Fue a finales de mayo cuando la talla, atribuida a Pedro Roldán, fue trasladada al taller de Juan Manuel Miñarro para tratarla de diversos males concentrados fundamentalmente en la policromía y en la estabilidad de la imagen. Sin embargo, pronto se detectó que los problemas que presentaba eran algo más complicados de lo que en un principio se pensaba, debido sobre todo a los daños causados por la pudrición parda.
Ello obligó a retrasar las previsiones iniciales en torno a la posible fecha de regreso de la talla, ya que cuando salió de San Martín se pensó que estaría de vuelta pasado el verano.
Lo importante es que la considerada por muchos como una de las mejores imágenes de San Juan de la Semana Santa, junto al de la Quinta Angustia o el de la Amargura, ha recuperado todo su esplendor, como podremos admirar en la calle dentro de sólo tres semanas.
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