Igualmente, sobre el pecherín llevaba un broche con su advocación y otro con el escudo de la orden mercedaria, y en cada mano un rosario, siendo la derecha la que daba a besar a los devotos.
Acompañaba a la Virgen de Guía la imagen de San Juan Evangelista y ambas estaban situadas a los pies del Santísimo Cristo de la Lanzada, ya que el besamanos se desarrolló en la Capilla Sacramental de la Iglesia de San Martín.
A ambos lados de la Virgen y San Juan había sendas columnas con centros de margaritas y claveles blancos, flores que también se encontraban en el altar del crucificado, ante el que se colocaron cuatro blandones dorados con cirios rojos, en tanto que otros seis con cera blanca se encontraban cerca de la dolorosa.
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