La Parroquia de San Pedro acogió el pasado domingo el besamanos a Nuestra Señora del Pilar; un culto que comenzó tras la celebración del rosario de la aurora y que se prolongó hasta las nueve de la noche.
La Virgen que procesiona cada 12 de octubre por la feligresía de San Pedro estaba elevada sobre la columna plateada y vestida con manto azul, toca y saya color berenjena. Además, lucía la corona, la ráfaga y la media luna que lleva también en su procesión, un fajín militar de color rojo con borlones dorados y varios rosarios y medallas. El Niño Jesús, por su parte, vestía de blanco.
La pequeña imagen se encontraba flanqueada por seis candeleros con cera blanca, tres a cada lado, y por dos jarras con diversas flores de color blanco, principalmente margaritas, salpicadas con otras especies de diferentes tonalidades. Detrás, dos ángeles mancebos portando faroles dejaban ver entre ambos el fondo del altar, con el retablo de la capilla cubierto por un doble cortinaje de damasco rojo que se abría para mostrar en el centro un sol con la representación del Espíritu Santo sobre una tela de damasco blanco. A los pies del retablo veíamos también un candelabro plateado con siete velas, varias sacras y un friso con azucenas y lisianthus de color blanco.
Se completaba el montaje de este altar de besamanos a la Virgen del Pilar con la presencia del estandarte corporativo de la propia hermandad en el lado derecho del retablo que preside en su parte superior una talla de San Cayetano, obra de Benito Hita del Castillo.
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