El Cristo se encontraba tumbado ante el altar de la capilla, entre las tallas de los evangelistas San Marcos y San Lucas que forman parte de su paso. Los otros dos evangelistas, San Mateo y San Juan, flanqueaban a la Virgen de las Aguas, que vestía manto de camarín azul y saya blanca. Varios candeleros de cera blanca y flores también blancas junto a la dolorosa y moradas en torno al crucificado, exornaban el montaje del besamanos, que contaba con una curiosa estructura de escalones y rampas para acceder a besar las manos de la Virgen.
Finalmente, hay que señalar que el retablo principal de la capilla estaba cubierto por un gran cortinaje rojo.
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