LA VIRGEN DEL CARMEN DEL SANTO ÁNGEL, ENTRE JARRAS Y CANDELABROS TRIANEROS

El besamanos a Nuestra Señora del Carmen, del Convento del Santo Ángel, ha comenzado este viernes como culto previo a los que vendrán detrás a lo largo de los próximos días, como la novena que dará comienzo esta misma tarde, siguiendo con la función principal el día 16, día de su festividad, y culminando con la procesión por las calles en la tarde del 17.
Para este besamanos, que tiene lugar en el presbiterio del templo, a diferencia del de Ánimas en la festividad de Todos los Santos, que se celebra en la capilla de la Virgen, la imagen procesional de Nuestra Señora del Carmen está sobre una pequeña peana plateada con una media luna que tiene el emblema carmelita dorado en el centro.
Está vestida tal cual suele salir a las calles en su salida procesional, ya que lleva el manto de salida, de tisú blanco con bordados en oro, además del escapulario y la saya, ambos de terciopelo marrón bordado en oro, con los que igualmente la vemos por las calles. Luce la corona procesional, como también lleva el Niño Jesús, que viste traje de tisú. Ambos sujetan sendos escapularios; el Niño con la mano izquierda, y la Virgen con la derecha, en la que lleva también un cetro.
A los lados de la Virgen del Carmen hay unos enormes candelabros de plata con diez velas blancas cada uno, cedidos para este besamanos por la Hermandad de la Esperanza de Triana. Además, junto a cada candelabro vemos unas jarras pertenecientes a la Hermandad del Cachorro que tienen lisiantum, margaritas y paniculata, todas ellas de color blanco. Sobre la peana de la Virgen se han colocado también algunas de estas flores.
Hacia los extremos se sitúan dos pequeños doseles que albergan imágenes de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Jesús, a izquierda y derecha respectivamente. Los doseles están situados sobre estructuras cubiertas con tela de damasco rojo con apliques plateados y cuatro candeleros ante cada talla. Finalmente, en el extremo izquierdo del montaje vemos la bandera de la Archicofradía, y en el derecho el estandarte corporativo, flanqueados ambos por altos blandones dorados con cirios blancos.