Mucho calor, ya en otoño, quiso acompañar este domingo a la Hermandad de Santa Lucía en su salida procesional por las calles del centro de la ciudad, en un recorrido que volvió a ser el habitual después del año pasado, cuando la santa visitó templos como San Juan de la Palma, la Capilla de la Divina Pastora y el Pozo Santo.
San Román fue de nuevo la iglesia desde la que tuvo que salir la cofradía y ya no hay quien se atreva, después de conjeturas y previsiones inciertas, a afirmar con rotundidad que ésta ha sido la última salida desde su sede provisional y que ya en 2017 podrá salir desde Santa Catalina. Veremos.
De momento, a las once y media de la mañana se ponía en camino la cofradía con un breve cortejo encabezado por cruz alzada entre faroles y seguido de varias parejas de hermanos con cirios, el guión fundacional y las representaciones de las hermandades de la Resurrección de La Rinconada, la Virgen de la Sierra, San Roque (representada con el guión del grupo joven), el Carmen de Santa Catalina y la Exaltación. Posteriormente, iba el libro de reglas y el propio estandarte de la Hermandad de Santa Lucía.
Desde la Plaza de San Román, la cofradía tomó por Peñuelas, Doña María Coronel y San Pedro, para acceder a Dormitorio desde la Plaza del Cristo de Burgos, esto último a los sones de "Pasa la Virgen Macarena" por parte de la Banda de Música de Nuestra Señora del Sol.
El paso, comandado por Juan León Lozano, estaba adornado con un friso de claveles blancos sobre los respiraderos y rosas rojas en la peana, mientras que en las jarras de las esquinas había nardos y gladiolos blancos.
Y de una marcha macarena a otra, en este caso "Esperanza Macarena", con la que Santa Lucía dejó Dormitorio para tomar por Alhóndiga y alcanzar después, con "Hosanna in excelsis", la Plaza de San Leandro. A continuación, la Banda del Sol tocó "Virgen de la Paz" y "Coronación de la Macarena", y con ella el paso llegó a la puerta del Convento de San Leandro, donde se volvió ante las religiosas agustinas, que dedicaron un cántico a Santa Lucía.
Antes de marcharse de San Leandro, Juan León se dirigió a
sus costaleros para pedirles una levantá a pulso por las religiosas, de las que
dijo que “rezan por todos los sevillanos, por los que no saben y por los que no
quieren”. Además, recordó que son ellas las que elaboran las ricas yemas de San
Leandro y dijo que las mismas manos que las elaboran iban a tocar el llamador,
ya que la encargada de hacerlo sonar fue la priora del convento.
Santa Lucía se alejó del cenobio con la marcha “Mi Amargura”
y tomó la calle Cardenal Cervantes con “La Estrella Sublime”, seguida después
por “Aniversario Macareno”. Para el giro posterior a Santiago, la Banda del Sol
tenía preparada la composición “La Madrugá”, que dio lugar a una revirá lenta y
cuidada al máximo por la cuadrilla.
En la calle Santiago, el capataz pidió luego una levantá por
la hija de Pedro, el fiscal, que está atravesando un bache de salud. Después,
el paso siguió con “Virgen de Montserrat”, marcha que, afortunadamente, no fue
interrumpida por la banda cuando el paso se detuvo para un relevo de costaleros
antes de haberse completado la partitura. Mucho mejor así.
La hermandad, como venimos comentando en las últimas
crónicas de salidas procesionales, había recibido instrucciones por parte de la
Policía Local de no ocupar durante demasiado tiempo la calle Juan de Mesa para
no interrumpir en exceso el tráfico. De hecho, al contrario que otros años, en
los que la cofradía cruzaba desde Santiago a Ponce de León y de ahí a la
pequeña calle Santa Catalina, en esta ocasión al dejar Santiago giró a Juan de
Mesa y de ahí a Alhóndiga en dirección a Capataz Manuel Santiago. De esta
forma, los autobuses de Tussam que tienen su cabecera de línea en Ponce de León
pudieron acceder a ella sin esperar a que terminara de pasar la cofradía.
Volviendo a cuestiones cofradieras, la revirá de Santiago a
Juan de Mesa la realizó el paso de Santa Lucía a los sones de “Virgen de las
Aguas”, mientras que la que la llevó a Alhóndiga tuvo como acompañamiento
musical la marcha “Nuestra Señora de Guadalupe”.
Tras detenerse junto a su añorada casa de Santa Catalina,
Santa Lucía siguió su camino hacia la Plaza de los Terceros y la calle Sol con
la marcha “Glorias de Sevilla”. La representación de la Hermandad de la Cena
con su estandarte corporativo esperaba para recibir a la santa en la puerta de
la Iglesia de los Terceros. Hasta ella llegó el paso con “El Corpus” y se
volvió ante el templo.
Los cofrades de la Cena ofrendaron a Santa Lucía un ramo de
claveles rojos y el capataz, que hasta 2015 lo fue también del paso del
Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, dedicó la levantá a la hermandad
del Domingo de Ramos y a “nuestro Cristo de la Humildad”.
A continuación, el paso se marchó con la marcha “María
Santísima del Subterráneo”, a la que siguió ya más cerca de San Román “La
Virgen en sus Lágrimas”.
Antes de llegar a la Plaza de San Román, el capataz quiso
dedicar otra levantá, en este caso a la Banda del Sol, que “cada año va a más y
este año lo han bordado”. “Por la banda, por todos los componentes y por sus
familias”, dijo Juan León antes de que dejar el llamador en manos del director
de la banda.
A punto de concluir la procesión, la banda tocó ya en la Plaza de San Román "Sevilla cofradiera". Con ella, el paso quedó parado delante justo de la puerta, mirando hacia los edificios situados frente al templo. Juan León volvió a hablarle a sus costaleros para indicarles que con esta salida procesional terminaba el mandato de la actual junta de gobierno de la hermandad, de la que dijo que "tanto bien ha hecho, como la casa hermandad". Dejando que tocara el martillo el hermano mayor, Antonio González, el capataz pidió la levantá a pulso "por los que sienten a Santa Lucía".
Seguidamente, con los costaleros ya dados la vuelta, el paso comenzó a avanzar hacia la puerta mientras la Banda del Sol interpretaba el "Himno a Santa Lucía". El paso subió la rampa de madera y entró en San Román cerca de las tres de la tarde, momento en que la banda tocó el Himno Nacional, concluyendo así su labor.
Ya dentro de San Román, con el paso colocado frente al altar
de la Hermandad de la Exaltación, el nuevo párroco, Francisco José Blanc Castán,
que tomó posesión de su cargo este verano, se dirigió a los cofrades para
declararse orgulloso de cómo había salido todo. “Empezamos muy bien y, si esto
es así siempre, creo que me vais a dar muchos motivos de orgullo”, dijo
plenamente satisfecho antes de dirigir las oraciones finales, con las que se
puso punto final a la salida de una de las pocas hermandades que tienen como
titular únicamente a un santo; en este caso, a la mártir de Siracusa, patrona
de la vista, cuya biografía es muy recomendable consultar.
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