Este fin de semana ha tenido lugar el besamanos a María Santísima del Dulce Nombre, de la Hermandad de la Bofetá, en su capilla de la Parroquia de San Lorenzo. En este caso, lo que ha hecho especial a este culto interno es que ha sido la última vez que este besamanos anual se ha celebrado antes de la próxima restauración de la dolorosa que tallara Castillo Lastrucci, cuyo inicio se prevé para el mes de noviembre, una vez que regrese la talla de San Juan Evangelista, que igualmente está siendo intervenido por quien ya restauró el año pasado a Jesús ante Anás, Carmen Bahíma.
La Virgen del Dulce Nombre se ha presentado ante los fieles sobre una peana de madera dorada y policromada, con la cruz trinitaria en el frontal. Vestía manto azul de camarín bordado en oro y sedas, la saya rosa también con bordados en oro, ambas piezas de Sobrinos de Caro, y la toca de sobremanto de Hijas de la Caridad.
En lo que se refiere a las joyas que ha lucido en esta ocasión, han sido únicamente la corona de salida y un broche con su advocación en el pecherín.
Flanqueaban a la dolorosa dos pequeñas columnas doradas con sendas jarras del paso de palio con flores blancas, mientras que otras cuatro estaban repartidas entre los altares de Jesús ante Anás y San Juan, y en la parte inferior del altar principal de la capilla, presidido para este besamanos por la talla del Señor, ubicado en la parte exterior del camarín, cuyo interior estaba oculto por una tela de color azul.
Cuatro de los ángeles del paso de misterio de la Bofetá formaron parte también del montaje. Dos estaban flanqueando al Señor sobre altas columnas doradas y sostenían filacterias con la inscripción "Alabado sea tu nombre", mientras que otros dos se dispusieron en los altares del Señor y San Juan con la inscripción "Bendita sea tu pureza".
Finalmente, el altar principal estaba iluminado por diez candeleros del paso de palio de la Virgen del Dulce Nombre, cinco a cada lado.
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