No pudo ser. El Grupo de Devotos del Santísimo Cristo del Perdón lo intentó, pero la lluvia no dio finalmente opción y la salida, que por primera vez se iba a llevar a cabo desde el Convento de Santa Isabel, debido a las obras de pavimentación de la calle Socorro, tuvo que ser definitivamente suspendida en la tarde de este sábado.
Las intensísimas lluvias caídas durante la mañana y a eso del mediodía casi hacían pensar en una clarísima e inevitable suspensión de cualquier intento de sacar el paso a las calles. Pero el diluvio dio paso a lo peor para cualquier cofradía: la incertidumbre. Ni llovía ni lo contrario. Difícil, por tanto, tomar una decisión.
Así las cosas, a las cinco de la tarde, hora prevista en un principio para la salida, las puertas del convento no se abrieron. En su lugar, los dirigentes del grupo de devotos anunciaron, tras reunirse a las cuatro y media de la tarde, que se reunirían una hora después para tomar una decisión definitiva, ya que, según decían a través de las redes sociales, los partes meteorológicos parecían favorables.
Efectivamente, a las cinco y media hubo reunión y después la espera. No se sabía qué iba a pasar. Los capataces estaban en la calle Hiniesta. Los componentes de la Agrupación Musical de la Estrella, de Dos Hermanas, desperdigados por los alrededores de la Parroquia de San Marcos y en la propia Plaza de Santa Isabel. Finalmente, minutos antes de las seis se anunciaba que habría salida, aunque se recortaría el itinerario de vuelta.
Dicho y hecho. Poco después se abrían las puertas de Santa Isabel, aunque el cortejo no comenzó a salir hasta aproximadamente las seis y cuarto de la tarde. Una sencilla cruz alzada de madera con manguilla encabezaba el cortejo junto a dos faroles. Tras ellos, varias parejas de niños con cirios, la bandera de la cofradía y la presidencia, con la madre superiora de las Filipenses de Santa Isabel portando una vara.
La Agrupación de la Estrella de Dos Hermanas estaba colocada a un lado de la puerta, rodeando la fuente de la plaza. En el momento en que el cortejo se puso en marcha comenzó a tocar "Perdona a tu pueblo", composición que finalizó sin que el paso hubiera aún salido a la calle.
Y no iba a salir. Cuando el cuerpo de acólitos estaba en la misma puerta del convento, una nube de un gris oscuro que había ido haciendo su aparición conforme salía el cortejo comenzó a descargar agua, primero levemente y después con cierta fuerza. Pronto se dio la orden de que el cortejo regresara, mientras el paso, ya cuadrado ante la puerta, permanecía parado hasta que se tomara una decisión sobre qué hacer en tales circunstancias.
Pero la decisión definitiva fue la obvia: desistir. Aunque detrás de esa nube traicionera venía más claridad, no era cuestión de fiarse. Y, de hecho, la tarde siguió con chubascos intermitentes hasta la noche, por lo que, en realidad, poco había que pensar después del intento frustrado.
Se dejó pasar a la banda nazarena al completo en el templo y, con lentitud, gustándose para intentar sacarse la espinita por la salida suspendida, el paso del Cristo del Perdón, adornado con claveles rojos, salpicados de estátice en la delantera, la trasera y las jarras de los costeros, y con flores silvestres al pie de la cruz, comenzó a moverse a los sones de diferentes composiciones, como "Pescador de hombres", "Cantemos al amor de los amores" o "Cerca de Ti, Señor".
Antes, el capataz dedicó la levantá al grupo de devotos, a las religiosas Concepcionistas del Convento del Socorro, sede del colectivo, y a las Filipenses de Santa Isabel, que han acogido al Cristo del Perdón este año y cuya superiora tocó el llamador.
El paso giró para mirar en primer lugar hacia la banda, situada a los pies de la única nave del templo, siguiendo después para mirar hacia el Cristo de la Misericordia de Juan de Mesa que recibe culto en Santa Isabel, y avanzando hasta el presbiterio, donde quedó detenido en el lado derecho. Otra dedicatoria de levantá fue para un costalero que no ha podido acudir este año junto al Cristo del Perdón por haber sufrido un accidente laboral.
“Dios no se equivoca nunca”, dijo un joven miembro del grupo
de devotos desde el altar en el momento de las oraciones finales con las que se
cerró la procesión de 2016 del Cristo del Perdón. Y lo que Dios ha querido en
esta ocasión es que el Cristo no saliera de Santa Isabel para que sus
religiosas vivieran algo más de tiempo con Él entre sus muros, con el pequeño
crucificado del que cuidan sus vecinas, las Concepcionistas de la calle
Socorro.
Las hermanas del Espíritu Santo, Santa Ángela de la Cruz y
el Pozo Santo, cuyos conventos estaban en el itinerario previsto de la
procesión, tendrán que esperar al menos un año. Será entonces, por tanto, cuando
el Cristo del Perdón recorra las calles. Si Dios quiere.
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