Casi dos meses y medio después del besamanos extraordinario con motivo del cuarto centenario del voto de sangre en defensa de la pureza de la Virgen María, la Hermandad del Silencio celebró este martes el besamanos anual a María Santísima de la Concepción en el día de su festividad.
La dolorosa de Sebastián Santos vestía, como es habitual en este culto, el manto azul bordado en oro y la saya de terciopelo color jacinto también con bordados en oro, piezas ambas del taller de Santa Bárbara. Lucía también la corona de salida y llevaba varios broches, entre ellos uno con el escudo de la hermandad, además de un pañuelo en la mano derecha, de la que pendía un rosario, mientras daba a besar la mano izquierda.
La Virgen de la Concepción estaba elevada sobre una peana de plata y flanqueada por los dos ángeles ceriferarios que acompañan a Nuestro Padre Jesús Nazareno en su paso. A lo largo del altar había repartidas varias jarras del paso de palio con diversas flores, entre las que destacaba el intenso aroma de los nardos. También había varios blandones dorados con cera blanca que llevaban impreso el escudo de la corporación.
Detrás, un amplio cortinaje de color burdeos cubría el retablo de la Iglesia de San Antonio Abad, dejando visible el camarín donde recibe culto el Nazareno, aunque aquí estaba ocupado por el simpecado de la cofradía entre flores de talco y con un centro de nardos a sus pies.
Completaban el montaje, entre otros enseres, dos candelabros plateados, así como la bandera conmemorativa del voto de sangre y el guión romano.
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