Se trata de la antigua cruz de Caño Quebrado, la del remoto origen de la que hoy conocemos como Hermandad de la Soledad de San Buenaventura, cuya Soledad, sin embargo, no llegó al devocionario de sus cofrades hasta mucho tiempo después de que esa cruz, instalada en la Plaza de los Carros, hoy de Monte-Sión, fuera el germen de una cofradía surgida alrededor del principal símbolo del cristianismo, colocado en recuerdo de las víctimas de aquella trágica epidemia de peste que marcó un antes y un después en la mitad del decadente, para la historia económica y social de la ciudad, que no para su historia artística, siglo XVII.
La cruz de Caño Quebrado, la que señalaba el lugar de enterramiento de tantos sevillanos que tuvieron la desgracia de nacer tres siglos antes de la invención de la penicilina, está sola sin la Soledad, entre candeleros y con flores a sus pies. Y bajo éstas, un cartel que tranquiliza a los despistados. La Soledad no está. Pero volverá pronto, restaurada, rejuvenecida, para colocarse de nuevo ante esa cruz de los enfermos a los que la peste les robó la vida hace ya 364 años.
Y en la forja de esa Cruz dice: «IMPLETA SVNT QUARE CONCINIT DAVID FIDELIS CARMINE DICENS, IN NATIONIBUS REGNA VITA A LIGNO DEVS» (SE HA CUMPLIDO LO QUE DAVID CANTO EN VERSO FIEL DICIENDO, DIOS REINO DESDE LA CRUZ, EN TODAS LAS NACIONES). Himno de la Iglesia a la Santa Cruz.
ResponderEliminarUna vez más, magnífico reportaje. Gracias y enhorabuena.
Que historia más bonita la de esta Hermandad y que gran Dolorosa. me gustan las hermandades que no suelen llamar la atención y que perviven en el tiempo fieles a sus devociones sin apenas hacer ruido. Esta es una de ellas.
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