Una turista de habla inglesa preguntaba qué esperaba la gente en la plaza. Tras saber que era una procesión se interesaba por su duración: "One hour?". "No, eight". "Eight? Then, I'll see it later".
A las tres y media de la tarde se abrían las puertas de la Capilla de los Dolores y comenzaba a salir el cortejo, encabezado por dos nazarenos con cirios color tiniebla, seguidos de la capilla musical ante la cruz de guía, un detalle que caracteriza el inicio de esta corporación servita antigua en su historia, moderna en su faceta penitencial.
Con un ritmo lento, los negros nazarenos con el corazón traspasado por los siete puñales en el pecho fueron saliendo y atravesando la Plaza de San Marcos hacia la calle Bustos Tavera, la que recuerda al caballero mandado asesinar por el rey Sancho IV tras defender el honor de su hermana.
Pronto salió de la pequeña capilla el paso de Nuestra Señora de los Dolores y el Santísimo Cristo de la Providencia, conjunto de gran belleza salido de las manos de José Montes de Oca, que supo reflejar la desolación de una madre acariciando el cuerpo muerto de su hijo tras ser descendido de la cruz. Los Villanueva son los encargados de mandar ante este paso.
La Banda Municipal de Música de Alcalá de Guadaíra interpretó en el momento de la salida la composición "La muerte de Ases", seguida posteriormente por "Amor y Amargura" a su paso por la plaza y en su entrada en Bustos Tavera.
Al igual que estos últimos años, el paso combinó un exorno floral en el friso del canasto y las jarras, en este caso rosas rojas, con una variedad de especies y tonalidades en la peana. Volvió a llamar la atención la cruz de caoba, carey, plata y marfil estrenada el año pasado, con diseño del que fuera hermano mayor de los Servitas, el imaginero Dubé de Luque, que iba delante del paso.
Detrás, la primera Soledad del Sábado Santo, la talla que
realizó el propio Dubé de Luque a partir de una imagen anterior de Castillo
Lastrucci que, según parece, podría ser la que perteneció durante un tiempo a
la Hermandad del Gran Poder por una donación particular. Precisamente, la
hermandad se encuentra celebrando el medio siglo de esta dolorosa, que se
incorporó al cortejo de la cofradía en 1981.
Javier Pagés comanda este paso que salió de la capilla a los
sones de “Soleá, dame la mano”, a cargo de la Banda Municipal de Música de
Coria del Río. En ninguno de los pasos de esta hermandad se realizan la salida
y la entrada con el Himno Nacional.
Rosas blancas decoraban este paso de palio de cajón y de gran
personalidad, que está en proceso de bordado de los faldones y que alcanzó
Bustos Tavera con la marcha “Cristo del Buen Fin”. Éste ha sido otro de los muchos palios que han llevado un cirio por los donantes de órganos, en este caso con el lema "Un corazón de vida", en alusión al propio emblema de la hermandad.
Siguiendo su novedoso itinerario de ida estrenado en 2016, la Hermandad del Sol recorría la zona de la Alfalfa y bajaba la Cuesta del Rosario hacia el Salvador. Había salido de la capilla anexa a la Parroquia de San Diego de Alcalá a la una menos cuarto del mediodía, quince minutos antes que el año anterior.
El Varón de Dolores de la Divina Misericordia, en el primero de los tres pasos alegóricos del Sábado Santo, bajó la Cuesta del Rosario con la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Sol encadenando varias marchas seguidas sin que el paso se detuviera, siendo la última de esas composiciones "Cristo del Amor" desde el azulejo del crucificado de Juan de Mesa, en la esquina de Villegas con la Plaza del Salvador.
Desde ahí, donde un turista francés perdía ligeramente los nervios al querer hacer una foto y ponérsele delante otro fotógrafo, el Varón de Dolores siguió hacia Entrecárceles y Francisco Bruna, para cruzar la carrera oficial por Granada y encaminarse a la Campana por la que ha sido su vía de acceso a ésta desde su estreno como cofradía del Sábado Santo en 2010: Tetuán y Velázquez.
Una variedad de flores de tonos rojos y morados, además de hojarasca, adornaban el paso presidido por una imagen de José Manuel Bonilla Cornejo que es heredera de la representación plástica que surgió en Alemania a finales de la Edad Media, basada en la visión del profeta Isaías acerca de los padecimientos que el Señor iba a soportar para la redención del mundo, utilizando la cruz como instrumento de salvación. Es una alegoría quizá algo complicada de explicar, pero lo que no es el Varón de Dolores, por más que algunos insistan, es un Resucitado.
La Hermandad del Sol ha invitado este año a realizar con ella la estación de penitencia a dos corporaciones de fuera de Sevilla con las que tiene relación, como son el Descendimiento de Plasencia (Cáceres) y la Buena Muerte de Berja (Almería), que iban con sus estandartes corporativos delante del propio de la cofradía del Plantinar.
Detrás venía el paso de palio de Nuestra Señora del Sol, en Sacra Conversación con San Juan Evangelista y Santa María Magdalena, que presentaba el estreno de la decoración de las caídas interiores, con elementos labrados en plata por el orfebre Pedro Angulo. En concreto, había varios soles con espejos, cartelas con caras de ángeles y estrellas. Además, eran también novedad los candelabros superiores de la candelería, obra de Jesús Domínguez.
La banda de música propia de la hermandad acompañaba a tan personal paso de palio, que bajó la Cuesta del Rosario a los sones de la marcha "Valle de Sevilla". Después, desde la Plaza del Salvador hasta Francisco Bruna, sonó "Nuestro Padre Jesús".
Antes de alcanzar la Plaza de San Francisco y dirigirse a la calle Granada, el capataz, Alfredo García, se mostró muy satisfecho con la chicotá realizada por los costaleros y les dijo: "Gracias por este ratito que me habéis regalado".
A continuación, la Virgen del Sol, que combina en su advocación el carácter esperancista de la antífona de la Navidad correspondiente al 21 de diciembre, día de su festividad, y la visión alegórica del libro del Apocalipsis, con la mujer vestida de sol que aparece en el cielo, siguió su camino para acceder a la carrera oficial y realizar por octavo año su estación de penitencia en la Catedral.
El Varón de Dolores de la Divina Misericordia, en el primero de los tres pasos alegóricos del Sábado Santo, bajó la Cuesta del Rosario con la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Sol encadenando varias marchas seguidas sin que el paso se detuviera, siendo la última de esas composiciones "Cristo del Amor" desde el azulejo del crucificado de Juan de Mesa, en la esquina de Villegas con la Plaza del Salvador.
Desde ahí, donde un turista francés perdía ligeramente los nervios al querer hacer una foto y ponérsele delante otro fotógrafo, el Varón de Dolores siguió hacia Entrecárceles y Francisco Bruna, para cruzar la carrera oficial por Granada y encaminarse a la Campana por la que ha sido su vía de acceso a ésta desde su estreno como cofradía del Sábado Santo en 2010: Tetuán y Velázquez.
Una variedad de flores de tonos rojos y morados, además de hojarasca, adornaban el paso presidido por una imagen de José Manuel Bonilla Cornejo que es heredera de la representación plástica que surgió en Alemania a finales de la Edad Media, basada en la visión del profeta Isaías acerca de los padecimientos que el Señor iba a soportar para la redención del mundo, utilizando la cruz como instrumento de salvación. Es una alegoría quizá algo complicada de explicar, pero lo que no es el Varón de Dolores, por más que algunos insistan, es un Resucitado.
La Hermandad del Sol ha invitado este año a realizar con ella la estación de penitencia a dos corporaciones de fuera de Sevilla con las que tiene relación, como son el Descendimiento de Plasencia (Cáceres) y la Buena Muerte de Berja (Almería), que iban con sus estandartes corporativos delante del propio de la cofradía del Plantinar.
Detrás venía el paso de palio de Nuestra Señora del Sol, en Sacra Conversación con San Juan Evangelista y Santa María Magdalena, que presentaba el estreno de la decoración de las caídas interiores, con elementos labrados en plata por el orfebre Pedro Angulo. En concreto, había varios soles con espejos, cartelas con caras de ángeles y estrellas. Además, eran también novedad los candelabros superiores de la candelería, obra de Jesús Domínguez.
La banda de música propia de la hermandad acompañaba a tan personal paso de palio, que bajó la Cuesta del Rosario a los sones de la marcha "Valle de Sevilla". Después, desde la Plaza del Salvador hasta Francisco Bruna, sonó "Nuestro Padre Jesús".
Antes de alcanzar la Plaza de San Francisco y dirigirse a la calle Granada, el capataz, Alfredo García, se mostró muy satisfecho con la chicotá realizada por los costaleros y les dijo: "Gracias por este ratito que me habéis regalado".
A continuación, la Virgen del Sol, que combina en su advocación el carácter esperancista de la antífona de la Navidad correspondiente al 21 de diciembre, día de su festividad, y la visión alegórica del libro del Apocalipsis, con la mujer vestida de sol que aparece en el cielo, siguió su camino para acceder a la carrera oficial y realizar por octavo año su estación de penitencia en la Catedral.
Tres hermandades estaban ya en la calle en este Sábado
Santo. Además de los Servitas y el Sol, por la zona de Santa Catalina y San Pedro
avanzaba la Hermandad de la Trinidad, con el paso del Sagrado Decreto en primer
lugar.
Entre azucenas y anthurium, siempre de color blanco, ganaba
metros este paso alegórico en el que se representa el momento en que el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo deciden que el Hijo se haga hombre y baje a la
tierra para la redención del mundo. Todo ello, en presencia la Fe, que se sitúa
tras la Santísima Trinidad con la venda en los ojos, la Iglesia dormida en el
costero derecho, el arcángel San Miguel en la delantera acabando con un dragón
como símbolo del pecado, un pequeño ángel que dispara la flecha del Amor Divino
al corazón del Hijo y los cuatro padres de la Iglesia Occidental: de pie, San
Gregorio y San Ambrosio a derecha e izquierda, respectivamente, viendo el paso
de frente; arrodillados, San Agustín a la derecha, y San Jerónimo a la izquierda,
en actitud de escribir con una pluma, dado que este santo fue el encargado de
traducir la Biblia para su difusión.
Así de sencillo, o de complicado, es este paso alegórico del
Sagrado Decreto de la Trinidad, que hace algunos movimientos
coreográficos a los sones de la Banda de Cornetas y Tambores de Las Cigarreras,
que pone fin así a su intensa participación en la Semana Santa de Sevilla.
No muy lejos llegaba el segundo paso de la corporación
trinitaria que sale de un templo salesiano, el del Santísimo Cristo de las
Cinco Llagas, a punto de ser descendido de la cruz por Nicodemo, mientras abajo
esperan la Virgen de la Concepción, que ha vuelto a salir con su propia
diadema después de varios años con una de la Virgen de las Angustias de los
Gitanos, San Juan Evangelista, José de Arimatea y las tres Marías.
Varios estrenos ha presentado el paso este año, como ha sido
el dorado de los respiraderos frontal y trasero, labor realizada por los Hermanos
González, así como la finalización de las cartelas de ambos, de los Hermanos
Caballero.
Al igual que la Banda de Las Cigarreras, también la de las
Tres Caídas de Triana concluye su Semana Santa en esta hermandad, cuyo paso de
misterio parece querer contradecir los más de cinco siglos de existencia de la
propia corporación, con un Cristo con una antigüedad de sólo quince años, una
Virgen de 1958 y un paso de 2011 que aún no está finalizado.
Sobre un clásico monte de claveles rojos, el misterio de las
Cinco Llagas, mandado por Carlos Villanueva y con el desaparecido 'Lope' aún en el recuerdo de todos, dejó atrás San Pedro para seguir por Imagen y la Encarnación hacia
Laraña y Orfila en su camino a la Campana.
Y cerrando el cortejo, el palio de Nuestra Señora de la Esperanza, genial dolorosa salida de la gubia de Juan de Astorga, y en un paso de grandes bordados y orfebrería. La Esperanza Trinitaria llevaba prendida del fajín militar la placa que alude a su condición de Patrona de la Policía Local de Sevilla, patronazgo que ostenta desde algunos años. Y otra insignia municipal, la réplica de la Medalla de la Ciudad,la llevaba en la cintura al ser una Virgen coronada canónicamente.
Pequeñas rosas blancas en la delantera y grandes claveles del mismo color en los costeros conformaban el exorno floral de este paso de palio, último de la Semana Santa de Sevilla que cuenta con el acompañamiento musical de la Banda de Nuestra Señora de la Oliva de Salteras.
Se dio la curiosa circunstancia de que la banda estaba interpretando por la calle Imagen precisamente la marcha "Nuestra Señora de la Oliva" y, aunque el paso se detuvo, los músicos continuaron con la partitura hasta el final. Acto seguido, con "Señorita de Triana" no ocurrió lo mismo. Se empezó a tocar bajo las incalificables Setas y, al pararse el palio antes de llegar a Laraña, un golpe de tambor cortó de forma implacable la interpretación. Lo dicho: "Nuestra Señora de la Oliva" no se cortó. Siempre ha habido clases...
A las siete de la tarde iniciaban su estación de penitencia
las dos últimas hermandades del Sábado Santo: el Santo Entierro y la Soledad de
San Lorenzo. En el caso de la Soledad, su cortejo, el más amplio de la
jornada, ocupaba lentamente la calle Jesús del Gran Poder, después de abandonar
la Plaza de San Lorenzo y pasar por Conde de Barajas, junto a la casa natal de
Gustavo Adolfo Bécquer.
Tardó un buen rato en aparecer el paso de la Virgen de la Soledad,
que venía este año adornado con rosas blancas, además de los habituales lirios
morados en el pequeño monte de la cruz y las azucenas que decoran de forma
permanente el canasto, al estar talladas en él.
Los Ariza llevan este paso que anda de una forma muy
personal, con calma, pero con el paso muy abierto, provocando un característico
bamboleo de la cruz ante la que la Virgen, la que probablemente sea la dolorosa
más antigua de la Semana Santa, se queda sola por la muerte de su Hijo. Con las
manos se aferra a la corona de espinas y a los clavos, que acaban de estar en
contacto con él.
La Soledad de San Lorenzo no recorrió completa la calle
Jesús del Gran Poder, sino que giró a la izquierda en San Miguel para salir a
la Plaza del Duque desde Trajano, y cerrar después la carrera oficial del
Sábado Santo, a la espera ya sólo de la Resurrección.
Cerca de las nueve de la noche, aún atardeciendo, regresaba por
la Plaza del Cristo de Burgos a su capilla la Hermandad de los Servitas, una
vez cumplida su estación de penitencia en la Catedral.
La Virgen de los Dolores y el Cristo de la Providencia
pasaron por la plaza a los sones de “Virgen del Valle”, y después se
encaminaron a Doña María Coronel con “Margot”. Por su parte, la Virgen de la
Soledad pasó después por este mismo lugar precisamente con la marcha “Soledad”.
Poco recorrido tenía ya por delante esta cofradía a la que
le va mejor la noche, especialmente al paso de palio, que el intensísimo sol
con el que había salido hacía ya casi seis horas.
La Plaza Nueva estaba repleta de personas para ver pasar a la Hermandad del Santo Entierro. Nada que ver con la tranquilidad con la que por ese mismo punto se pudo ver el Jueves Santo a la Hermandad del Valle. ¿Qué le vamos a hacer? No todos los días va a haber una Madrugá detrás para despejar las calles de gente.
Así las cosas, la mejor opción del cronista fue esperarla en la Plaza de la Campana, donde poco después llegaba la cruz de guía, unos pocos nazarenos de negro arrastrando sus capas y enseguida el último paso alegórico de un día cargado de simbolismo: el Triunfo de la Santa Cruz, o como el pueblo la llama con la acostumbrada guasa, la Canina.
La muerte ha sido vencida. Cristo se ha servido de ella para liberar a la humanidad y nada hay que ya pueda hacer. A Antonio Cardoso Quirós se atribuye la talla de la Canina, el esqueleto que, guadaña en mano y sentada sobre el mundo, se lleva una mano al cráneo en actitud de derrota. Hay un cierto paralelismo entre la Canina y el Cristo de la Humildad y Paciencia que veíamos el Domingo de Ramos. La postura en ambos es muy parecida. Pero qué diferente acaba la historia de la redención para uno y otro. El paso de la Canina, el que muchos no quieren que se le pare delante por aquello del mal fario, encierra en su mensaje mucha esperanza, como la del paso que va delante en la carrera oficial, el de la Esperanza Trinitaria.
Tras el paso de la Canina, las diferentes representaciones de hermandades de penitencia ordenadas según su día de salida. Como es habitual, no acudieron todas, ya que pudimos advertir la ausencia de la Corona, Padre Pío, San Roque, Santa Marta, la Vera-Cruz, las Penas, las Aguas, el Museo, los Javieres, los Estudiantes, la Bofetá, Santa Cruz, el Cristo de Burgos, la Quinta Angustia, Pasión, el Silencio, el Gran Poder, el Calvario, la Carretería y la O, además, claro está, de las del Sábado Santo y la Resurrección.
Después, ya sin la aburrida representación habitual de diferentes instituciones y organismos políticos y sociales, que se retiran en la Catedral, llegó pronto el segundo paso, el de la Urna con el Cristo Yacente de Juan de Mesa, acompañado por una coral polifónica y por la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, que interpretó "Virgen del Valle"en la llegada del paso a la Campana y "Amarguras" desde aquí a la calle Alfonso XII.
Detrás del paso, además del palio de respeto, la Centuria Romana, con sus soldados vestidos a la usanza de los ejércitos de la Roma Imperial del siglo I, con trajes adquiridos a los legendarios estudios cinematográficos Cinecittà. En cada parada, los soldados se arrodillan en señal de respeto al Cristo Yacente, cuyo paso de estilo gótico, como el de los otros dos, se adornaba con claveles rojos.
Por último, el paso del Duelo, con la Virgen de Villaviciosa recibiendo el pésame de San Juan, las tres Marías y los santos varones. Es un paso que por su propia escenografía se revela como de otro tiempo, anterior al momento en que, sobre todo con la irrupción de Castillo Lastrucci, los pasos de misterio adquieren más movimiento y disposiciones más realistas de las imágenes.
Hay que destacar que la dolorosa de Cardoso Quirós no llevaba diadema, sino un nimbo, que aunque no es lo habitual, tampoco es raro verla con él tanto en la estación de penitencia como en sus cultos.
Mandado por Federico Barrero, el paso del Duelo pasó por la Campana a los sones de "Soledad franciscana" por parte de la Banda de Música del Acuartelamiento Aéreo de Tablada, con esa forma tan especial de tocar que tienen las formaciones militares y que nos retrotraen a los tiempos de la recordada Soria 9.
Después, ya en Alfonso XII, sonó tras el paso la marcha "La Madrugá", que fue interrumpida para tocar el Himno Nacional cuando se produjo la entrada en la Iglesia de San Gregorio, finalizando así la estación de penitencia de la Hermandad del Santo Entierro.
Cerca de allí, cruzando de Javier Lasso de la Vega a Aponte
y hacia la Gavidia, regresaba también a su templo la Soledad de San Lorenzo,
cuyo paso alcanzó finalmente su plaza con cierto retraso sobre lo previsto.
Su aparición en la Plaza de San Lorenzo acalló las voces de
las muchas personas que asistían a esta emblemática entrada, y daba paso a El
Sacri, que desde un balcón cantó una primera saeta, la conocidísima del “divino
broche de oro que cierra la Semana Santa”.
A lo largo del recorrido de la Soledad por la plaza hasta el
momento de la entrada se escucharían otras cinco saetas, siendo una de ellas
también de El Sacri, y otra de Jesús Heredia. En total, seis saetas en los
aproximadamente quince minutos que tardó la Soledad en entrar en San Lorenzo
desde su aparición por la esquina de Cardenal Spínola.
El reloj de San Lorenzo marcaba las doce y media de la noche,
hora real a la que suele entrar la Soledad año tras año, y no las doce de la
noche que figura en todos los programas de mano. Era ya Domingo de
Resurrección, el día más grande de los cristianos, y un día que iba a ser el
más especial en toda la historia de una hermandad que es, en la práctica, el
verdadero broche de oro de la Semana Santa de Sevilla.
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