todas formas, muchas veces te tienes que conformar con la manera en que vistan a tus imágenes aunque no sea de tu agrado.
- ¿Cómo ves el panorama actual de la imaginería? ¿Crees que está en un buen momento en el que se hacen obras de calidad?
- Estamos en un momento en que hay mucho trabajo, somos muchos los que nos dedicamos a esto, hay muchos escultores nuevos y hay trabajo para todos. Pero creo que lo que falla es la calidad porque hay muchos que no han estudiado ni han pasado por ningún taller y les puede más la ilusión de tener una obra suya en la calle que el ser crítico con uno mismo y ver que quizá aún no está tan preparado como cree. Por eso se están haciendo auténticas barbaridades. Pero con el paso del tiempo se va viendo quién vale y quién no, porque por el camino van cayendo unos y permanecen otros.
- Quizá tiene eso algo que ver con lo que le ocurría a Antonio Castillo Lastrucci, que se dice que tenía tanto trabajo que al final no hacía buenas obras.
- El problema de Castillo Lastrucci es que enfocó el tema de la imaginería como si fuera una empresa. Era tal la cantidad de trabajo que tenía que delegaba muchísimas obras en otros escultores que trabajaban con él. Entonces al dejar las obras en manos de otras personas puede que el resultado no sea tan bueno. En cualquier caso, Lastrucci está bien valorado en Sevilla, aparte de porque tuvo un papel importante en la reposición de obras perdidas en la Guerra Civil, porque dio con un punto clave, que fue la escenografía de los pasos de misterio, como el de San Benito o la Bofetá. Todo el mundo sabe que imágenes suyas independientes puestas al lado de obras de otros autores pueden resultar de peor calidad, pero en escenografía el conjunto funciona muy bien, con una teatralidad, un colorido y un contraste muy buenos.
- ¿Crees que es difícil hacerse un hueco en el mundo de la imaginería en Sevilla?
- Es difícil porque el mundo de la imaginería a nivel nacional prácticamente se reduce a lo que es el círculo de Sevilla. Por eso es aquí donde todo el mundo tiene puestos los ojos. El que entra en Sevilla o hace algo aquí es reconocido en toda España, aunque sea por una sola obra. Pero yo no creo que sea tan importante en la carrera de un escultor. Se puede trabajar perfectamente para otros sitios sin necesidad de estar obsesionado con la idea de hacer algo en Sevilla.
- ¿Te han abierto las puertas las cofradías de Sevilla?
- Sevilla ya es otra historia, primero porque está todo hecho. Además, existe mucha competencia al haber tanta gente dedicada a la imaginería. Pero, en cualquier caso, en Sevilla no le abren las puertas a nadie que lleve pocos años trabajando en esto, y si se le abren va a haber muchos problemas, muchas críticas muy duras y muy fuertes. Es algo que ya ha pasado alguna vez. Aquí la gente que intenta subir los escalones en diez en diez y entrar en este mundo con tres o cuatro años de experiencia no es muy aceptada. Primero tienes que ser conocido fuera para ser reconocido en tu tierra.
Foto: imagineralourdeshernandez.com
- ¿Crees que en Sevilla se valora más al imaginero de aquí que al que viene de fuera?
- No creo que se valore más al de aquí. En el caso, por ejemplo, de Ortega Bru, que era de San Roque, está muy valorado, aunque creo que en cierto modo es comprensible que le cambiasen algunas imágenes. Al misterio de Santa Marta le cambiaron su dolorosa por una de Sebastián Santos, y le añadieron la imagen de Santa Marta, también de Santos. Digo que es comprensible porque, en mi opinión, Ortega Bru era muy bueno haciendo imágenes masculinas, pero las femeninas, salvo tres o cuatro contadas, no eran muy bonitas. Es por lo que pienso que la Hermandad de Santa Marta sustituyó su dolorosa. Pero, de todas formas, Ortega Bru sí tuvo bastante éxito y bastante acogida y recibió muchos encargos de aquí de Sevilla. De hecho, él no quería dedicarse a la imaginería, sino que hacía figuras de cera para el museo de Madrid, pero empezaron a salirle estos encargos para la Semana Santa y acabó trabajando en la imaginería sin habérselo planteado.
- ¿Consideras que existe un complejo de inferioridad en Andalucía e incluso en el resto de España con respecto a Sevilla? Todos quieren parecerse a Sevilla, hacerlo como Sevilla, imitarla en cuestiones de imaginería...
- No, no creo que sea un complejo de inferioridad, sino que la pena del resto de España, de las zonas donde aún hay un foco importante de Semana Santa, es que se ha perdido la escuela. La escuela castellana, la granadina o la murciana prácticamente ya no existen, y la única que permanece es la escuela sevillana. Si alguien quiere hacer algo de calidad no le queda más remedio que venir aquí a buscarlo. Además, la fiesta más grande de Sevilla es su Semana Santa, y aquí se hacen las mejores cosas, que no quiere decir que aquí estén las mejores cosas. Por ejemplo, en Valladolid hay imágenes que son bastante buenas, lo que pasa es que los artistas que hay hoy en la Semana Santa castellana no llegan al nivel necesario como para mantener esa escuela. A lo mejor hay uno aislado, mientras que aquí puede haber doscientos escultores que mantienen viva la escuela sevillana.
- Se acusa mucho a la Semana Santa de ser machista, sobre todo últimamente con el tema de las mujeres nazarenas (en 2001 aún quedaban hermandades por incorporar a las nazarenas). ¿Se puede decir que en imaginería la Semana Santa es también en cierto modo machista?
- Yo te puedo decir que mis comienzos han sido muy duros porque he escuchado críticas de todo tipo, y muchos comentarios, desde los que estaban a favor hasta los que estaban en contra. Había gente, incluso, que no me tomaba en serio. Sin embargo, cuando llevas ya mucho tiempo trabajando tienes una serie de obras que van hablando por ti, y ya van a buscarte más tranquilos porque saben lo que tú les vas a dar. A pesar de todo, cuando no tienen referencias de su obra se confía más en un escultor que en una escultora. Luego, con el tiempo y con tu trabajo sí que van a buscarte a ti y van buscando la calidad que saben que tú puedes darle, seas lo que seas. Yo recuerdo haber puesto imágenes pequeñas en escaparates con el típico cartel con mi nombre y haber oído comentarios del tipo “no está nada mal, para haberlo hecho una mujer”. Y digo yo ¡qué tendrá que ver!, pero ésa es la mentalidad que tiene mucha gente. Supongo que con esto pasará como con las mujeres nazarenas y en unos años se aceptará plenamente, porque cuando yo empecé era prácticamente la única y hoy me consta que hay otras chicas que se están empezando a meter en este mundo.
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