José Luis Asián Cano es el autor de este trabajo pictórico concebido como un retablo dorado elevado sobre columnas y rematado por una crestería con el anagrama mariano y, debajo de éste, el escudo de la hermandad y dos cartelas con azucenas.
Hasta ahora, la Virgen del Rocío estaba situada ante un simple cortinaje de damasco rojo que denotaba que algo faltaba en el altar de este templo, cedido por parte de la Archidiócesis de Sevilla a la hermandad, que se encarga desde entonces de su mantenimiento.
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