miércoles, 16 de noviembre de 2016

¿QUIÉN TE VIO Y NO TE RECUERDA?


Lo dice el nombre de la marcha de David Hurtado: "¿Quién te vio y no te recuerda?"; título que se completa con la expresión "Saeta jerezana". Se la dedicó el compositor a Madre de Dios de la Misericordia, de la Hermandad del Transporte, a la que este Periodista Cofrade fue a ver en su salida extraordinaria del pasado domingo, con motivo de la clausura del Año Jubilar de la Misericordia.
Ciertamente, la cara de la dolorosa de Sebastián Santos es inolvidable. Quien la ve, la recuerda para siempre. Pero podemos hacer extensivo el título interrogativo de la marcha de Hurtado a todo lo que rodeó el domingo a esta salida de la Reina del Transporte por las calles de Jerez.
¿Quién vio y no recuerda a Jerez? ¿A su Semana Santa? ¿A sus cofradías? ¿A sus imágenes titulares? ¿Cómo olvidar la ciudad y las hermandades que me hicieron cofrade, las primeras enseñanzas de la mano de mi padre, las sillas en la calle Larga que cada año renovaba mi abuela, las emociones almacenadas en la memoria al recorrer de nuevo determinados rincones de la ciudad? Todo eso es lo que el domingo vino a recuperar de lo más hondo de mi corazón la bellísima Virgen de la Misericordia, uno de los pilares de los Domingos de Ramos de mi infancia y adolescencia, en los que recitaba "La Borriquita, el Transporte, la Coronación y las Angustias".
Hoy el Domingo de Ramos jerezano cuenta con otras dos hermandades más en su nómina porque su Semana Santa crece, se amplía y se modifica de manera natural, casi espontánea, sin el encorsetamiento que en Sevilla, por ejemplo, lleva a generar todo tipo de polémicas por intentar cambiar una calle en el recorrido o la disposición de una imagen en un paso. Siendo, en esencia, lo mismo, Jerez es otra cosa, con su personalidad propia, su idiosincrasia y su naturalidad.
La reencontrada emoción con el Jerez cofradiero comenzó temprano, ya que la salida del cortejo en su camino hacia la Catedral se inició a las ocho menos cuarto de la mañana, cuando aún no había amanecido completamente.
Las puertas de la Basílica de Nuestra Señora de la Merced se abrieron ante un grupo de personas no demasiado numeroso que había decidido acompañar desde el principio a la Virgen de la cofradía fundada en 1954 por trabajadores del gremio de transportistas devotos de San Cristóbal, titular de la corporación junto a la dolorosa y a Nuestro Padre Jesús del Consuelo.
El cortejo hasta San Lucas iba a estar encabezado por las insignias basilicales, el tintinábulo y el canopeo entre ciriales, seguidos por las representaciones de diversas hermandades, como la Candelaria, el Rocío de Jerez o la Virgen de la Cabeza. Después iban varios hermanos con cirios blancos, el estandarte corporativo y la presidencia.






Pronto se escuchó el llamador y el paso de palio, que se encontraba en el presbiterio del templo, a los pies de la Patrona de Jerez, comenzó a moverse hacia la puerta para salir a las calles atravesando la fachada recién restaurada de la Basílica. La candelería del blanco palio de la Misericordia estaba completamente encendida, de manera que el rostro de la dolorosa se encontraba perfectamente iluminado para reencontrarse en las calles con los jerezanos por tercera vez, y tercer domingo, en este año, dado que el pasado Domingo de Ramos la lluvia obligó a la hermandad a quedarse en la Catedral hasta la tarde del Domingo de Resurrección. Rosas blancas y nardos conformaban el exorno floral en las jarras de los costeros, mientras que las jarritas delanteras contaban con rosas de pitiminí.
Los acólitos, con seis ciriales, avanzaron hasta la calle para dejar sitio al palio en la salida. Dentro, la Coral Polifónica San Dionisio Aeropagita había comenzado ya con su acompañamiento vocal tras la Virgen de la Misericordia, como iba a suceder en la primera parte de este traslado a la Catedral, hasta la llegada a la Parroquia de San Lucas, uno de los puntos destacados del recorrido. En el momento de la salida, el paso de palio giró a su derecha, al contrario que en Semana Santa, camino de la Ronda del Caracol.





































A continuación, la Virgen de la Misericordia se encaminó a la calle Nuestro Padre y Señor de las Penas para salir a la Plaza de San Mateo, donde la Reina del Transporte iba a ser recibida por las dos hermandades que en ella residen. En primer lugar, fueron los cofrades de la Hermandad del Desconsuelo los que, haciendo un pasillo con cirios rojos hasta la puerta de parroquia, indicaron el camino a la Virgen para encontrarse con el Señor de las Penas, que presidía un sencillo altar.
El paso de palio giró para encontrarse cara a cara con el titular de la cofradía del Martes Santo y “traer Misericordia al Señor de las Penas”, como dijo el religioso que dirigió en este momento unas oraciones dedicadas a los parados y a las familias del barrio que lo pasan mal. Por ellos se cantó la Salve. Acto seguido, el paso se levantó y se acercó más todavía a la puerta de San Mateo, momento en que el capataz le dijo a uno de sus costaleros, hermano del Desconsuelo, “José, mío, a tu Señor que vamos”.



























A partir de este momento, la Hermandad del Desconsuelo se unió, con su estandarte corporativo, al cortejo que acompañaba a la Reina del Transporte hasta la Catedral. Pero aún quedaba otra visita antes de dejar la Plaza de San Mateo, ya que en la puerta de su capilla propia esperaba la Hermandad de Santa Marta, donde Madre de Dios del Patrocinio se encontraba presidiendo el altar de cultos en su honor.
El paso de palio de la Virgen de la Misericordia se metió por completo en el atrio de la capilla y se detuvo en la misma puerta, donde los cofrades de esta corporación del Miércoles Santo rezaron el Ave María e hicieron una ofrenda floral. A continuación, el palio salió de nuevo a la plaza y siguió su camino hacia la Plaza del Mercado, donde estuvo parado durante un rato antes de internarse por la estrechez de la calle Cabezas.




































Y desde la calle Cabezas, Madre de Dios de la Misericordia alcanzó la Plaza de San Lucas, que se encontraba engalanada con colgaduras de alabanza a la Virgen y con una gran alfombra de sales de colores preparada por los jóvenes de la Hermandad de las Tres Caídas, cuya junta de gobierno salió a recibir a la Reina del Transporte a la puerta del templo, donde fue ubicada para la ocasión la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud en sus Tres Caídas. Además, desde este momento el cortejo hasta la Catedral estuvo encabezado por la cruz de guía de las Tres Caídas, mientras que el tintinábulo y el canopeo pasaron a situarse junto al cuerpo de ciriales.




La llegada a San Lucas del paso de palio de Madre de Dios de la Misericordia supuso un punto de inflexión en este traslado a la Catedral. Salió de la calle Cabezas y la Banda de Música María Santísima de la Victoria, de la Hermandad de las Cigarreras, comenzó a interpretar la marcha de esta dolorosa de Sebastián Santos: "¿Quién te vio y no te recuerda? Saeta jerezana".
El palio llegó a San Lucas desde el lado derecho del templo, la banda estaba en el lado izquierdo, en las escaleras que conducen a la puerta de salida de la Hermandad de las Tres Caídas, pero los sones llegaban con nitidez al paso con una plaza expectante ante lo que estaba contemplando. El capataz animaba a los costaleros, que, con una perfección digna de elogio, condujeron a la Virgen hasta la puerta principal del templo, pasando por la alfombra de sales y entre el pasillo de cofrades de las Tres Caídas con cirios blancos.
Cuando la marcha finalizó, se hizo el silencio y, con el único sonido de las bambalinas golpeando los varales, la Reina del Transporte se posó a los pies de la Parroquia de San Lucas, que es tanto como decir a los pies del Señor de las Tres Caídas. De nuevo se cantó la Salve y se rezó haciendo referencia a los titulares de las Tres Caídas, el Señor y la Virgen de los Dolores, así como a la propia Virgen de la Misericordia.














Aún con el paso parado ante San Lucas, la Banda de las Cigarreras interpretó la bellísima marcha “María Santísima de los Dolores”, dedicada a la dolorosa de la Hermandad de las Tres Caídas. Después, el palio se levantó a pulso y continuó su camino mientras dos hermanas arrojaban pétalos de flores ante el paso, que se dirigió hacia la Plaza de Belén con la Banda de Las Cigarreras tocando "Victoria Dolorosa”.
















Tras dejar atrás la estrechez que conecta las plazas de San Lucas y Belén, donde el pregonero de la Semana Santa de Jerez de 2017, José Blas Moreno González, tocó el llamador en una levantá, la Virgen de la Misericordia bajó hasta la calle Barranco mientras la banda, que realizó un gran acompañamiento musical durante el breve recorrido en el que participó, tocaba las marchas “Madre del Mayor Dolor”, "Pasa la Virgen Macarena" y "Trianerías".





















La Reina del Transporte salió a la amplitud de la Plaza del Arroyo, que recorrió a los sones de “La Asunción de Cantillana” y  “La Caridad”, hasta que llegó a la confluencia con la calle Cruces, en cuyo giro la banda encadenó las composiciones “Como tú ninguna” y “Coronación de la Paz”. 
Fue un giro bien trabajado, para saborearlo y disfrutarlo sin prisas, muy lento hasta que, ya subiendo la cuesta de Cruces, con la parte fuerte de la segunda marcha los costaleros alargaron el paso y alcanzaron la esquina superior de la calle, con su característico y estrecho giro, siempre custodiado por un azulejo de la otra dolorosa de Sebastián Santos que tiene Jerez, la Virgen de la Estrella.
A continuación, el palio alcanzó el Reducto, a los pies de la Catedral jerezana, con la marcha "Coronación de la Macarena".
























Ya sólo quedaba la subida por el Reducto hasta la Catedral por el lado de su estilizada torre, trayecto que realizó el paso de palio a los sones de “La Semana Mayor”, “La Estrella Sublime”, “Esperanza Macarena” y “¿Quién te vio y no te recuerda? Saeta jerezana”, ésta ya en la misma puerta principal de la antigua Colegial, de forma que con el palio ya dentro fue cuando la Banda de Las Cigarreras interpretó el Himno Nacional, poniendo así fin a su participación en esta salida extraordinaria de Madre de Dios de la Misericordia.

































Ya dentro de la Catedral, el paso de palio se encaminó por la nave de la Epístola hacia el presbiterio, al que accedió por un lateral, quedando definitivamente ubicado ante el altar para presidir la función solemne de clausura del Año de la Misericordia, que iba a oficiar el obispo de Jerez, José Mazuelos. Tanto el propio obispo como el hermano mayor del Transporte, Manuel Monje, invitaron a todos los cofrades a asistir a dicha función, que iba a comenzar a las cinco y media de la tarde.










Los costaleros que habrían de llevar de vuelta a casa a Madre de Dios de la Misericordia estaban poco antes de la salida de la Catedral en las inmediaciones del Alcázar, escuchando las últimas órdenes del capataz, rematando detalles de última hora y preparándose, en definitiva, para las horas de gloriosa procesión de regreso que quedaban por delante. Un sonoro "¡Viva la Reina del Transporte!", contestado con un potente "¡Viva!", ponía fin a estos preparativos del grupo de costaleros.
En la Catedral, mientras tanto, una enorme cantidad de personas, muchas de ellas de pie, asistían a la función que clausuraba el Año de la Misericordia en la Diócesis de Asidonia-Jerez, el Año que se abrió, también en la Catedral, con la presencia de Nuestro Padre Jesús de las Misericordias, de la Hermandad de la Candelaria, solo en su paso, sin el resto de imágenes que cada Lunes Santo lo acompañan en su estación de penitencia.
Y ante la fachada de la Catedral, mucha gente esperaba para ver la salida del paso de palio, al que una mujer llamó "trono", revelando así su procedencia desde la Andalucía Oriental. "¿Por dónde sale el trono? ¿Por esta puerta?", preguntaba señalando la misma puerta principal de la Catedral por la que a las doce del mediodía había hecho su entrada la Virgen de la Misericordia.
Con absoluta puntualidad, a las siete y cuarto de la tarde, como estaba previsto, la cruz de guía, ahora sí de la propia Hermandad del Transporte, se ponía en camino, seguida de las mismas representaciones de hermandades que a la ida, a las que se habían unido todas las del Domingo de Ramos, incluyendo a Pasión, que se estrenará como cofradía del día inaugural de la Semana Santa en 2017, además de la Cena, el Amor, el Prendimiento, el Nazareno, la Buena Muerte, las Viñas, la Piedad o la de la Virgen de Palomares de Trebujena, entre otras.
Tras las filas de hermanos con cirios y el propio estandarte corporativo, y con la representación de la Hermandad de la Viga en el interior de la Catedral despidiendo a la del Transporte, el cuerpo de acólitos con los ciriales y las insignias basilicales anunciaron la llegada, de nuevo desde la nave de la Epístola, del paso de palio.
Ahora era la Banda de Música del Maestro Tejera la encargada de acompañarlo con sus sones, dado que la Banda de Las Cigarreras estaba comprometida en Sevilla con la Hermandad del Amparo. En el momento de la salida, tras el Himno Nacional, volvió a sonar para la Reina del Transporte su marcha, "¿Quién te vio y no te recuerda?".
Después, el palio avanzó, entre una cantidad de público muy superior a la que contempló el traslado matinal, por la Plaza de la Encarnación con la marcha "El Corpus". Por De la Rosa, donde hubo una levantá en la que los costaleros lograron no echar el paso hacia atrás pese a la inclinación de la calle, Manuel María González y Plaza Monti, la Virgen de la Misericordia buscó la calle Pozuelo, a la que llegó con "Coronación de la Macarena".






































Y de Pozuelo, el itinerario continuó por Letrados, donde sonó “Virgen de las Aguas” y donde el capataz dedicó una levantá a “todos los hermanos de esta bendita hermandad”. Después, el paso atravesó una zona de la calle muy estrecha antes de salir a la amplitud de la Plaza de la Asunción, repleta de numerosas personas, muchas de las cuales llenaban las escalinatas del monumento.
Por esta plaza, uno de los rincones con más encanto de Jerez, la Banda de Tejera tocó la marcha "Nuestra Señora del Mayor Dolor", como guiño a la Hermandad del Ecce Homo, que reside en la Parroquia de San Dionisio, situada en esta misma plaza.
El itinerario seguía a continuación por la Plaza de Plateros, a la espalda de San Dionisio, a la que llegó Madre de Dios de la Misericordia con una doble interpretación de "Como tú ninguna", aunque la banda interrumpió la repetición cuando el palio completó la revirá. Sin embargo, éste no se paró hasta más adelante, en el mismo punto donde después se dedicó la levantá a Carlos Otero, que ha ejercido como vestidor de la dolorosa durante cincuenta años y que, precisamente por ello, fue objeto de un homenaje tres días antes de esta salida extraordinaria. El propio vestidor, en su silla de ruedas, asistió desde delante del palio a esta levantá de la Reina del Transporte en su honor.
Seguidamente, el paso de palio se encaminó a la calle Tornería, cuyos primeros metros recorrió a los sones de "Reina del Carmelo", marcha escogida en este lugar dada la cercanía con la otra basílica de Jerez, la de Nuestra Señora del Carmen Coronada.







































“Procesión de Semana Santa en Sevilla” sonó más adelante por Tornería tras la Virgen de la Misericordia, que seguía acompañada por las diferentes representaciones de hermandades, aunque se iban a retirar poco después, en el inicio de Porvera.
No obstante, sorprendió que, tras la conocida composición de Pascual Marquina, se encadenaran hasta dos chicotás a tambor, pese a ser Tornería y la Plaza Rafael Rivero una zona donde tradicionalmente se pueden escuchar varias marchas seguidas tras los numerosos pasos que discurren por ella en Semana Santa.
La segunda de esas chicotás, además, fue bastante larga, avanzando el paso de palio de manera decidida hasta dejar atrás la Puerta de Sevilla y adentrarse en los primeros metros de la calle Porvera.
A continuación, el paso se levantó, avanzó entre los estandartes de las hermandades que habían acompañado a Madre de Dios de la Misericordia desde la salida de la Catedral y siguió bajo la bóveda vegetal de las frondosas ramas de los árboles de la Porvera, a los sones, una vez más, de la marcha de David Hurtado.























“¿Quién te vio y no te recuerda?”. Con esa banda sonora, veía alejarse en Porvera el manto blanco de Madre de Dios de la Misericordia. Aún tenía por delante pararse ante la Virgen de la Soledad en la Iglesia de la Victoria, pasar por la felizmente recuperada Parroquia de Santiago y regresar triunfal por una engalanada calle Merced hasta su Basílica, donde entró pasados pocos minutos de las doce de la noche.
¿Quién vio Jerez, sus cofradías, sus imágenes titulares y no puede recordarlos? Gracias, Madre de Dios de la Misericordia, por salir a las calles este pasado domingo y, a tu lado, hacerme recordar tantas y tantas escenas que guardo en mi memoria y con las que me identifico desde bien temprano como cofrade: las emociones al ver al primer nazareno de la Borriquita cruzando la Rotonda de los Casinos a toda prisa camino de la Capilla de San José, la entrada del Transporte ya en la madrugada del Lunes Santo con mi primo dormido en brazos de mi tío, el paso de la Cena por Rafael Rivero mientras degustaba una manzana de caramelo y mi padre registraba la escena con su cámara Betamax, el tambor marcial del Cristo de la Defensión avanzando por la calle Larga, la imposible revirá del misterio de la Flagelación en la calle Naranjas, perfectamente cuadrado entre la casa de mi abuela y la de mi tía, el balcón andante del misterio del Ecce Homo con Pilatos señalando (“está feo señalar”, me decían) al Señor presentado al pueblo, el Cristo de la larga melena movida por el viento del Viernes Santo… Y, por supuesto, toda la familia caminando unida hacia San Juan de Letrán en la Noche de Jesús y la búsqueda del paso del Señor con su particular Marquillo por la Plaza del Arenal para saludar fugazmente a mi padre, cargador del costero derecho exterior...
A veces, la verdad está en el origen. ¿Quién te vio y no te recuerda, Jerez?

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