Para este culto extraordinario, la priostía de la hermandad ha realizado un montaje bastante particular, empezando por la propia ubicación del mismo, ya que no ha sido, como es costumbre en el besamanos de septiembre, en el presbiterio de la Parroquia de la Inmaculada Concepción, sino en el lado del Evangelio, frente a la puerta lateral del templo.
La Virgen de Consolación vestía manto azul de camarín bordado en plata, perteneciente a la Virgen de las Lágrimas de Marchena, saya blanca y la corona de salida. Además, sobre la mano izquierda lucía el nuevo barquito de orfebrería, obra de Fernando Marmolejo, símbolo de la Iglesia que forma parte fundamental del escudo de la Hermandad de la Sed y que ha sido donado por un grupo de hermanos.
Diversos candeleros con cera blanca y jarras con flores formaban parte de este montaje, del que llamaba especialmente la atención la presencia de diferentes elementos donados por otras hermandades. Así, se utilizó el dosel de cultos de la Hermandad del Amparo ante el que se ubicaron dos imágenes que representaban a San Pedro, como Padre de la Iglesia, y a San Isidoro de Sevilla. El primero de ellos procedía de la Hermandad de la Borriquita de Cantillana, mientras que el segundo era en realidad la imagen de José de Arimatea del misterio del Puente Cedrón de la Agrupación Parroquial de La Milagrosa.
Entre ambos santos, se situó el antiguo sol del Espíritu Santo que durante años formó parte del paso del Sagrado Decreto de la Hermandad de la Trinidad.
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