Hoy, 10 de junio de 2016, se cumplen diez años de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Esperanza de la Trinidad. Una década de aquel día histórico para la hermandad del Sábado Santo, que vio coronada a la dolorosa de Juan de Astorga después de varios años trabajando para tal fin.
Aquel 10 de junio, que fue sábado, el Cardenal Carlos Amigo Vallejo impuso la corona de oro que habían labrado los Hermanos Delgado sobre las sienes de la bellísima Virgen de la Esperanza, y con ello se cumplía un gran anhelo de los cofrades trinitarios.
Fue ésta la segunda Coronación Canónica de aquel trío de coronaciones anunciadas un año antes por el Cardenal Amigo, conformado por la Virgen de la Palma del Buen Fin, la Esperanza de la Trinidad y la Virgen de la O.
La Esperanza Trinitaria salió del Santuario de María Auxiliadora, al que aún le faltaban dos años para ser declarado Basílica Menor por parte del Papa Benedicto XVI, el martes anterior a la Coronación Canónica. En los meses anteriores, el paso de palio había sido sometido a una completa restauración para estar en perfecto estado de cara a tan importante acontecimiento. De hecho, en esta salida hacia la Catedral se estrenó la restauración del manto, dado que el Sábado Santo anterior la Esperanza había salido con un manto liso.
La Esperanza Trinitaria el Sábado Santo de 2006, con un manto liso de terciopelo verde.
En su recorrido de ida a la Catedral, la Virgen pasó bajo las portadas del Corpus de aquel año, que precisamente, con motivo de la Coronación Canónica, estaban inspiradas en la portada del templo salesiano de la Trinidad. Además, el Ayuntamiento colocó banderolas con el escudo de la hermandad y con la corona en las inmediaciones de la Catedral.
Por fin, llegó el esperado 10 de junio. Al mediodía se produjo la Coronación Canónica con el paso de palio, como es habitual, ante el altar del Jubileo. Unas escaleras permitían el acceso al paso para la imposición de la corona de oro, habiéndose retirado para ello el tercer varal de cada uno de los lados del paso. La Catedral se llenó de personas que quisieron asistir a tan importante celebración y se instalaron diferentes pantallas para que todos pudieran ver cada momento de la ceremonia.
Por la tarde tuvo lugar la procesión triunfal de regreso a su templo de la Virgen de la Esperanza. Por aquel entonces, la zona de la Avenida de la Constitución y la Plaza Nueva estaban en obras debido a la construcción del tranvía. Por ello, aunque lo habitual en este tipo de procesiones extraordinarias que parten de la Catedral es salir por la Puerta de San Miguel, la Esperanza salió por la Puerta de los Palos para tomar por Placentines, Alemanes y Hernando Colón hasta la Plaza de San Francisco, donde la fachada del Banco de España estaba en plena restauración.
Igualmente, las obras impidieron que el recibimiento oficial en el Ayuntamiento tuviera lugar ante la fachada de la Plaza Nueva. En su lugar, el paso volvió a discurrir bajo las portadas del Corpus y se detuvo delante de la fachada plateresca, donde la Escolanía de María Auxiliadora le cantó a la Virgen de la Esperanza.
Desde la Plaza de San Francisco, la Esperanza Trinitaria tomó la calle Granada hacia Tetuán, Velázquez y Campana, otro punto destacado de esta procesión triunfal, dado que desde el edificio que hace esquina con la Plaza del Duque, adornado con banderolas con la cruz trinitaria, cayó una gran petalada sobre el paso de palio, como ocurre cada Sábado Santo en su entrada en la Carrera Oficial. En recuerdo de este día, acabaría colocándose un azulejo conmemorativo en esa misma esquina.
Además, en la Plaza de la Campana había un pequeño escenario, desde el que un coro le cantó también a la Virgen.
Posteriormente, la Esperanza siguió en línea recta por Martín Villa, Laraña, Encarnación, Imagen, San Pedro, Almirante Apodaca, Juan de Mesa, Ponce de León y Escuelas Pías, para girar en Gallos.
El tramo final de la salida extraordinaria incluyó parada ante la Hermandad de los Gitanos, el paso por la calle, entonces un simple solar, que diez años después sería bautizada como Cristo de las Cinco Llagas, y por la calle Sol, Madre Isabel de la Trinidad y María Auxiliadora.
Fue un día grande en la dilatada historia de la Hermandad de la Trinidad que hoy, viernes, será recordado como se merece con una solemne eucaristía que tendrá lugar a las ocho y media de esta tarde en la Basílica de María Auxiliadora, y que estará presidida, como no podía ser de otra manera, por quien hace diez años impuso la corona de oro a la Esperanza: el Cardenal Fray Carlos Amigo.
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