Vestía manto rojo bordado en oro y estaba flanqueada por dos de los faroles de forja que cada 12 de octubre rodean al Simpecado durante la salida procesional de esta corporación letífica.
Una gran variedad floral de especies y colores, como suele ser habitual en el besamanos a la Virgen del Rosario, se repartía en centros y jarras plateadas. Además, llamaba la atención la espiral de flores blancas y moradas que trepaban por seis cirios blancos colocados sobre blandones dorados.
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