Esto ha dado lugar a una escena novedosa, pero también supuso limitar en tiempo el besamanos, ya que se cerró a mediodía, cuando nunca en su capilla propia se interrumpe durante toda la jornada.
Para este besamanos, la imagen de la Pura y Limpia fue situada en el presbiterio de este pequeño templo sobre una peana plateada y sobre ésta, la peana dorada del paso en el que sale a las calles el 6 de diciembre.
La imagen, que lucía su corona y ráfaga plateadas, llevaba sobre el pecho la Medalla de la Ciudad y una toca sobre la cabeza, algo poco usual en esta talla.
Tras la Virgen, el retablo contaba con un cortinaje celeste y un repostero corporativo del mismo color, así como candeleros con cera blanca y jarras con rosas blancas, flores que también había mezcladas con otras especies en sendas columnas salomónicas doradas colocadas a ambos lados de la Virgen.
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