La semana pasada la Hermandad de Montserrat celebró los cultos en honor al Santísimo Cristo de la Conversión, para lo que la priostía montó un altar en el que el crucificado de Juan de Mesa estuvo presidiendo el pequeño templo en solitario, ante el dosel de cultos de la hermandad, situado a su vez delante de un cortinaje de damasco rojo que tapaba el retablo de la capilla.
El Cristo de la Conversión lució para estos cultos las potencias de plata que llevó en las calles por última vez el Viernes Santo de 2010. Además, la cruz tenía los casquetes y el títulum de plata que también llevó aquel año en la estación de penitencia, y que igualmente iba a haber sacado en el Vía Crucis del Año de la Fe frustrado por la lluvia (ver).
Ante el crucificado se situaron un buen número de candeleros del paso de palio de la Virgen de Montserrat distribuidos en cuatro grupos, todos ellos con cera blanca, así como varias jarras también del palio con rosas rojas, y una más de forma alargada a los pies de la cruz.
Durante la celebración de estos cultos, la imagen de San
Juan Evangelista no se encontraba expuesta, mientras que la Virgen de
Montserrat estaba ubicada en el altar de la Virgen del Rosario, a la izquierda
del altar mayor, en tanto que esta otra imagen se situó a los pies del
templo, entre las tallas de San Vicente Ferrer y San Isaías, ante un repostero
con el escudo de la hermandad.
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