La Virgen de la Paz, sobre una fina peana, lucía sobre el pecherín una cruz de plata con rosas de Francia y aguamarinas, del siglo XIX, y sostenía en la mano izquierda un rosario y la rama de olivo de plata de los Hermanos Delgado (1995). Asimismo, del fajín de general de seda roja con tres entorchados dorados pendía la insignia del Regimiento número 2 de Ingenieros donada a la hermandad en el siglo XX.
La dolorosa de Illanes estaba ante el dosel de cultos de la cofradía, y éste, a su vez, se encontraba ante un cortinaje rojo que cubría por completo el retablo principal del templo. A ambos lados de la Virgen estaban dos de los ángeles del paso del Señor de la Victoria con filacterias de color blanco, y dos columnas doradas salomónicas con sendas jarras del paso de palio con flores blancas.
Detrás, junto al dosel, se ubicaron un total de catorce candeleros también del paso de palio con cera blanca y otras dos jarras con flores.
En un momento dado, pasadas las dos y media de la tarde y con la Parroquia de San Sebastián prácticamente vacía, sin aglomeraciones de ningún tipo, varios miembros de la hermandad, entre ellos su hermano mayor, empezaron a mover bancos del templo para dar forma a una auténtica barricada ante el altar.
Con cinco bancos, montaron una especie de corralito que, según comentaban, se iba a mantener incluso cuando llegase la hora de los fotógrafos, que deberían ubicarse como sardinas en lata en ese espacio acotado por barreras de madera.
Lo curioso del asunto es que dejaron un estrecho paso en un lado para el acceso de quienes quisieran besar la mano de la Virgen de la Paz, lo que dificultaría sobremanera la subida y bajada de los correspondientes escalones a las personas mayores. Pero no importaba. Lo realmente importante era "impedir que la gente se quede ahí delante", como decía una de las personas que convertían bancos de una iglesia en vallas de seguridad. Obviaban, por tanto, que esa "gente" que en un besamanos se coloca ante las imágenes titulares son devotos que aprovechan un culto de este tipo para estar cerca de la Virgen o de Cristo para rezar o para contemplar silenciosamente a la imagen de sus amores. Pero no, no importa. Lo único que interesaba a estos hermanos era hacer del presbiterio una gymkhana antidevotos.
Curiosamente, un instante antes de montar la barricada, estuvieron los miembros del escuadrón de la hermandad un buen rato junto a la Virgen de la Paz, llenando por completo el presbiterio, impidiendo a la gente acercarse a besar la mano y haciendo todas las fotos con cámaras y móviles que les apeteció. Siempre ha habido clases.
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