lunes, 15 de septiembre de 2014

EL PARQUE DE LA PAZ


No fue la Paz del Parque, ni la Paz por el Parque, como se titula una marcha estrenada hace algunos años. Fue la Paz en el Parque, transitando por el vergel de sus calles, aportando el blanco más puro a un paisaje de verdes variados e intensos azules salpicados de algunas nubes blancas en lo alto y el rojo de los ladrillos que Aníbal González ideó en la Plaza de España y en el Pabellón Mudéjar de la Plaza de América.
Hasta ahí el escenario. Pero lo más importante estaba dentro del corazón de cada uno y en los ojos que buscaban los de la Virgen, a la que había que mirar para pedirle lo más valioso que Ella nos puede dar: Paz. En un momento como éste, cuando ver un informativo es tropezar con la mediocridad y la maldad de un ser humano empeñado en alejarse de las tres simples letras que conforman la mayor y más hermosa palabra del mundo, tenía que salir a las calles, a destiempo, la Virgen de la Paz, la dolorosa que Antonio Illanes talló para que en Sevilla le pusiéramos cara a la oración que hoy, más que nunca, debemos tener todos en los labios. Era el momento idóneo para pedirle a quien recibió de Dios el poder, la sabiduría y el amor más grandes, lo que los hombres, siempre torpes e imperfectos, no sabemos o no queremos encontrar. La Paz salió el sábado a nuestro encuentro y nuestras oraciones salieron al suyo.


Parecía Domingo de Ramos. Todo nos llevaba a esa idea: la calle Río de la Plata, con algunas vallas cercanas a la Parroquia de San Sebastián, la gente, esperando ansiosa desde bastante tiempo antes de la salida, algunas cámaras de televisión y, por si fuera poco, llegó el Escuadrón de Caballería de la propia Hermandad de la Paz. Todo parecía llevarnos al inicio de la Semana Santa, pese al intenso calor de verano y la ausencia de nazarenos blancos rezagados llegando deprisa al templo con su papeleta de sitio en la mano.
Con absoluta puntualidad, a las cuatro menos cuarto de la tarde se abrían las puertas del templo, dejando ver la cruz de guía, que comenzó a abrirse paso entre la gente, provocando que el Escuadrón diera inicio a sus característicos sones de tambores y cornetas sobre unos inquietos caballos que, también es tradición, algún pequeño susto ocasionaron entre las personas que esperaban la salida de la Virgen de la Paz.




Era día de fiesta en el barrio del Porvenir. Por eso sus vecinos habían engalanado los balcones, mientras el grupo joven había instalado banderolas, pancartas y guirnaldas en honor a la Reina de la Paz, algunas de ellas cedidas por la Hermandad de la Amargura, las mismas que se pudieron ver frente a San Juan de la Palma en mayo en la salida de la Macarena, o el año pasado en la calle Verónica en la procesión extraordinaria de la Virgen de las Angustias.
Unos 350 hermanos con cirios, muchos de ellos niños en una hermandad con gran cantidad de nazarenos pequeñitos cada Domingo de Ramos, formaron el cortejo de esta salida extraordinaria en la que participaron todas las hermandades del Domingo de Ramos con sus estandartes, junto a otras cofradías como la Misión, Santa Genoveva, el Cerro, el Rocío de Sevilla Sur y algunas hermandades de la Paz llegadas de distintos puntos de Andalucía.
El Simpecado de la hermandad, estrenado en 2011, separaba a ambos grupos de cofradías invitadas, las de fuera y las de Sevilla, junto a otro tramo de hermanos con cirios.




Por fin, tras el estandarte blanco de la Paz, se produjo la salida del paso de palio, exornado principalmente con nardos y otras especies de tonalidad blanca. Antonio Santiago, que posteriormente se metería debajo del paso hasta el Parque, comandó la salida. Su "¡duro con Ella, valientes!" se volvió a escuchar en el Porvenir exactamente cinco meses después del último Domingo de Ramos. La Banda de Música Santa Ana, de Dos Hermanas, interpretó el Himno Nacional y tras él tomó el relevo Álex Ortiz para cantarle a la Virgen.
A continuación, el paso se levantó y comenzó a sonar todo un himno del Domingo de Ramos: "Virgen de la Paz", de Pedro Morales, que fue acogida con aplausos por todos los asistentes. Después, antes de cruzar la Avenida de la Borbolla hacia el Parque, sonarían por esas primeras calles del barrio del Porvenir marchas como "La Virgen de la Paz", "La Estrella Sublime", "La Paz" o "Hiniesta Coronada".
Desde el azulejo situado junto a la puerta de salida, Nuestro Padre Jesús de la Victoria se despidió por unas horas de su Madre, llevada entre la multitud en la celebración del 75 aniversario fundacional de la hermandad.




























Con la marcha "Rocío", el paso de palio de la Virgen de la Paz cruzó desde la calle Brasil hasta el recinto del Parque, sin desviarse de momento del que es su itinerario habitual del Domingo de Ramos. Ya en la Glorieta de Covadonga volvió a sonar la marcha de Pedro Morales en una zona en la que, pese a su amplitud, se hacía complicado caminar, especialmente bajo la sombra de los codiciados árboles de la Avenida de Isabel la Católica. "Coronación de la Macarena" y "Virgen de las Aguas" fueron las marchas escogidas por este lugar.



















Lo parecía, pero no era Domingo de Ramos. A partir de este punto, todo iba a ser inédito, ya que la Virgen de la Paz comenzó a adentrarse, en su paso de palio, en el Parque de María Luisa, recorriendo sus calles, pasando bajo las bóvedas de cañón que conforman las copas de los árboles y buscando el altar efímero que la esperaba en la Plaza de América, la plaza de las palomas de nuestra infancia.
Avanzaba en triunfo la Virgen por su Parque, en una continua sucesión de marchas. Prácticamente no hubo una sola chicotá a tambor. "Triunfal", "Paz del Porvenir", "Virgen de los Estudiantes", "Esperanza marinera", "Madrugá macarena" (a la altura del mítico Monte Gurugú), "Coronación", "Reina de las Mercedes" y "A mi Virgen de la Paz", entre otras, compusieron la banda sonora del parque por excelencia de Sevilla en esta tarde veraniega de sábado.
Cada rincón y cada escena eran captadas por cientos de cámaras, en tanto que las muchísimas personas que seguían a la Virgen de la Paz llenaban cada recoveco entre las plantas para verla pasar, con los innumerables juegos de luces que provocaba el techo calado del palio.
















































Por fin, la Virgen de la Paz llegó a la Plaza de América desde el costado derecho del Pabellón Mudéjar a los sones de "Esperanza Macarena". Desde hacía rato era de nuevo Antonio Santiago el encargado de guiar el paso, lo que hizo por esta zona para subir a la dolorosa hasta el altar efímero en el que iba a presidir la misa estacional en su honor, oficiada por el arzobispo Juan José Asenjo.
Con "Virgen de la Estrella" y "El Corpus", el paso de palio llegó al altar, al que subió poco a poco con las marchas "Virgen de la Paz" y "Regina Pacis", rematando así la belleza arquitectónica de la Plaza de América.















Más de tres horas hicieron falta para que la Virgen de la Paz recorriera la distancia entre la Parroquia de San Sebastián y la Plaza de América. Era sólo la primera parte de una jornada extraordinaria a la que aún le quedaban muchas horas por delante, ya con la noche como testigo.

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