El crucificado de Antonio Illanes estaba delante, tumbado entre dos blandones dorados con cera roja y centros florales. Detrás, ante un sencillo dosel de cultos de color burdeos, se encontraba la dolorosa de Astorga, entre jarras con flores blancas y dos faroles de plata. Vestía manto burdeos de camarín y saya azul de Concepción León (1852), además de lucir la corona de salida.
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