Un enorme cortinaje rojo ocultaba el altar y ante él, bajo una gran corona real, el trono de reina sobre fondo blanco del que pendía una representación del Espíritu Santo. A ambos lados había dos ángeles ceriferarios, candelabros y jarras con especies diversas de flores.
En lo que respecta a la imagen de la Esperanza trianera, vestía en esta ocasión el manto conocido como de los dragones, la saya blanca bordada por el Taller de Santa Bárbara en 2009 y la corona de salida, sin olvidar el clásico 'refregaó' en la zona del tocado.
Llamó la atención el mal estado de la mano derecha, la que se daba a besar a los fieles; un inevitable daño que quizá en este caso se ha dejado ir demasiado lejos. Urge una restauración para acabar con tan visibles levantamientos de la policromía.
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