Nuestra Señora del Rosario Doloroso, de la Hermandad del Polígono de San Pablo, se presentó hace unos días a los devotos en besamanos sorprendiendo con la ráfaga de la Virgen del Carmen de San Gil, lo que le daba un aspecto de imagen letífica al que no estamos acostumbrados.
La Virgen ocupaba el presbiterio de la Parroquia de San Ignacio de Loyola vestida con un manto verde de brocado y saya blanca, mientras que a sus pies se podía ver una media luna propiedad también del Carmen de San Gil.
Detrás de ella, ante un enorme cortinaje rojo, el sillón de Herodes que se sitúa en la parte trasera del misterio del Cautivo y Rescatado hacía las veces de trono del que la Virgen se había bajado para encontrarse con sus fieles. También se utilizaron otros elementos del primer paso de la cofradía, como los respiraderos delanteros y dos de sus candelabros de guardabrisas.
Varias jarras y piezas de la candelería del paso de palio iluminaban la escena, mientras que el exorno floral estaba compuesto principalmente por claveles rosas.
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