Como ya ocurriera en los años noventa, cuando el propio Miñarro eliminó el alarmante oscurecimiento de la Virgen de la Caridad, el Cristo de la Misericordia ha vuelto con un aspecto antiguo, no por envejecido, sino por original. Vamos, que ha regresado a sus orígenes, al aspecto que tenía cuando Guillermo Bonilla policromó la talla permitiendo destacar los rasgos escultóricos que le había dado el genio de Ortega Bru.
La sensación que da es de total y absoluta limpieza. Y es que aunque a veces se quiera disfrazar la suciedad con el clásico eufemismo de "la pátina del tiempo" y haya 'poetas' que la ensalcen como huella del cariño y el amor de sus devotos, la suciedad es la suciedad; y una escultura, que además de un objeto de devoción es una obra de arte, es infinitamente más bella cuando está limpia. El Cristo de la Misericordia ahora lo está, lo que permite contemplar detalles como los rasgos faciales, los regueros de sangre, las llagas, las heridas en las rodillas... que antes permanecían ocultos.
con su permiso utilzare algunas de estas fotografias para mi blog, y expondre la fuente. un saludo
ResponderEliminarotra cosa, estoy con usted que la suciedad es la suciedad, cuando pasan 50 años en adelante mas bien afea y estropea pero a mi parecer muchas imagenes a partir de los 10 años comienzan a "terminarse", sin duda para mi la patina del tiempo las embellece, no estaria nada mal que los conservadores pudiesen mantener ese punto optimo, que por nuevo le resta encanto y solera. seguramente llegaremos a punto en que las generaciones venideras no sepan lo que era una imagen sucia, y ese punto de solera se perderá.
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