La Hermandad del Cerro del Águila vivió ayer, domingo, una mañana muy especial con Nuestra Señora de los Dolores, que presidió su anual rosario de la aurora, aunque en este caso con la particularidad de visitar la Parroquia de San Sebastián, en el barrio del Porvenir.
El motivo era celebrar los 25 años transcurridos desde aquel Martes Santo de 1991, en que El Cerro tuvo que salir desde San Sebastián tras la clausura de la Parroquia de los Dolores por su mal estado. Sólo fue un año, ya que posteriormente la Hermandad del Cerro habilitaría su casa hermandad como parroquia del barrio hasta la dedicación del nuevo templo en 2002.
En cualquier caso, no fue hace 25 años la última vez que la Virgen de los Dolores estuvo en el Porvenir, dado que el rosario de la aurora de 1995 también tuvo como destino la Parroquia de San Sebastián. Así pues, la de ayer fue la tercera ocasión en que la dolorosa de Sebastián Santos estuvo en la sede de la Hermandad de la Paz, la primera después de 21 años.
La organización fue espléndida y la emoción alrededor de la Virgen de los Dolores fue la nota dominante de un rosario que comenzó temprano, a las seis de la mañana, para poder cubrir la distancia entre ambos barrios a tiempo para celebrar la santa misa a las nueve, con la Reina del Cerro presidiendo desde sus andas el templo del Porvenir.
El rezo del rosario se realizó durante el itinerario de ida, con el acompañamiento del Coro de Campanilleros Santo Domingo, de Bormujos. Para el regreso, sin embargo, se contó de manera excepcional con la Asociación Filarmónica Cultural Santa María de las Nieves, de Olivares, que al término de la misa esperaba ya en el patio de la Parroquia de San Sebastián, al igual que numerosísimas personas que no querían perderse a la Virgen de los Dolores atravesando el arco de medio punto que, como el de la parroquia del Cerro, caracteriza a la puerta de salida del templo de San Sebastián.
La Virgen de los Dolores iba bellísima, estrenando un manto de terciopelo azul bordado en plata, donado por el que fuera hermano mayor del Cerro, Francisco Carrera Iglesias, quien se ha encargado de su ejecución junto a Francisca Rosado Trigueros. Combinaba con el manto la saya del mismo color realizada también por Carrera a partir de un traje de torero de José Sánchez, 'Hipólito', estrenada hace 20 años. Lucía la corona de plata labrada por los Hermanos Delgado a principios de los años 90, un rosario de lapislázuli donado por una devota, la medalla de oro de la Hermandad de la Paz y el corazón con los siete puñales de Joyería Ignacio, de 1990.
Entre grandes nubes de incienso, la Virgen de los Dolores bajó del presbiterio de la Parroquia de San Sebastián y se dirigió a la puerta de salida. La Banda de las Nieves de Olivares interpretó el Himno Nacional. Después, la dolorosa tomó la calle Río de la Plata a los sones de "Virgen de la Paz", engarzada inmediatamente con "Coronación", la marcha dedicada a la Coronación Canónica de la Virgen de los Dolores, tocada aquí como guiño a la Paz, que el próximo 1 de octubre vivirá las mismas emociones que los cofrades del Cerro tuvieron la oportunidad de experimentar hace ya 14 años. A continuación, la Virgen de los Dolores tomó la calle Nuestra Señora de la Paz, donde el pasado jueves se inauguró un nuevo retablo cerámico de la dolorosa del Domingo de Ramos.
Hay que indicar que el cortejo estaba encabezado por la cruz parroquial de plata y carey de los Hermanos Delgado, entre ciriales de los mismos orfebres. Seguían el banderín de la Paz, bordado por Francisco Carrera con pintura de Dubé de Luque y asta de los Hermanos Delgado; el libro de reglas, con cubiertas de plata y carey de los mismos autores; la bandera verde con cruz negra; el estandarte corporativo de la Hermandad del Rocío del Cerro y el de la propia Hermandad de los Dolores.
Desde la calle Nuestra Señora de la Paz, la Virgen de los Dolores, en cuyas andas destacaban grandes esquinas de nardos, además de contar con rosas en el centro y en los laterales, tomó la calle Exposición, a la que llegó con la composición "Aniversario Macareno", seguida después por "La Estrella Sublime".
Acompañada en todo momento por un gran número de personas y llevada por las calles del Porvenir por cofrades de la Paz, la Virgen de los Dolores salió del barrio por la calle que precisamente da nombre a esta zona de la ciudad, Porvenir, con las marchas "Coronación de la Macarena", "Reina de la O" y "Pasan los campanilleros", ésta ya en la salida a Ramón Carande y con una serie de mecidas a las andas siguiendo los sones de la composición.
El calor apretaba con
el sol ya casi del mediodía cuando la dolorosa de Sebastián Santos discurrió
ante los modernos edificios de Ramón Carande, Compositor Manuel Castillo,
Pirotecnia o Ángel Gelán, todo ello con la Banda de las Nieves interpretando
una sucesión de composiciones, como “Triana de Esperanza”, “Triunfal” o “Madre
de los Gitanos Coronada”, buscando salir a Diego Martínez Barrio.
En su camino de regreso al Cerro, la Virgen de los Dolores, con sus andas iluminadas por los ángeles ceriferarios que figuran entre los varales de su paso de palio, iba a pasar por el barrio del Juncal. Hasta allí llegó por José Saramago, Virgen del Sol, Avión Cuatro Vientos y Alcalde Juan Fernández.
Con marchas como "Esperanza Macarena", "Pasa la Virgen Macarena" y "Candelaria", la dolorosa se internó en el Juncal por la calle Segre, donde llegó con "Macarena", de Abel Moreno, marcha que desgraciadamente incrementó las palmas y piropos artificiales que determinadas personas se empeñan en lanzar, cada vez con más frecuencia, en diferentes salidas procesionales; gritos y aplausos demasiado artificiales y carentes por completo de espontaneidad y sinceridad. Se trata de una epidemia que se extiende en demasía por algunas hermandades, sobre todo de gloria, desde hace tiempo y que parece haber llegado también al Cerro.
Poco después, la Virgen de los Dolores alcanzó la Plaza del Sella con "Valle de Sevilla" y llegó hasta la misma puerta de la Parroquia del Juncal, donde la recibió la hermandad del barrio que la tarde anterior había celebrado su salida procesional. De hecho, la Virgen del Juncal estaba aún sobre su paso en el presbiterio del sencillo templo.
La Hermandad del Juncal hizo una ofrenda floral a la Virgen de los Dolores y sus cofrades portaron las andas por la calle Araquil, mientras la Banda de las Nieves tocaba las composiciones "Coronación" y "Al cielo con Ella".
Desde Araquil, la Virgen de los Dolores salió a Ramón y
Cajal, justo frente al antiguo Matadero, con la marcha “Dolores del Cerro”, a
la que siguió posteriormente “Virgen de las Aguas” al cruzar la Ronda del
Tamarguillo hacia la calle Canal. Por aquí también sonaron “Salve, Madre de la
Salud” y “Encarnación Coronada”, ésta ya entrando en Afán de Ribera, la arteria
principal del Cerro del Águila.
“Como tú, ninguna”, “Madre Hiniesta”, “Mi Amargura” y “Pasan
los campanilleros” fueron las marchas escogidas para el discurrir por esta
calle, por la que un grupo de mujeres de la hermandad se encargaron de portar
las andas.
Finalmente, tras el largo recorrido, la dolorosa alcanzó la
calle que lleva su nombre, entrando en ella con “Madrugá Macarena”, durante cuya interpretación desde el edificio situado justo enfrente de la parroquia cayó una
importante lluvia de pétalos, entre la emoción de los vecinos y devotos.
Las andas fueron colocadas mirando hacia el exterior y, a
continuación, comenzó la entrada de la Virgen en el atrio de la parroquia
mientras la banda tocaba de nuevo “Coronación”, marcha cortada por razones
inexplicables cuando las andas, antes de entrar, se detuvieron. Incluso el
capataz y algunos hermanos comentaron que habría sido deseable que la marcha no se cortara.
Los miembros de la junta de gobierno relevaron a las
hermanas para portar las andas y, después de sonar el Himno Nacional, la Virgen
de los Dolores avanzó por la nave central del templo mientras la banda, que
entró también, tocaba la melancólica composición “Santísimo Cristo del
Desamparo y Abandono”.
Con la llegada de las andas al lado derecho del presbiterio
y los últimos compases de la partitura de Francisco Herrera se terminó de
desbordar la emoción de lo vivido junto a Nuestra Señora de los Dolores. Eran
cerca de las dos de la tarde y el Cerro acababa de dar una nueva lección de
saber hacer, así como de devoción junto a su Virgen; una devoción siempre
sincera, a pesar del molesto griterío con el que algunos pretenden llamar la
atención. En el Cerro, sin embargo, siempre le gana al ‘postureo’ la fe y el
cariño hacia sus titulares.
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