Por este motivo, la devotísima imagen del Cautivo, que perteneció al desaparecido Convento de los Trinitarios Descalzos, fue situada en el presbiterio de San Ildefonso, sobre una alta peana cubierta con damasco rojo y ante un dosel también rojo con bordados.
Flanqueaban a la imagen unas jarras plateadas con flores y dos faroles de plata, todo ello sobre sendas columnas salomónicas doradas, además de dos candelabros de tres guardabrisas cada uno.
El Señor llevaba túnica de terciopelo burdeos bordada en oro, el escapulario con la cruz trinitaria, corona de espinas y potencias doradas.
Durante todo el día fueron muchos los fieles que se acercaron a San Ildefonso para besar los gastados pies del Cautivo, una imagen que, pese a no ser titular de ninguna hermandad, es de las que cuentan con una mayor devoción en la ciudad.
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