domingo, 31 de enero de 2016
EL CRISTO DE SAN JULIÁN CELEBRÓ SU PRIMER VÍA CRUCIS EXTRAMUROS
Tras el año 2015, que dejó multitud de actos y cultos extraordinarios con motivo del 450 aniversario de la Hermandad de la Hiniesta en su faceta penitencial, este sábado los cofrades de San Julián vivieron otra jornada muy especial con motivo del vía crucis del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, que por vez primera recorrió diversas calles cercanas al barrio, pero situadas extramuros.
Así, el crucificado de Castillo Lastrucci presidió el acto del rezo de las estaciones del vía crucis por lugares por los que nunca había pasado, como la Avenida de la Cruz Roja, Previsión, Antonio Machín o León XIII. Hay que tener en cuenta que, por cercanía con San Julián, son muchos los vecinos de esta zona de la ciudad que integran la nómina de hermanos de la Hiniesta, y cada Domingo de Ramos numerosos nazarenos de azul y blanco cruzan la ronda para realizar con sus titulares la estación de penitencia.
A las seis y cuarto de la tarde comenzó la salida del cortejo desde San Julián; un cortejo que abría la cruz de guía de la hermandad, tras la que se situaron un buen número de hermanos con cirios de color tiniebla. Un segundo tramo lo encabezaba el estandarte corporativo. Posteriormente, los tres integrantes de la capilla musical que acompañó al crucificado y el cuerpo de acólitos.
Aunque salió de día, lo que no es habitual en este vía crucis que suele celebrarse el último sábado de enero, pronto anocheció y era noche cerrada cuando, ya de vuelta, el Cristo de la Buena Muerte recorría los últimos metros de la calle León XIII y salía de nuevo a la Ronda.
Una de las estaciones iba a rezarse en el interior del Convento de Capuchinos, donde el crucificado fue recibido por la Hermandad de la Divina Pastora hasta dentro del templo. El Cristo de la Buena Muerte llegó hasta el presbiterio para situarse frente a la dolorosa de Juan de Astorga que recibe culto en el convento y que estaba ante el altar mayor.
Posteriormente, antes de salir de nuevo a la calle, los cofrades de la Hiniesta llevaron al Cristo hasta el retablo de la Divina Pastora, completamente iluminado para la ocasión.
Como hiciera la Virgen de la Hiniesta en su salida extraordinaria del pasado mes de octubre, tras la visita al Convento de Capuchinos, el Cristo de la Buena Muerte se encaminó hacia la Iglesia de San Hermenegildo, donde igualmente entró hasta quedar situado a los pies del retablo mayor.
Los hermanos que lo portaban en andas las dejaron en el suelo durante el rezo de la duodécima estación, "Jesús muere en la cruz", la que representa precisamente el crucificado de San Julián. Finalizado el rezo, el Cristo salió a la calle para afrontar la recta final del recorrido.
Por Madre Dolores Márquez y la Plaza de San Julián, el cortejo avanzó con lentitud, obligando a los portadores de las andas a pararse cada pocos metros. Ya junto a la parroquia, aún quedaba otra visita, como fue el Convento de San Cayetano, donde se rezó la penúltima estación del vía crucis.
Finalmente, el Cristo de la Buena Muerte, cuya cruz llevaba en su base una variedad floral formada por rosas rojas, lirios morados y calas blancas, entre otras, entró de nuevo en San Julián y fue conducido hasta el presbiterio, donde tuvo lugar el rezo de la última estación, con la iglesia completamente llena de hermanos y devotos.
Finalizado el culto del vía crucis, tomó la palabra el hermano mayor de la Hiniesta, José Antonio Romero, para agradecer a los hermanos su participación y desear que la visita del Cristo de la Buena Muerte a calles nuevas para la cofradía dé los frutos deseados entre los vecinos.
Posteriormente, se llevó a cabo la colocación del crucificado en el presbiterio, en posición vertical, para colocarlo de cara a la celebración del besapié del día siguiente.
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