Así, veíamos al Cristo del Buen Fin tumbado en el centro y a Nuestra Señora de la Palma detrás, bajo un dosel de cultos. Y alrededor de ellos, entre efímeras paredes formadas por grandes cortinajes rojos, veíamos candelabros, jarras con florales, lámparas de sagrario, columnas, ángeles y hasta varias tallas de santos franciscanos.
Hay que destacar el esfuerzo que para la priostía de la hermandad ha supuesto la preparación de este impresionante montaje, y más teniendo en cuenta que este culto a sus titulares se prolongó únicamente durante la tarde del sábado y la jornada del domingo.
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