Hace algunos días se conoció que la junta de gobierno había decidido prescindir de los servicios de Manuel Vallejo, que se ha encargado de comandar los pasos del Santísimo Cristo del Buen Fin y Nuestra Señora de la Palma durante 22 años; y ayer, en un cabildo de oficiales y diputados de la corporación se tomó la decisión de contar con los Ariza, una de las más destacadas sagas de capataces de Sevilla.
Se da la circunstancia de que a finales de septiembre la Hermandad de las Siete Palabras también anunció que va a contar con los Ariza para hacerse cargo del paso de Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia. De esta forma, el Miércoles Santo los integrantes de esta familia mandarán delante de tres pasos correspondientes a dos cofradías diferentes, algo que ya hacen los Villanueva el Domingo de Ramos, con los dos pasos de San Roque y el misterio del Desprecio de Herodes, de la Amargura, y el Lunes Santo, con los dos pasos de Santa Genoveva y el único paso de Santa Marta.
La familia Ariza comandará en 2015 los pasos de la Hiniesta, la O, la Soledad de San Lorenzo, el primer paso de las Siete Palabras y ahora también los dos pasos del Buen Fin, designación que, en principio, se refiere únicamente al próximo año.
Entre tanto, el ya ex capataz del Buen Fin, Manuel Vallejo, ha escrito un artículo de despedida en su blog personal (manuelvallejo.wordpress.com), titulado "Adiós", que reproducimos a continuación:
"He dejado pasar unos días antes de comunicar en el blog la situación nueva creada por la decisión de la Junta de Gobierno. En Cabildo de Oficiales celebrado el lunes día 6 de octubre de este año, dos días antes del aniversario de la Coronacion Canónica de mi Virgen de la Palma, la junta de gobierno decidió por mayoría simple no contar con mi persona para realizar las funciones de capataz de la Hermandad.
Sin tener conocimiento de la causa o causas que han llevado a tomar
esta decisión, no puedo por menos que sentir un hondo dolor en mi
corazón, pues todo lo hecho ha sido siempre por mi Hermandad.
Cuando los problemas acuciaban a las cuadrillas, pues estaban tomando un protagonismo inusitado e indebido en las hermandades, realicé mi sueño de tocar el martillo de mi Hermandad con un solo deseo, revertir el trabajo del costalero al estilo antiguo, al de los vituperados profesionales, que sacaban ocho cofradías y muchas sin relevo o con uno por palo.
No quería protagonismo de las cuadrillas ni de los costaleros, el protagonismo está arriba, en lo que llevamos, en lo que es mi norte y guía día a día. Y todo, destinado a engrandecer la fe del hombre en Dios.
Quisiera en este dolorosísimo momento para mí, agradecer el cariño y el respeto que durante estos 22 años de capataz y 36 como miembro de la cuadrilla habéis tenido hacia mi persona.
Agradecer a las distintas juntas de gobierno encabezadas por Sebastián Barrera, Javier Vega de la Peña, Rafael Vallejo, Carlos Bourrelier, José Manuel Díaz Molina y José Ramírez Ron la confianza asentada, hasta este día, en mi persona, en mis auxiliares y en mis hermanos costaleros, permitiéndonos pasear por las calles de Sevilla a Aquéllos que más queremos.
A mis amigos y hermanos no sólo del Buen Fin, sino de otras hermandades, que desde el mismo momento de conocer la noticia no han dudado en apoyarme y estar a mi lado. No puedo olvidar a mi familia, mi mujer, que durante muchos años ha sufrido las ausencias hasta altas horas de la madrugada de su esposo, mientras mantenía reuniones con los costaleros, realizábamos los ensayos o intentaba echar una mano a un hermano en un mal momento. A mis hijos, que en esos años difíciles de la pubertad, veían cómo su padre en el mes de agosto veía vídeos de Semana Santa y escuchaba marchas procesionales, en lugar de estar con ellos.
Pero Dios recompensa lo que los hombres ignoramos. Mi mujer comparte mi amor por la Hermandad desde el inicio de nuestro noviazgo. Mis hijos varones son costaleros. No capataces como otros, costaleros. Uno, hombre hecho y derecho, reclamado por otros capataces, siempre ha sido fiel al legado de su familia. El chico no podrá salir con sus niños del palio, es demasiado grande, y también lo reclaman para Hermandades de Gloria y cruces de Mayo. Mi hija, en el extranjero desde hace ya demasiado tiempo, lleva la Hermandad en la sangre, siendo de las primeras mujeres que vistieron el hábito franciscano de la Hermandad, y cuando decidió, junto con su novio, contraer matrimonio, encontrándose fuera de Sevilla, me exigió que fuera delante de su Virgen de la Palma y a los pies del Santísimo Cristo del Buen Fin. Quiso casarse en casa.
Agradecer a mi gente el permitirme ser uno de ellos y poder mandarles con rudeza a veces, a voces demasiadas veces, pero como bien saben, con el corazón en la mano. ME ENORGULLEZCO DE TODOS VOSOTROS, MIS HOMBRES DE ABAJO, MIS HERMANOS. Sé que todo tiempo termina en la siega, y aunque la mía haya llegado no la vuestra. SOIS LA CUADRILLA DE COSTALEROS DE LA HERMANDAD DEL BUEN FIN. Ése es vuestro trabajo y espero que mi legado.
Otro futuro se abre ahora, y espero estar a la altura de él, contando con todos mis amigos y hermanos.
Recibid todos un fortísimo abrazo desde mi corazón.
PAZ Y BIEN".
Cuando los problemas acuciaban a las cuadrillas, pues estaban tomando un protagonismo inusitado e indebido en las hermandades, realicé mi sueño de tocar el martillo de mi Hermandad con un solo deseo, revertir el trabajo del costalero al estilo antiguo, al de los vituperados profesionales, que sacaban ocho cofradías y muchas sin relevo o con uno por palo.
No quería protagonismo de las cuadrillas ni de los costaleros, el protagonismo está arriba, en lo que llevamos, en lo que es mi norte y guía día a día. Y todo, destinado a engrandecer la fe del hombre en Dios.
Quisiera en este dolorosísimo momento para mí, agradecer el cariño y el respeto que durante estos 22 años de capataz y 36 como miembro de la cuadrilla habéis tenido hacia mi persona.
Agradecer a las distintas juntas de gobierno encabezadas por Sebastián Barrera, Javier Vega de la Peña, Rafael Vallejo, Carlos Bourrelier, José Manuel Díaz Molina y José Ramírez Ron la confianza asentada, hasta este día, en mi persona, en mis auxiliares y en mis hermanos costaleros, permitiéndonos pasear por las calles de Sevilla a Aquéllos que más queremos.
A mis amigos y hermanos no sólo del Buen Fin, sino de otras hermandades, que desde el mismo momento de conocer la noticia no han dudado en apoyarme y estar a mi lado. No puedo olvidar a mi familia, mi mujer, que durante muchos años ha sufrido las ausencias hasta altas horas de la madrugada de su esposo, mientras mantenía reuniones con los costaleros, realizábamos los ensayos o intentaba echar una mano a un hermano en un mal momento. A mis hijos, que en esos años difíciles de la pubertad, veían cómo su padre en el mes de agosto veía vídeos de Semana Santa y escuchaba marchas procesionales, en lugar de estar con ellos.
Pero Dios recompensa lo que los hombres ignoramos. Mi mujer comparte mi amor por la Hermandad desde el inicio de nuestro noviazgo. Mis hijos varones son costaleros. No capataces como otros, costaleros. Uno, hombre hecho y derecho, reclamado por otros capataces, siempre ha sido fiel al legado de su familia. El chico no podrá salir con sus niños del palio, es demasiado grande, y también lo reclaman para Hermandades de Gloria y cruces de Mayo. Mi hija, en el extranjero desde hace ya demasiado tiempo, lleva la Hermandad en la sangre, siendo de las primeras mujeres que vistieron el hábito franciscano de la Hermandad, y cuando decidió, junto con su novio, contraer matrimonio, encontrándose fuera de Sevilla, me exigió que fuera delante de su Virgen de la Palma y a los pies del Santísimo Cristo del Buen Fin. Quiso casarse en casa.
Agradecer a mi gente el permitirme ser uno de ellos y poder mandarles con rudeza a veces, a voces demasiadas veces, pero como bien saben, con el corazón en la mano. ME ENORGULLEZCO DE TODOS VOSOTROS, MIS HOMBRES DE ABAJO, MIS HERMANOS. Sé que todo tiempo termina en la siega, y aunque la mía haya llegado no la vuestra. SOIS LA CUADRILLA DE COSTALEROS DE LA HERMANDAD DEL BUEN FIN. Ése es vuestro trabajo y espero que mi legado.
Otro futuro se abre ahora, y espero estar a la altura de él, contando con todos mis amigos y hermanos.
Recibid todos un fortísimo abrazo desde mi corazón.
PAZ Y BIEN".
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