Hasta la semana pasada pudo verse en la sede del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla la "Exposición antológica. Escultura y pintura de Hernández León", dedicada al artista sevillano nacido en la Madrugá de 1938 en el barrio de San Román.
Una de las salas del Mercantil acogió lo que en la práctica era prácticamente un catálogo de su amplia producción, tanto en pintura como en escultura, de temática profana y religiosa, presentado cuando están cerca de cumplirse los sesenta años desde la realización de su primera obra artística.
La faceta religiosa ocupaba la mayor parte de la exposición de este artista de influencias barrocas, renacentistas y manieristas que en Sevilla fue el autor del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas, de la Hermandad de la Trinidad, sustituido en 2002 por el actual de Luis Álvarez Duarte. En realidad, para la Trinidad hizo dos crucificados, uno en 1981, que resultó de un tamaño excesivo en comparación con el conjunto escultórico del misterio trinitario, y otro de menores dimensiones en 1982, que fue titular de la corporación durante 30 años.
El Cristo de las Cinco Llagas de Hernández León contaba con dos importantes características que lo identificaban plenamente. La primera y más evidente es que era el único crucificado de la Semana Santa sevillana al que le caía la cabeza hacia su lado izquierdo, y no al derecho como es habitual. Y en segundo lugar, los clavos de las manos no los tenía en las palmas, sino en las muñecas, como se sabe que eran en realidad clavados los condenados a morir en la cruz. Sin embargo, Sevilla se quedó sin este Cristo tan característico y la Semana Santa sin una obra de Hernández León.
En otros municipios sí que existen imágenes titulares salidas de sus gubias, como, por ejemplo, la imagen de María Magdalena de Arahal, además de otras tallas situadas en localidades de las provincias de Málaga, Córdoba o Cádiz. Algunas de ellas podían verse en fotos y carteles repartidos por la muestra.
También se exponían algunos bocetos de imágenes titulares, como el Ecce Homo de Vélez-Málaga, un grupo de apóstoles de Baeza o un boceto del misterio del Traslado al Sepulcro.
Asimismo, había bocetos de cartelas e incluso de escenas de nacimientos.
Otras obras de pequeño formato, la mayoría en terracota, aunque también había alguna en bronce, eran miniaturas de Cristos, nazarenos, un seise, la Virgen con el Niño, una imagen de Santa Ángela de la Cruz, tres tallas del Niño Jesús, un conjunto del Bautismo de Jesús, una réplica de la cabeza del Gran Poder, el busto de una Inmaculada y dos ángeles cirineos con costal.
Entre las obras en madera policromada, destacamos la cabeza de un Cristo, la de una dolorosa, otras dos dolorosas de pequeño tamaño y dos ángeles mancebos.
En el terreno de la pintura cofradiera, había obras muy curiosas, como un retrato del Gran Poder, otro de la Amargura con San Juan, una pequeña pintura del Cristo de la Salud de San Bernardo por Santa María La Blanca, otra de la Virgen de las Aguas por la Plaza del Museo, varios retratos de acólitos, otra escena de cuatro costaleros asomados bajo los respiraderos de un paso, retratos de los apóstoles Pedro, Felipe, Mateo y Juan, nazarenos de la Paz por el Parque y la cruz de guía de las Siete Palabras.
Finalmente, la parte de escultura y pintura profana se compuso de obras de pequeño formato, retratos y paisajes muy variados, lo que daba idea de la variedad temática presente en la obra de Hernández León.
Gran oportunidad la que ha brindado esta exposición de conocer la obra de Manuel Hernández León, un artista que en su faceta de imaginero quizá no haya tenido en Sevilla el reconocimiento que merecía, pero que se trata sin duda de un gran escultor y pintor muy respetado dentro y fuera de la ciudad en sus cerca de sesenta décadas de intensa trayectoria.
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