Para este culto interno, el Nazareno atribuido a Francisco de Ocampo fue colocado sobre la peana procesional de la Virgen de la Candelaria, adornada con una alfombra de diferentes especies florales, como rosas, claveles o anthurium, de una interesante variedad cromática. Estas flores también se encontraban en cuatro jarras del paso de palio ubicadas en diferentes puntos del altar.
El Señor de la Salud, que cargaba con su cruz de salida, estaba delante del dosel de cultos de la hermandad, ante un cortinaje rojo que ocultaba por completo el retablo principal del templo de San Nicolás. Asimismo, se colocaron cuatro blandones de plata con cera roja para iluminar el conjunto.
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