Y como entonces, la cruz de guía era la encargada de abrir el cortejo. Tras ella, el banderín de la Juventud, el guión concepcionista, el Libro de Reglas y las representaciones de las hermandades de los Desamparados del Parque Alcosa, la Resurrección de La Rinconada, el Carmen de San Leandro, Santa Lucía, el Polígono de San Pablo y la Trinidad. Finalmente, el estandarte de la Hermandad de San José Obrero, presidencia, cuerpo de acólitos y el paso del santo titular de la parroquia de la calle Arroyo esquina con Samaniego, que quedó cuadrado ante la puerta a eso de las siete y diez de la tarde.
El acompañamiento musical corrió a cargo de la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Salud, de la Hermandad de los Gitanos, que interpretó a lo largo del recorrido marchas como "La Santa Espina", "Alma de Dios", "Virgen de las Angustias", "Mi Cristo de bronce", "Pescador de hombres" o "Angustias y Salud".
Alrededor del paso pudo verse a los dos jóvenes pregoneros de este año 2013. Por un lado, el de la Semana Santa, Francisco Javier Segura, que es hermano de San José Obrero y autor de la letra de una sevillana que se le cantó al paso en la calle Jabugo, y por otro al pregonero de las Glorias, Antonio Gila Bohórquez, al que se dedicó una levantá en la calle Samaniego.
Coincidiendo con la salida del paso, las campanas de la parroquia no dejaron de repicar durante largo rato, casi tanto tiempo como duró la primera marcha interpretada por la Agrupación de los Gitanos, que resultó prácticamente inaudible.
Culminaba así una semana dedicada al santo carpintero, tras el triduo, la función principal de instituto el día 1 y su besamanos durante toda la jornada del sábado. Para este culto, en el que como es tradición los devotos pueden ofrecer claveles blancos a la imagen, San José Obrero estuvo situado en el presbiterio de la parroquia, tras la mesa del altar, bajo el dosel de la cofradía presidido por la cruz de guía. La Virgen de los Dolores y San Francisco de Paula fueron testigos de este culto, separados ambos por el dosel y diversas piezas de candelería con cera blanca.
Diversas flores de tonos amarillos y blancos, además de los ya nombrados claveles, adornaban este montaje. La sierra del santo (esta sí era la que tiene apliques plateados) estaba depositada a sus pies, de forma que su mano derecha estuviera libre para recibir los besos de los fieles.
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